El nombre lo dice todo, este es un 600 llano, llano. A mi me han salido unos 1,700 metros de desnivel. Las colinas (y cada vez que mencione colinas o subidas debe de entenderse meros repechos, en este país llaman colina a cualquier cosa) se concentran en los primeros 60 y en los últimos 30km.
Eramos unos 150 por lo que nos dieron la salida en grupos de 10 ó 15. Yo salí en el segundo grupo con la idea de esperar a que me pasase algún tren al que subirme. Y tuve suerte porque enseguida me encontré en medio de un grupo de 10 ciclistas rodando cómodamente.
Llegamos al primer control a las 8:26 y como era muy tempano para mi sólo paré para ir al servicio y enseguida me puse en marcha. Al poco tres ciclistas (dos hombres y una mujer) que iban en el grupo de 10 me adelantaron. Me sumé a ellos y luego se nos unieron dos ciclistas más. El ritmo era un poco más alto que el que habíamos llevado en la primera etapa pero yo iba pensando que merecía la pena con tal de estar a cubierto del viento de cara.
El problema vino cuando intentamos organizar relevos. Como muy bien sabemos en el Pakefte la consecuencia inmediata de cuando se hace relevos mal hechos es que la velocidad aumenta y aumenta y aumenta. Hasta tal punto que cuando estaba el segundo no pude aguantar el ritmo y me abrí hacia la derecha. Por suerte alguien se quejó y el ritmo bajó un poco. De todas maneras cuando llegamos al siguiente control (km130) habíamos descolgado a los otros dos ciclistas.
Después de una rápida parada para tomar una taza de leche me puse en marcha y al poco los tres ciclistas me volvieron a pasar. Esta vez ni siquiera intenté ponerme a su rueda, pero unos kilómetros más tarde un paso a nivel y un par de semáforos permitieron que me uniera a ellos. Unos 20km más tarde llegábamos al control. Era el km 187 y eran las 14:12, depués de 8 horas sobre la bici estaba hambriento.
En esta ocasión no llevaba mi propia comida (la primera vez que lo hago en un brevet) pero es que parte de mi estrategia era llevar la bici lo más ligera posible. Me tocó comer en un en un café Nero.
La historia volvió a repetirse. Cuando llevaba unos kilómetros rodando los tres ciclistas volvieron a pasarme, pero esta vez ya miré hacia otro lado e hice como si no los había visto, ni se me cruzó por la imaginación unirme a ellos. Por suerte ahora tenía viento de culo y a pesar de que ya estaba muy cansado era capaz de mantener una velocidad decente. Cuando llegué al control del km 277 había ganado suficiente tiempo como para pensar en parar a dormir, llamé a un hotel y me cogí una noche, si todo se daba bien tendría seis o siete horas para recuperar.
Llegué a Goole, km 377 rodando con dos ciclistas con los que había coincidido un par de veces. Eran las 20:40 y tenía mucha hambre por lo que me decidí por un McDonals.
Hacía años que no comía un big mac, pero me apetecía algo caliente y en los mcdonals te sirven rápido. Cuando estaba a punto de ponerme en marcha aparecieron los tres ciclistas, no tengo ni idea en que momento les adelanté ni como es que yo iba por delante, pero oye, ahí estaban.
La siguiente etapa eran 57 kilómetros, pero mi hotel estaba a 37. Llegué sobre las 22:30 y mi plan era estar dormido a las 23:15, despertarme a las 5:00 y ponerme en marcha a las 5:30 con una hora y media para recorrer los 20 kilómetros hasta el control. Era un poco arriesgado pero esperaba que el viento amainase a tan tempranas horas y estar bien recuperado.
Pero no fue así. Pase una noche horrible. Tenía el estomago revuelto y me levanté cuatro veces a intentar vomitar la puta (¿puedo decir puta?) BigMac, pero no pude. Primero una de mis hijas, luego la otra y luego su madre habían pasado un virus esta semana que las había tenido con diarreas y vómitos, se ve que era mi turno.
Desayunando en el hotel me encontré con otros dos ciclistas. Charlamos durante el desayuno pero yo estaba listo para ponerme en marcha antes que ellos por lo que me despedí sabiendo que yo rodaría más lento.
