Siguiendo la tradición cuelgo aquí los links a las fotos del Tour de Francia que todos los años publica boston.com
http://www.boston.com/bigpicture/2012/07/tour_de_france_2012_part_one.html
http://www.boston.com/bigpicture/2012/07/tour_de_france_2012_part_two.html
En estos otros links están las del año 2009, 2010 y 2011-1 y 2011-2
A cuidarse
Javier Arias González
lunes, 30 de julio de 2012
sábado, 21 de julio de 2012
¿Qué hacen los ciclistas al cruzar la línea de llegada de la Quebrantahuesos?
Este año, después de acabar la Quebrantahuesos (la crónica) me dirigí a la tribuna que está justo en la línea de llegada para esperar al resto de los Pakeftes.
Resulta que, al final, me pasé tres horas allí sentado esperando a que llegase Jaime (aquí su crónica). Pero no me importó.
Resultó que caí en la cuenta de que nunca había visto el ciclismo desde ese punto de vista. Desde el punto de vista de aquellos que esperan a que lleguen los suyos. Ya en la última mañana de la PBP me había impresionado la preocupación y angustia de unos vascos esperando a que llegasen sus amigos.
En la línea de llegada de la Quebrantahuesos también ves eso. Una mujer con sus hijos que esperan al padre de la familia. Los amigos que esperan al que se atrevió a intentarla. Los compañeros de trabajo que están esperando al que peor forma tenía.
La gente aparece en la línea de llegada y se dispone a esperar. Durante la espera aplaude a los que van llegando. Muchos se desesperan. No saben nada de sus seres queridos. Piensan que están bien. Han tenido contacto con ellos "cuando coronó Protalet", "me llamó desde Hoz de Jaca". Cuando llega el ciclista que están esperando aplauden con más fuerza, gritan, se abrazan a el/ella y a poco se van. Pero enseguida viene otro grupo a esperar.
Esperar durante tres horas da para ver muchas escenas de estas. Curiosamente, aunque sabía que tendría tiempo y podría irme y volver más tarde, preferí quedarme. Estaba disfrutando de las escenas que veía. Me emocionaban.
Y entre las cosas que vi y me fijé estaban los gestos que hacen los ciclistas al llegar, al cruzar la línea de meta.
Unos levantan los brazos, otros se santiguan o besan una medalla. La V de victoria la hacen pocos ciclistas, pero no escasean los gestos de "toma" con el brazo o los lanzamientos de un puño al aire. Están los que miran al cielo dedicándole el esfuerzo a alguien y están los que simplemente suspiran al llegar. Sea como sea que se te caigan unas lágrimas es de lo más normal.
Los que han rodado en pareja suelen tratar de entrar a la vez y lo normal es que se den la mano mientras cruzan la linea de llegada. Algunos hasta se abrazan mientras ruedan en bici; incluso hasta cuatro a la vez he visto que se abrazaban.
No es raro que cuando son dos los que entran a la vez uno señale al otro, normalmente el más entero señala al que más le ha costado, recordándonos a todos que a él le costó más. La versión tecnológica de esto mismo es cuando uno entra fotografiando o grabando en video al otro. Esto último se da mucho cuando el/la grabado/a es un chico/a joven.
Por último admíteme un consejo venido de la experiencia observando a los que esperan a los ciclistas. No lleves el maillot oficial de la prueba. Es el más popular entre los ciclistas y sólo sirve para confundir a los que te están esperando. Ya puestos tampoco lleves el de la edición del año anterior y ni siquiera el de hace dos años. Si vas a llevar el mallot de la prueba que sea, como mínimo, el de tres ediciones anteriores. Si no lo tienes, lleva uno que te distinga, tus familiares y amigos lo agradecerán.
A cuidarse
Javier Arias González
Resulta que, al final, me pasé tres horas allí sentado esperando a que llegase Jaime (aquí su crónica). Pero no me importó.
Resultó que caí en la cuenta de que nunca había visto el ciclismo desde ese punto de vista. Desde el punto de vista de aquellos que esperan a que lleguen los suyos. Ya en la última mañana de la PBP me había impresionado la preocupación y angustia de unos vascos esperando a que llegasen sus amigos.
En la línea de llegada de la Quebrantahuesos también ves eso. Una mujer con sus hijos que esperan al padre de la familia. Los amigos que esperan al que se atrevió a intentarla. Los compañeros de trabajo que están esperando al que peor forma tenía.
La gente aparece en la línea de llegada y se dispone a esperar. Durante la espera aplaude a los que van llegando. Muchos se desesperan. No saben nada de sus seres queridos. Piensan que están bien. Han tenido contacto con ellos "cuando coronó Protalet", "me llamó desde Hoz de Jaca". Cuando llega el ciclista que están esperando aplauden con más fuerza, gritan, se abrazan a el/ella y a poco se van. Pero enseguida viene otro grupo a esperar.
Esperar durante tres horas da para ver muchas escenas de estas. Curiosamente, aunque sabía que tendría tiempo y podría irme y volver más tarde, preferí quedarme. Estaba disfrutando de las escenas que veía. Me emocionaban.
Y entre las cosas que vi y me fijé estaban los gestos que hacen los ciclistas al llegar, al cruzar la línea de meta.
Unos levantan los brazos, otros se santiguan o besan una medalla. La V de victoria la hacen pocos ciclistas, pero no escasean los gestos de "toma" con el brazo o los lanzamientos de un puño al aire. Están los que miran al cielo dedicándole el esfuerzo a alguien y están los que simplemente suspiran al llegar. Sea como sea que se te caigan unas lágrimas es de lo más normal.
Los que han rodado en pareja suelen tratar de entrar a la vez y lo normal es que se den la mano mientras cruzan la linea de llegada. Algunos hasta se abrazan mientras ruedan en bici; incluso hasta cuatro a la vez he visto que se abrazaban.
No es raro que cuando son dos los que entran a la vez uno señale al otro, normalmente el más entero señala al que más le ha costado, recordándonos a todos que a él le costó más. La versión tecnológica de esto mismo es cuando uno entra fotografiando o grabando en video al otro. Esto último se da mucho cuando el/la grabado/a es un chico/a joven.
Por último admíteme un consejo venido de la experiencia observando a los que esperan a los ciclistas. No lleves el maillot oficial de la prueba. Es el más popular entre los ciclistas y sólo sirve para confundir a los que te están esperando. Ya puestos tampoco lleves el de la edición del año anterior y ni siquiera el de hace dos años. Si vas a llevar el mallot de la prueba que sea, como mínimo, el de tres ediciones anteriores. Si no lo tienes, lleva uno que te distinga, tus familiares y amigos lo agradecerán.
A cuidarse
Javier Arias González
jueves, 19 de julio de 2012
La tienda de bicicletas ideal
Una tienda que no me perderé la próxima vez que visite Nueva York. Está en el 243 de la tercera avenida de Brooklyn.
Para entender porque es la tienda de bicicletas ideal tienes que ver este video (en inglés).
Su página web es www.718c.com y su página de Google+ la puedes encontrar aquí
Para entender porque es la tienda de bicicletas ideal tienes que ver este video (en inglés).
Su página web es www.718c.com y su página de Google+ la puedes encontrar aquí
jueves, 12 de julio de 2012
El documental de la Quebrantahuesos 2012
Un documental que refleja lo que es la Quebrantahuesos desde el punto de vista de los distintos tipos de ciclistas.
Podéis verlo aquí
A cuidarse
Javier Arias González
Podéis verlo aquí
A cuidarse
Javier Arias González
lunes, 9 de julio de 2012
Bicicleta de madera hecha a mano
Visto en este post de Brett Lider |
Foto de nynerd.com |
Renovo Bicycles también fabrica cuadros de madera.
Foto de Renovo Bikes |
Javier Arias González
domingo, 1 de julio de 2012
Quebrantahuesos 2012 - A la tercera un resultado inesperado...
Tenía señales opuestas de cara a la Quebrantahuesos de este año.
Por un lado había rodado más kilometros que nunca. El año pasado había rodado unos 4.500 kilómetros antes de la Quebrantahuesos, incluyendo un 400 y un 600 y este año había rodado 6.000 kilómetros. Un 33% más de kilometros.
Pero por otro lado en las tres últimas semanas había viajado demasiado. Primero una semana en San Francisco, luego una semana con dos viajes a Madrid y luego un viaje a Zurich en la misma semana de la Quebrantahuesos me había dejado con pocas horas de bicicleta justo en las tres últimas semanas antes de la Quebrantahuesos.
A pesar de todo yo me mantenía en mi objetivo, bajar de las 7 horas 48 minutos 7 segudos que había sido mi tiempo oficial en la Quebrantahuesos del 2011. Estimaba yo que un tiempo de 7 horas y 45 minutos era posible y así lo contaba en la cena del viernes a los amigos del Pakefte.
El sábado me levanté a las 5 de la mañana. Con mucha calma me tomé un plato de ensalada de pasta, luego un bol de muesli y acabé con un cola-cao con galletas maría, yo siempre he sido un chico cola-cao. Buen desayuno me marqué.
Tomé la última decisión sobre la equipación, no me llevaré los manguitos pero si el chubasquero, y muy tranquilamente recorrí los 10 kilómetros que hay desde Orós Bajo hasta Sabiñánigo.
Primer contratiempo. El pulsómetro se ha roto y no se sostiene en el manillar. Me lo meto en uno de los bolsillos para que grabe el recorrido, pero me va a tocar hacer la ruta sin saber mis pulsaciones, voy a tener que guiarme por mis sensaciones. Tampoco voy a poder saber cuanto tiempo llevo rodando sin sacarlo del bolsillo en marcha. Pues que bien...
Llegué a la salida a las 6:30 y ya había muchos ciclistas esperando.
La concentración de ciclistas 10 años más jóvenes que yo, con 10 kilos menos que yo y con las piernas afeitadas me dio una pista de que me había juntado con los machacas, y no tengo claro si eso es bueno o mal...
Pero, ¿Y a mi qué? Me senté tranquilamente en un trozo de cesped y me dispuse a relajarme, me quedaba una hora hasta la salida. Paz interior y calma mientras veía ciclistas intentando, y muchos de ellos consiguiendo, colarse para salir lo más adelantados posibles.
A las 7:00 me comí un plátano que llevaba. A las 7:15 me levanté y estiré un poco los músculos. A las 7:30 sonó el chupinazo. A las 7:35 nos poníamos en marcha.
La salida es rápida, pero no salvaje. Hay muchos ciclistas y la sensación que tengo es que todo el mundo está tratando de ser prudente para evitar caídas.
Enseguida encuentro un grupo en el que acoplarme. Se rueda rápido pero yo voy muy cómodo.
En el kilómetro 30 me como una barrita energética, una SIS Go Energy Bar de 55gr (este año me planifiqué qué comer y en qué momento hacerlo por lo que voy a marcarlos aquí para acordarme para otros años).
Miro la velocidad y veo que rodamos a 37 km/h, nada especial para rodar en grupo. Lo que me llamó la atención es que la señal indicaba que esa velocidad era por debajo de la media. ¡Pues si que se nota esto de rodar en grupo!
Enseguida empiezan las primeras rampas de Somport. El grupo de despedaza, pero a mi no me importa, yo pongo mi ritmo y me tomo un gel, un SIS GO + L-Carnitine Gel.
Hago toda la subida sentado a un ritmo constante y casi sin darme cuenta llego al primer avituallamiento. No paro, sigo subiendo hasta la frontera con Francia.
Ahí si que paro. Por tercer año consecutivo paro a mear en la misma esquina. Miro el cuenta y veo que llevo una velocidad media de 30km/h. Me parece mucho, pero como no tengo el dato del año pasado pues no se que pensar. Enseguida me pongo en marcha; este año, a diferencia de los dos anteriores, no me abrigo. La temperatura es agradable por lo que decido iniciar el descenso en manga corta.
En el descenso me doy cuenta de que no soy nada bajador. Me pasan ciclistas pidiendo paso por la izquierda y por la derecha y eso hace que baje aun más despacio.
Aun así enseguida se llega al final del puerto y como la carretera es favorable se rueda muy rápido. Se forma un grupo de unos 50 ciclistas y me acoplo en medio.