Y vaya que si rodaba lento. Al poco me adelantaron y no pude unirme a ellos. Nunca llegué a preocuparme por llegar a tiempo al control, estaba demasiado concentrado en manejar lo mal que me sentía. Cuando llegué al control a las 6:51 uno de los ciclistas me dijo que había llegado 4 minutos antes de límite. Mirando la hoja de ruta en realidad fue sólo un minuto (aunque luego en la brevet decía que el control cerraba 17 minutos más tarde)
La siguiente etapa, 57km, fue terrible. Estaba débil, el estomago no me dejaba en paz y el viento de cara hacían que rodase por debajo de los 20km/h, peligrosamente lento para un 600. Pero no se como no sentí ningún estrés por llegar fuera de control, sabía que estaba cerca de los límites, pero rodaba al único ritmo que podía mantener.
Cuando llegué con 16 minutos de margen lo que significa que había rodado a unos 18km/h, me pedí un chocolate caliente pero nada de comer.
Enseguida me puse en marcha de nuevo y al salir de la ciudad un paso a nivel cerrado me obligó a parar. Desde donde estaba podía ver la estación y por mi mente pasó la idea de retirarme y coger un tren. Por suerte el tren pasó y las barreras se abrieron antes de que pudiera darle una segunda pensada a la idea.
Enseguida los dos ciclistas con los que había coincidido en el hotel me adelantaron (ellos rodaban más rápido, pero yo paraba menos tiempo). Nada más pasarme a uno de ellos se le enganchó en la rueda una correa de su bolsa trasera y partió la barra del sillín (luego me enteré que era de carbono). Cuando los adelantaba vi que estaban los dos bien y no paré, normalmente yo habría parado y la verdad es que todavía hoy siento no haber parado, pero es que haber parado me habría puesto al borde del fuera de control)
Esta etapa era de 90km, todavía tenía viento de cara, el chocolate no me había sentado nada bien, estaba incómodo con el coullote que llevaba y, por si fuera poco, se puso a llover. En pocos kilómetros paré tres veces. Una para cambiarme el coullote por el que había usado el día anterior, otra para ponerme el chubasquero y otra para tratar de vomitar. Había llegado a la conclusión de que eso calmaría mi estomago.
No pude vomitar, pero cuando estaba a punto de ponerme en marcha apareció el milagro. Un grupo de cinco ciclistas (4 hombres y 1 mujer) me invitaron a que me uniese a ellos. Ese fue Vincent, que incluso se descolgó del grupo para esperarme y ofrecerme su rueda para llevarme a la cola del grupo.
Rodaban a un buen ritmo y colocado en la parte de atrás conseguí mantenerme a su rueda. Me rescataron a 60km del control. No fueron 60 kilómetros fáciles, pero sabía que me estaban salvando la brevet. Me protegieron del viento, me dieron conversación y me dieron la oportunidad de recuperarme. Cuando lleguamos al control (km434) estaba hambriento, cosa que era buena señal.
La última etapa eran 90 kilómetros con unos 30 de "colinas" al final. Me encontraba un poco mejor e incluso di dos relevos, flojitos, eso sí, al frente del grupo. Para cuando llegamos a las colinas decidí mi estrategia, seguiría la rueda de la chica. Era de las que subía más rápido, pero rodaba de forma constante, sin tirones y eso era lo que necesitaba. El reto de mantenerle la rueda colina tras colina me ayudó en ese tramo.
Ya sabéis lo que pasa cuando quedan 20 kilómetros para acabar, la adrenalina empieza a fluir por el cuerpo y empiezas a sentirte alegre y optimista. Cuando faltaban 15 se dio el punto de "seguro que acabo" (ese punto donde aunque se rompa la bici y tuviese que andar hasta el control aun llegaría a tiempo). Cuando faltaban 10km empecé a reconocer algunas de las "colinas" que subimos en la última etapa de la LEL2013 (¡Que buenos recuerdos!) y de repente llegamos al control final.
Eran exactamente las 20:30. Había acabado el 600 38 horas y media, una hora y media de margen. Les di las gracias a cada uno de los cinco ciclistas que me ayudaron en los últimos 150 km confesándoles que sin ellos no habría podido acabar dentro del límite
El ambiente en el pub que era el último control era genial. Un montón de ciclistas en la terraza disfrutando de los últimos rayos de sol de la tarde y un montón de conversaciones sobre la PBP, pero no me quedé mucho tiempo, me estaba quedando frio y tenía unas ganas enormes de llegar a casa.
Mi estomago está todavía tocado, he comido un poco de arroz lo he tenido revuelto toda la tarde. Voy a hacer una dieta ligera por un par de días porque necesito que se recupere para el 600 del próximo fin de semana.
A cuidarse
Javier Arias González
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