Es espectacular rodar en un grupo así. Grande, rápido, sin tráfico. La velocidad es muy alta, pero no se corresponde con la sensación de esfuerzo que estás haciendo y eso provoca un tanto sensación extraña, una euforia por una fortaleza que sabes que no es cierta.
El pelotón entra en las rotondas a toda velocidad. Se divide la mitad por un lado la mitad por otro, para volver a juntarse a la salida de la rotonda. Es como en la tele. Me como otra barrita, otra SIS Go Energy Bar de 55gr.
De repente aparecieron unos voluntarios cortando la carretera. Nos indicaban que teníamos que girar a la derecha. ¡Ya estábamos en Escot!
Y en Escot empieza la Marie-Blanque. Justo antes de hacer el giro a la derecha meto el plato mediano. Nada más pasar el pueblo, también por tercer año consecutivo, me paro a mear. Me pongo en marcha y me tomo otro gel, un GO + Caffeine Gel
La subida a la Marie-Blanque la hago sin forzar, aun así no meto el 28 hasta los últimos kilómetros.
Menuda bendición el 28. Me permite pedalear con una cadencia "cómoda", en las partes más duras me levanto de la bici por unos metros, pero enseguida me vuelvo a sentar. Subo a unos 10km/h y estoy adelantando a un montón de ciclistas.
Los gritos de ánimo te confirman que estás coronando y justo al coronar nos toman los tiempos (el año pasado los tomaban unos kilómetros después de haber coronado, donde el avituallamiento). Saco el pulsómetro del bolsillo para comprobar que tiempo llevo.
¡¡¡ANDA MI MADRE!!! ¡¡¡¡3 horas 25 minutos!!!! ¿Pero que coño ha pasado? Miro el cuenta y dice que llevo una media de 30km/h.
Jamas en una salida ciclista había hecho 30km/h de media. ¿Cómo puede ser que lleve esa media después de 100km con dos puertacos?
Esto es la leche. El año pasado en la Marie-Blanque llevaba 4 horas. Mejorar 35 minutos en 100km es mucho y yo no sentía que hubiese hecho más esfuerzo que el año pasado. Si me hubiesen preguntado habría dicho que me había esforzado lo mismo.
Automáticamente, sin proponérmelo, sin pensarlo, fue un acto reflejo, reajusto mi objetivo. Nada de bajar de 7:48 voy a por las 7 horas. Se dice que el tiempo que hagas en la Marie-Blanque es la mitad del tiempo que harás en la Quebrantahuesos, de hecho el año pasado yo había hecho 4 horas hasta la Marie-Blanque y 3h 48m más hasta Sabiñanigo. Ir a por las 7 horas sonaba a loco pero yo me encontraba bien. ¿por qué no intentarlo?
Tampoco paré en el avituallamiento de la Marie-Blanque. No por el nuevo objetivo, en mi plan no entraba parar en los avituallamientos más que para coger agua, y de momento tenía.
Una voluntaria ofrecía geles a los ciclistas que pasaban sin parar. Alargué la mano y cogí uno. Lo guardé en un bolso pero no tenía intención de tomarlo, una de mis reglas es no probar nuevos alimentos/bebidas en las rutas que tengo como objetivo.
El descenso de la Marie-Blanque me encanta. Enseguida tienes una vista del valle preciosa y todo el descenso se hace con esa vista.
Nada más llegar al valle me encontré en medio de un buen grupo. Rodaba a buen ritmo, pero la gente aprovechaba para comer. Mi plan era el mismo, me comí una barrita energética, otra SIS Go Energy Bar de 55gr. En pelotón nos hicimos todo el valle, que no es mucho, porque el Portalet llega en muy poco tiempo.
Al empezar el Portalet el grupo de dispersa. Unos siguen al mismo ritmo que rodaban por el valle y yo no puedo seguir ese ritmo. Otro empiezan a tomárselo con más calma, pero para mi eso es demasiado lento. Total, que me encontré sólo.
Sólo hasta que a los cinco minutos me adelantó un ciclista a un ritmo ligeramente superior al mio. Sin ningún tipo de pudor me puse a su rueda. Él sabía que yo estaba allí, pero no afectó a su ritmo ni pareció molestarle por lo que a su rueda me quedé.
Era un buen ritmo. Exigente, pero no mortal. De pie en algunos repechos, sentados la mayoría del tiempo. A su rueda aproveche para tomarme otro gel, un SIS GO + L-Carnitine Gel y, además, me bebí lo que me quedaba de líquido.
Quedarse sin líquido es un problema, pero en mi caso estaba en el plan parar en el primer avituallamiento líquido del Portalet a rellenar los botellos. La temperatura, sin ser excesivamente calurosa, era bastante alta por lo que haber bebido dos botellos a estas alturas está bien.
Me dio pena porque el ciclista cuya rueda estaba chupando con total descaro no paró en el avituallamiento y yo sabía que sólo no iba a subir a ese ritmo, pero seguir sin agua no era una opción. Me paro. Lleno los dos botellos de agua, en uno de ellos echo los polvos mágicos (Isostar Hydrate&Perform de limón), meadita e inmediatamente me pongo en marcha. Si todo se daba bien esa sería mi última parada; quedaban 70 kilómetros hasta Sabiñánigo.
Como preveía mi ritmo rodando sólo no era ni de lejos el ritmo al que subía chupando rueda. Pero qué se le va a hacer. De todas formas el Portalet es un puerto que me viene bien. Largo, pero con pendientes llevaderas. Ideal para subirlo a ritmo, y eso me gusta.
A ritmo, a ritmo empecé a adelantar gente y entre ellos algunos con el dorsal de otro color. Uno de estos ciclistas me saludó mientras lo adelantaba y me preguntó que tal iba. "Bien" le dije, "subiendo al tran-tran". No pude resistirme y le pregunté por el color de su dorsal. "Es que soy de los del cajón de las 7 horas" me dijo, "los que el año pasado bajamos de 7 horas tenemos un cajón de salida y salimos un poco antes que los demás".
Mi primer pensamiento fue "y, entonces ¿porqué vas tan despacio?", pero no lo expresé en voz alta porque habría sido muy descortés. El tío tenía pinta de profesional total, fino como un palo y rodaba en una pepino bici. No era normal que yo le adelantase.
Sin yo pedirle explicaciones me contó que acababa de sufrir una pájara y que estaba recuperándose, pero que su objetivo era bajar de 7 horas.
Yo me alegré, si su objetivo era bajar de 7 horas y yo le estaba adelantando (y no sólo a él) la cosa no iba mal.
Al poco apareció la presa. Imponente, majestuosa. Por la experiencia del año 2010 yo sabía que desde que la ves hasta que llegas a ella hay que subir, pero este año me sorprendió lo rápido que me encontré en el llano. Fue la primera vez que se me pasó el concepto del retraso colectivo. Esto estaba siendo todo un montaje, el reloj estaba contando los segundos más despacio de lo normal y los ciclistas estaban todos rodando más despacio de lo normal para que me saliese todo bien, para que yo me sintiese mejor, para poder tener un buen día de bici.
Y yo me encontraba bien. Tan bien que ni siquiera miré al avituallamiento, seguí de largo al ritmo al que venía subiendo. Me encontraba bien y no tenía pensado parar, estaba disfrutando de la subida. Notaba la dureza, pero no me estaba matando, estaba bajo control.
Pero el disfrutar no dura mucho; porque el Portalet tiene su miga. Los últimos 9 kilómetros tienen rampas que sin ser muy duras aparecen cuando ya las fuerzas empiezan a escasear. Es el momento de aguantar, de controlar, de gestionar el ritmo. Y yo creo que lo hice muy bien porque en ningún momento me llegué a sentir mal. De hecho disfruté mucho de los ánimos que los espectadores daban desde la cuneta (aunque yo creo que este año había menos gente).
Eso si, en cuanto coroné saqué el pulsómetro del bolsillo y comprobé los tiempos. La cosa no pintaba bien, llevaba rodando 5 horas y 55 minutos, me quedaban 50 kilómetros con Hoz de Jaca por medio, tendría que hacerlos en una hora. Difícil iba a estar la tarea pero me subí la cremallera del maillot y puse rumbo a España a toda máquina.
La bajada del Portalet por la parte española es muy rápida. Está abierta al tráfico, pero la carretera es tan ancha, el firme está en tan buen estado y la visibilidad es tan buena que lo suyo es ponerse en el centro de tu carril y no dejar que te adelante ningún coche. 72,4 km/h pille en esa bajada, y eso que, como he dicho, yo no bajo nada bien.
De repente, por sorpresa, porque yo no tenía muy claro donde exactamente se tenía que hacer, apareció el giro a la izquierda para rodear el pantano que precede a la subida de Hoz de Jaca. Aprovecho para tomarme un último gel, un Isostar Gel Energy de limón, y sin dejar de apretar el ritmo afronto las primeras rampas de Hoz de Jaca.
Lo de apretar el ritmo en realidad se acabar muy rápido. ¿qué serán, 200 metros? Enseguida el desnivel te pasa del modo "aprieto en el repecho" al "ritmo de supervivencia". A pesar de todo, mi ritmo de supervivencia era más alto que el de la mayoría de los ciclistas que estaban a mi alrededor y eso hacía que me subiese haciendo eses para adelantar a mis "compañeros de fatigas".
En Hoz de Jaca había bastante gente animando y debido a lo estrecha que es la "carretera" se siente más la cercanía del público. Eso, sumado a la tensión de los últimos esfuerzos, hace que, para mi, fuese la parte más bonita de esta Quebrantahuesos.
Coroné Hoz de Jaca y antes de iniciar el descenso tuve tiempo de echar un vistazo rápido al pulsómetro. 6 horas 30 minutos. Me quedan unos 25 kilómetros. Tendría que hacer una media de unos 50km/h para poder hacer menos de 7 horas. El terreno era favorable, pero no me pareció que fuese posible.
Pero yo no quise tenerlo en cuenta. Cabezón que es uno...
No puedo decir que bajé muy rápido porque la bajada de Hoz de Jaca es peligrosa (además este año noté que no habían puesto colchonetas en las curvas más peligrosas); pero además de peligrosa es también muy corta por lo que enseguida te encuentras a la altura del pantano otra vez.
Y aquí pasan tres o cuatro cosas muy seguidas. Primero ruedas por encima de la presa, lo cual tiene su punto. Inmediatamente después entras en un tunel y como llevas gafas de sol puestas no ves nada; sigues de frente pedaleando con la esperanza de que en el suelo no haya nada que te pueda hacer caer. Nada más salir del tune te toman el tiempo (ahora mismo no estoy del todo seguro de si es antes o después del tunel). Y unos metros después, sin anestesia, aparece una rampa corta, pero dura, que te incorpora de nuevo a la carretera general.
Cuesta ese cambio de ritmo; y se nota en lo atrancados que subimos todos. Yo trato de bajar piñones para coger cadencia y ritmo. Ritmo de samba.
Enseguida se forma un grupo de unos 20 ciclistas. Todos parecen con la adredalina a tope. Unos gritan consignas tratando de que se organicen relevos, todos quieren apretar en estos kilómetros y todos sabe que un grupo organizado es lo mejor.
Pero que un grupo haga relevos correctamente require coordinación y cierta experiencia de todos los ciclistas; como muy bien sabemos en el Pakefte es más complicado de lo que parece. Como no podía ser de otra manera el resultado es un tanto caótico. Relevos que más que relevos son ataques, el que da un relevo y que una vez en cabeza reduce su velocidad por debajo de la que llevaba el grupo, cosa que automáticamente provoca otro relevo-tirón que vuelve a estirar el grupo y a poner a todos al límite. Rodamos a mucha velocidad si, pero no estamos siendo eficientes.
A muchos ciclistas les cuesta entenderlo, pero la forma de rodar rápido en grupo requiere que cuando vas a rueda del pelotón vayas recuperando de manera que cuando te toca el relevo puedas mantener la velocidad el grupo; y es en el tiempo en el que ruedas en cabeza cuando te exprimes, pero el resto del tiempo no pasa nada porque sientas que puedes dar más, es cuestión de esperar a que te vuelva a tocar el turno. La carretera es muy larga y hay mucho tiempo para cansarse.
Por suerte los kilómetros van poniendo las cosas en su sitio y el ritmo exigente, los tirones y los kilómetros acumulados empezaron a hacer mella en muchos ciclistas que pasaron de mostrarse eufóricos a preferir dejar que los guiasen. Este tramo de carretera tiene su complicación. Pica para abajo, pero tiene un par de repechos, el viento, por segundo año consecutivo (en el año 2010 no recuerdo si había viento o no) soplaba de la derecha ligeramente de cara, no era mucho, pero se notaba. Yo, interesado en llegar lo antes posible, había entrado en los relevos tratando de hacerlo lo mejor posible. A mis relevos les siguieron otro par de relevos bastante buenos de otros dos ciclistas y al poco ya estaba claro que éramos tres los que tirábamos del grupo.
Nuestros relevos no eran equilibrados. Uno de los ciclistas daba relevos más largos, el otro un poco más cortos y yo daba los relevos más cortos de los tres. Trataba de ayudar lo más posible pero tampoco estaba yo para tirar cohetes. De hecho cuando ya estábamos llegando a Sabiñanigo le tuve que gritar a los otros dos que no podría dar el relevo que me tocaba y me tuve que acoplar a su rueda y conformarme con aguantar el ritmo.
Justo antes de entrar en Sabiñánigo la carretera hace un giro hacia la izquierda y el viento que soplaba de cara por la derecha pasa a soplar de culo. Momento que aprovecharon dos ciclistas para saltar del grupo "atacando" de cara a "ganar" el sprint.
Los dos ciclistas que habían hecho relevo conmigo y que rodaban en cabeza en ese momento les chillaron enfadados. Tal fue la cosa que los dos que habían saltado aflojaron el ritmo y se pusieron ellos en cabeza del grupo a rodar.
Pero ya habíamos llegado. Es una cuesta abajo, un giro de 180 grados y te quedan unos 200 metros ligeramente cuesta arriba para acabar. Esprintas con lo que te queda y cuando oyes el pitido de que te han tomado tiempo te sientes liberado. Es el momento de poner el plato pequeño, bajar piñones y recuperar el aliento.
Saco el pulsómetro y veo que marca 7 horas y 5 minutos. Sabía que lo había puesto en marcha cuando empezamos a movernos, unos minutos antes de que me tomasen el tiempo oficial, pero también sabía que no habían sido 5 minutos antes. No había podido bajar de las 7 horas, pero no pasa nada. Mejorar mi tiempo del año pasado en 45 minutos lo hubiese firmado antes de la salida. Además, así ya tengo fácil un objetivo para el año que viene ;-)
Los números de la ruta:
Por un lado había rodado más kilometros que nunca. El año pasado había rodado unos 4.500 kilómetros antes de la Quebrantahuesos, incluyendo un 400 y un 600 y este año había rodado 6.000 kilómetros. Un 33% más de kilometros.
Pero por otro lado en las tres últimas semanas había viajado demasiado. Primero una semana en San Francisco, luego una semana con dos viajes a Madrid y luego un viaje a Zurich en la misma semana de la Quebrantahuesos me había dejado con pocas horas de bicicleta justo en las tres últimas semanas antes de la Quebrantahuesos.
A pesar de todo yo me mantenía en mi objetivo, bajar de las 7 horas 48 minutos 7 segudos que había sido mi tiempo oficial en la Quebrantahuesos del 2011. Estimaba yo que un tiempo de 7 horas y 45 minutos era posible y así lo contaba en la cena del viernes a los amigos del Pakefte.
El sábado me levanté a las 5 de la mañana. Con mucha calma me tomé un plato de ensalada de pasta, luego un bol de muesli y acabé con un cola-cao con galletas maría, yo siempre he sido un chico cola-cao. Buen desayuno me marqué.
Tomé la última decisión sobre la equipación, no me llevaré los manguitos pero si el chubasquero, y muy tranquilamente recorrí los 10 kilómetros que hay desde Orós Bajo hasta Sabiñánigo.
Primer contratiempo. El pulsómetro se ha roto y no se sostiene en el manillar. Me lo meto en uno de los bolsillos para que grabe el recorrido, pero me va a tocar hacer la ruta sin saber mis pulsaciones, voy a tener que guiarme por mis sensaciones. Tampoco voy a poder saber cuanto tiempo llevo rodando sin sacarlo del bolsillo en marcha. Pues que bien...
Llegué a la salida a las 6:30 y ya había muchos ciclistas esperando.
Todos estos estaban por delante de mi. Al fondo el arco de la salida |
Pero, ¿Y a mi qué? Me senté tranquilamente en un trozo de cesped y me dispuse a relajarme, me quedaba una hora hasta la salida. Paz interior y calma mientras veía ciclistas intentando, y muchos de ellos consiguiendo, colarse para salir lo más adelantados posibles.
A las 7:00 me comí un plátano que llevaba. A las 7:15 me levanté y estiré un poco los músculos. A las 7:30 sonó el chupinazo. A las 7:35 nos poníamos en marcha.
La salida es rápida, pero no salvaje. Hay muchos ciclistas y la sensación que tengo es que todo el mundo está tratando de ser prudente para evitar caídas.
Enseguida encuentro un grupo en el que acoplarme. Se rueda rápido pero yo voy muy cómodo.
En el kilómetro 30 me como una barrita energética, una SIS Go Energy Bar de 55gr (este año me planifiqué qué comer y en qué momento hacerlo por lo que voy a marcarlos aquí para acordarme para otros años).
Miro la velocidad y veo que rodamos a 37 km/h, nada especial para rodar en grupo. Lo que me llamó la atención es que la señal indicaba que esa velocidad era por debajo de la media. ¡Pues si que se nota esto de rodar en grupo!
Enseguida empiezan las primeras rampas de Somport. El grupo de despedaza, pero a mi no me importa, yo pongo mi ritmo y me tomo un gel, un SIS GO + L-Carnitine Gel.
Hago toda la subida sentado a un ritmo constante y casi sin darme cuenta llego al primer avituallamiento. No paro, sigo subiendo hasta la frontera con Francia.
Ahí si que paro. Por tercer año consecutivo paro a mear en la misma esquina. Miro el cuenta y veo que llevo una velocidad media de 30km/h. Me parece mucho, pero como no tengo el dato del año pasado pues no se que pensar. Enseguida me pongo en marcha; este año, a diferencia de los dos anteriores, no me abrigo. La temperatura es agradable por lo que decido iniciar el descenso en manga corta.
En el descenso me doy cuenta de que no soy nada bajador. Me pasan ciclistas pidiendo paso por la izquierda y por la derecha y eso hace que baje aun más despacio.
Aun así enseguida se llega al final del puerto y como la carretera es favorable se rueda muy rápido. Se forma un grupo de unos 50 ciclistas y me acoplo en medio.
Es espectacular rodar en un grupo así. Grande, rápido, sin tráfico. La velocidad es muy alta, pero no se corresponde con la sensación de esfuerzo que estás haciendo y eso provoca un tanto sensación extraña, una euforia por una fortaleza que sabes que no es cierta.
El pelotón entra en las rotondas a toda velocidad. Se divide la mitad por un lado la mitad por otro, para volver a juntarse a la salida de la rotonda. Es como en la tele. Me como otra barrita, otra SIS Go Energy Bar de 55gr.
De repente aparecieron unos voluntarios cortando la carretera. Nos indicaban que teníamos que girar a la derecha. ¡Ya estábamos en Escot!
Y en Escot empieza la Marie-Blanque. Justo antes de hacer el giro a la derecha meto el plato mediano. Nada más pasar el pueblo, también por tercer año consecutivo, me paro a mear. Me pongo en marcha y me tomo otro gel, un GO + Caffeine Gel
La subida a la Marie-Blanque la hago sin forzar, aun así no meto el 28 hasta los últimos kilómetros.
Menuda bendición el 28. Me permite pedalear con una cadencia "cómoda", en las partes más duras me levanto de la bici por unos metros, pero enseguida me vuelvo a sentar. Subo a unos 10km/h y estoy adelantando a un montón de ciclistas.
Los gritos de ánimo te confirman que estás coronando y justo al coronar nos toman los tiempos (el año pasado los tomaban unos kilómetros después de haber coronado, donde el avituallamiento). Saco el pulsómetro del bolsillo para comprobar que tiempo llevo.
¡¡¡ANDA MI MADRE!!! ¡¡¡¡3 horas 25 minutos!!!! ¿Pero que coño ha pasado? Miro el cuenta y dice que llevo una media de 30km/h.
Jamas en una salida ciclista había hecho 30km/h de media. ¿Cómo puede ser que lleve esa media después de 100km con dos puertacos?
Esto es la leche. El año pasado en la Marie-Blanque llevaba 4 horas. Mejorar 35 minutos en 100km es mucho y yo no sentía que hubiese hecho más esfuerzo que el año pasado. Si me hubiesen preguntado habría dicho que me había esforzado lo mismo.
Automáticamente, sin proponérmelo, sin pensarlo, fue un acto reflejo, reajusto mi objetivo. Nada de bajar de 7:48 voy a por las 7 horas. Se dice que el tiempo que hagas en la Marie-Blanque es la mitad del tiempo que harás en la Quebrantahuesos, de hecho el año pasado yo había hecho 4 horas hasta la Marie-Blanque y 3h 48m más hasta Sabiñanigo. Ir a por las 7 horas sonaba a loco pero yo me encontraba bien. ¿por qué no intentarlo?
Tampoco paré en el avituallamiento de la Marie-Blanque. No por el nuevo objetivo, en mi plan no entraba parar en los avituallamientos más que para coger agua, y de momento tenía.
Una voluntaria ofrecía geles a los ciclistas que pasaban sin parar. Alargué la mano y cogí uno. Lo guardé en un bolso pero no tenía intención de tomarlo, una de mis reglas es no probar nuevos alimentos/bebidas en las rutas que tengo como objetivo.
El descenso de la Marie-Blanque me encanta. Enseguida tienes una vista del valle preciosa y todo el descenso se hace con esa vista.
Nada más llegar al valle me encontré en medio de un buen grupo. Rodaba a buen ritmo, pero la gente aprovechaba para comer. Mi plan era el mismo, me comí una barrita energética, otra SIS Go Energy Bar de 55gr. En pelotón nos hicimos todo el valle, que no es mucho, porque el Portalet llega en muy poco tiempo.
Al empezar el Portalet el grupo de dispersa. Unos siguen al mismo ritmo que rodaban por el valle y yo no puedo seguir ese ritmo. Otro empiezan a tomárselo con más calma, pero para mi eso es demasiado lento. Total, que me encontré sólo.
Sólo hasta que a los cinco minutos me adelantó un ciclista a un ritmo ligeramente superior al mio. Sin ningún tipo de pudor me puse a su rueda. Él sabía que yo estaba allí, pero no afectó a su ritmo ni pareció molestarle por lo que a su rueda me quedé.
Era un buen ritmo. Exigente, pero no mortal. De pie en algunos repechos, sentados la mayoría del tiempo. A su rueda aproveche para tomarme otro gel, un SIS GO + L-Carnitine Gel y, además, me bebí lo que me quedaba de líquido.
Quedarse sin líquido es un problema, pero en mi caso estaba en el plan parar en el primer avituallamiento líquido del Portalet a rellenar los botellos. La temperatura, sin ser excesivamente calurosa, era bastante alta por lo que haber bebido dos botellos a estas alturas está bien.
Me dio pena porque el ciclista cuya rueda estaba chupando con total descaro no paró en el avituallamiento y yo sabía que sólo no iba a subir a ese ritmo, pero seguir sin agua no era una opción. Me paro. Lleno los dos botellos de agua, en uno de ellos echo los polvos mágicos (Isostar Hydrate&Perform de limón), meadita e inmediatamente me pongo en marcha. Si todo se daba bien esa sería mi última parada; quedaban 70 kilómetros hasta Sabiñánigo.
Como preveía mi ritmo rodando sólo no era ni de lejos el ritmo al que subía chupando rueda. Pero qué se le va a hacer. De todas formas el Portalet es un puerto que me viene bien. Largo, pero con pendientes llevaderas. Ideal para subirlo a ritmo, y eso me gusta.
A ritmo, a ritmo empecé a adelantar gente y entre ellos algunos con el dorsal de otro color. Uno de estos ciclistas me saludó mientras lo adelantaba y me preguntó que tal iba. "Bien" le dije, "subiendo al tran-tran". No pude resistirme y le pregunté por el color de su dorsal. "Es que soy de los del cajón de las 7 horas" me dijo, "los que el año pasado bajamos de 7 horas tenemos un cajón de salida y salimos un poco antes que los demás".
Mi primer pensamiento fue "y, entonces ¿porqué vas tan despacio?", pero no lo expresé en voz alta porque habría sido muy descortés. El tío tenía pinta de profesional total, fino como un palo y rodaba en una pepino bici. No era normal que yo le adelantase.
Sin yo pedirle explicaciones me contó que acababa de sufrir una pájara y que estaba recuperándose, pero que su objetivo era bajar de 7 horas.
Yo me alegré, si su objetivo era bajar de 7 horas y yo le estaba adelantando (y no sólo a él) la cosa no iba mal.
Al poco apareció la presa. Imponente, majestuosa. Por la experiencia del año 2010 yo sabía que desde que la ves hasta que llegas a ella hay que subir, pero este año me sorprendió lo rápido que me encontré en el llano. Fue la primera vez que se me pasó el concepto del retraso colectivo. Esto estaba siendo todo un montaje, el reloj estaba contando los segundos más despacio de lo normal y los ciclistas estaban todos rodando más despacio de lo normal para que me saliese todo bien, para que yo me sintiese mejor, para poder tener un buen día de bici.
Y yo me encontraba bien. Tan bien que ni siquiera miré al avituallamiento, seguí de largo al ritmo al que venía subiendo. Me encontraba bien y no tenía pensado parar, estaba disfrutando de la subida. Notaba la dureza, pero no me estaba matando, estaba bajo control.
Pero el disfrutar no dura mucho; porque el Portalet tiene su miga. Los últimos 9 kilómetros tienen rampas que sin ser muy duras aparecen cuando ya las fuerzas empiezan a escasear. Es el momento de aguantar, de controlar, de gestionar el ritmo. Y yo creo que lo hice muy bien porque en ningún momento me llegué a sentir mal. De hecho disfruté mucho de los ánimos que los espectadores daban desde la cuneta (aunque yo creo que este año había menos gente).
Eso si, en cuanto coroné saqué el pulsómetro del bolsillo y comprobé los tiempos. La cosa no pintaba bien, llevaba rodando 5 horas y 55 minutos, me quedaban 50 kilómetros con Hoz de Jaca por medio, tendría que hacerlos en una hora. Difícil iba a estar la tarea pero me subí la cremallera del maillot y puse rumbo a España a toda máquina.
La bajada del Portalet por la parte española es muy rápida. Está abierta al tráfico, pero la carretera es tan ancha, el firme está en tan buen estado y la visibilidad es tan buena que lo suyo es ponerse en el centro de tu carril y no dejar que te adelante ningún coche. 72,4 km/h pille en esa bajada, y eso que, como he dicho, yo no bajo nada bien.
De repente, por sorpresa, porque yo no tenía muy claro donde exactamente se tenía que hacer, apareció el giro a la izquierda para rodear el pantano que precede a la subida de Hoz de Jaca. Aprovecho para tomarme un último gel, un Isostar Gel Energy de limón, y sin dejar de apretar el ritmo afronto las primeras rampas de Hoz de Jaca.
Lo de apretar el ritmo en realidad se acabar muy rápido. ¿qué serán, 200 metros? Enseguida el desnivel te pasa del modo "aprieto en el repecho" al "ritmo de supervivencia". A pesar de todo, mi ritmo de supervivencia era más alto que el de la mayoría de los ciclistas que estaban a mi alrededor y eso hacía que me subiese haciendo eses para adelantar a mis "compañeros de fatigas".
En Hoz de Jaca había bastante gente animando y debido a lo estrecha que es la "carretera" se siente más la cercanía del público. Eso, sumado a la tensión de los últimos esfuerzos, hace que, para mi, fuese la parte más bonita de esta Quebrantahuesos.
Coroné Hoz de Jaca y antes de iniciar el descenso tuve tiempo de echar un vistazo rápido al pulsómetro. 6 horas 30 minutos. Me quedan unos 25 kilómetros. Tendría que hacer una media de unos 50km/h para poder hacer menos de 7 horas. El terreno era favorable, pero no me pareció que fuese posible.
Pero yo no quise tenerlo en cuenta. Cabezón que es uno...
No puedo decir que bajé muy rápido porque la bajada de Hoz de Jaca es peligrosa (además este año noté que no habían puesto colchonetas en las curvas más peligrosas); pero además de peligrosa es también muy corta por lo que enseguida te encuentras a la altura del pantano otra vez.
Y aquí pasan tres o cuatro cosas muy seguidas. Primero ruedas por encima de la presa, lo cual tiene su punto. Inmediatamente después entras en un tunel y como llevas gafas de sol puestas no ves nada; sigues de frente pedaleando con la esperanza de que en el suelo no haya nada que te pueda hacer caer. Nada más salir del tune te toman el tiempo (ahora mismo no estoy del todo seguro de si es antes o después del tunel). Y unos metros después, sin anestesia, aparece una rampa corta, pero dura, que te incorpora de nuevo a la carretera general.
Cuesta ese cambio de ritmo; y se nota en lo atrancados que subimos todos. Yo trato de bajar piñones para coger cadencia y ritmo. Ritmo de samba.
Enseguida se forma un grupo de unos 20 ciclistas. Todos parecen con la adredalina a tope. Unos gritan consignas tratando de que se organicen relevos, todos quieren apretar en estos kilómetros y todos sabe que un grupo organizado es lo mejor.
Pero que un grupo haga relevos correctamente require coordinación y cierta experiencia de todos los ciclistas; como muy bien sabemos en el Pakefte es más complicado de lo que parece. Como no podía ser de otra manera el resultado es un tanto caótico. Relevos que más que relevos son ataques, el que da un relevo y que una vez en cabeza reduce su velocidad por debajo de la que llevaba el grupo, cosa que automáticamente provoca otro relevo-tirón que vuelve a estirar el grupo y a poner a todos al límite. Rodamos a mucha velocidad si, pero no estamos siendo eficientes.
A muchos ciclistas les cuesta entenderlo, pero la forma de rodar rápido en grupo requiere que cuando vas a rueda del pelotón vayas recuperando de manera que cuando te toca el relevo puedas mantener la velocidad el grupo; y es en el tiempo en el que ruedas en cabeza cuando te exprimes, pero el resto del tiempo no pasa nada porque sientas que puedes dar más, es cuestión de esperar a que te vuelva a tocar el turno. La carretera es muy larga y hay mucho tiempo para cansarse.
Por suerte los kilómetros van poniendo las cosas en su sitio y el ritmo exigente, los tirones y los kilómetros acumulados empezaron a hacer mella en muchos ciclistas que pasaron de mostrarse eufóricos a preferir dejar que los guiasen. Este tramo de carretera tiene su complicación. Pica para abajo, pero tiene un par de repechos, el viento, por segundo año consecutivo (en el año 2010 no recuerdo si había viento o no) soplaba de la derecha ligeramente de cara, no era mucho, pero se notaba. Yo, interesado en llegar lo antes posible, había entrado en los relevos tratando de hacerlo lo mejor posible. A mis relevos les siguieron otro par de relevos bastante buenos de otros dos ciclistas y al poco ya estaba claro que éramos tres los que tirábamos del grupo.
Nuestros relevos no eran equilibrados. Uno de los ciclistas daba relevos más largos, el otro un poco más cortos y yo daba los relevos más cortos de los tres. Trataba de ayudar lo más posible pero tampoco estaba yo para tirar cohetes. De hecho cuando ya estábamos llegando a Sabiñanigo le tuve que gritar a los otros dos que no podría dar el relevo que me tocaba y me tuve que acoplar a su rueda y conformarme con aguantar el ritmo.
Justo antes de entrar en Sabiñánigo la carretera hace un giro hacia la izquierda y el viento que soplaba de cara por la derecha pasa a soplar de culo. Momento que aprovecharon dos ciclistas para saltar del grupo "atacando" de cara a "ganar" el sprint.
Los dos ciclistas que habían hecho relevo conmigo y que rodaban en cabeza en ese momento les chillaron enfadados. Tal fue la cosa que los dos que habían saltado aflojaron el ritmo y se pusieron ellos en cabeza del grupo a rodar.
Pero ya habíamos llegado. Es una cuesta abajo, un giro de 180 grados y te quedan unos 200 metros ligeramente cuesta arriba para acabar. Esprintas con lo que te queda y cuando oyes el pitido de que te han tomado tiempo te sientes liberado. Es el momento de poner el plato pequeño, bajar piñones y recuperar el aliento.
Saco el pulsómetro y veo que marca 7 horas y 5 minutos. Sabía que lo había puesto en marcha cuando empezamos a movernos, unos minutos antes de que me tomasen el tiempo oficial, pero también sabía que no habían sido 5 minutos antes. No había podido bajar de las 7 horas, pero no pasa nada. Mejorar mi tiempo del año pasado en 45 minutos lo hubiese firmado antes de la salida. Además, así ya tengo fácil un objetivo para el año que viene ;-)
Dicen que es de oro, pero después de morderla yo creo que oro no es |
- Kilómetros: 200.00
- Tiempo rodando: 6:59:52 (en 2011: 7:35:30)
- Tiempo total: 7:05:08 (en 2011: 7:48:07)
- Tiempo parado: 00:5:17 dos veces a mear y una tercera vez a llenar los botellos y a mear. Dificilmente podré parar menos. (en 2011: 00:12:37)
- Velocidad media: 28.5 km/h (en 2011: 26.20 km/h)
- Velocidad máxima: 72.4 km/h (en 2011: 77.8 km/h)
- Pulsaciones medias: 141 ppm (en 2011: 135 ppm) pues va a ser que no hice el mismo esfuerzo...
- Pulsaciones máximas: 167 ppm (en 2011: 163 ppm)
- Calorías consumidas: 5.118 Kcal (en 2011: 5.332 Kcal). ¡Que raro es esto! Más pulsaciones medias pero he consumido menos calorias. Yo no lo entiendo.
- Link a Strava: app.strava.com/rides/11607939
- Tiempo total: 7:02:40 (en 2011: 7:48:07), 00:45:27 menos que el año pasado
- Tiempo en la Marie Blanque: 3:25:38 (en 2011: 3:59:42) 00:34:04 menos que el año pasado
- Tiempo en Hoz de Jaca: 6:30:24 (en 2011: 7:13:52) 00:43:28 menos que el año pasado
- Velocidad media: 29.0 km/h (en 2011: 26,28 km/h)
- Dorsal: 9154 (en 2011: 9044)
- Categoría: E (35 a 44 años), igual que el año pasado
- Posición general: 1.770 de 7.588 que empezaron y 7.293 que acabaron (en 2011: 3.334 de 8.715) he mejorado 1.564 puestos.
- Posición en mi categoría: 838 (en 2011: 1454 de 3386)
Análisis de la señorita pepis:
- De los 45 minutos que he mejorado este año, 34 de ellos los gané en la primera mitad del recorrido, en el control de tiempos de la Marie-Blanque. Yo creo que mucho ha tenido que ver el haber cogido grupos rápidos tanto a la salida de Sabiñánigo como entre Somport y Escot.
- Si a esto le sumamos que mi sensación de esfuerzo fue similar a la del año pasado y le restamos los 7 minutos menos que he parado este año se ve claramente lo importante que es salir lo más adelantado posible para hacer buenos tiempos.
- Este año he parado 00:5:17, dos veces a mear y una tercera vez a llenar los botellos y a mear. Como no pienso aprender a mear en marcha va a ser dificil que pueda parar menos en futuras ediciones.
- La clave para mejorar tiempo creo que estaría en el Portalet. Es decir que tendría que entrenar a subir un puerto de 28 kilómetros cuando tenga 125 kilómetros en las piernas. Pues va a ser difícil poder entrenar esto en Inglaterra.
A cuidarse
Javier Arias González
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