Me habían dicho que la Etape du Dales era dura. 3.540 metros de desnivel acumulado en 175 kilómetros. ¡El desnivel de la Quebrantahuesos en 30 kilómetros menos!
Me habían dicho también que la prueba recorría no sólo las "montañas" más altas de Inglaterra (que no del Reino Unido) sino que también los parajes más bonitos de Inglaterra.
Uno de los paisajes de la ruta |
¡Pero qué me van a contar a mi del clima en "el norte" si soy asturiano! Que le pregunten a los amigos del Pakefte que se fueron este fin de semana a hacer la clásica de los Lagos de Covadonga como se las gasta el clima en el norte.
Además, yo me curtido de lluvias y mal tiempo. Si mi primera Quebrantahuesos fue un bautismo (cuasi literal) este año llevo la Surrey Rumbler y el 200 de Droitwhich a Towcester que me tienen los huesos todavía húmedos.
¡Nada que temer en ese frente! Pero, por si acaso, todo el arsenal de ropa de abrigo en la mochila.
Me gusta la organización de este evento. Tiene un toque de originalidad en como se organiza la salida. No hay una hora fija, se puede poner uno en marcha entre las 6:30 y las 9:00 de la mañana. No dejan salir a grupos de más de 12 para evitar aglomeraciones. La ruta no está cerrada al tráfico, pero transcurre por carreteras muy tranquilas, muy parecidas a las que usamos en Asturias cuando por allí salimos.
El plan era hacer la ruta con dos compañeros de la oficina, Marcus, un "alemanote" de por lo menos 1 metro 90 y con Pete, el nigeriano-norirlanes protagonista de una de mis primeras salidas en bici en Inglaterra. Habíamos quedado en ponernos en marcha a las 6:30.
A las 5 de la mañana me sonó el despertador en el hotel. Desayuné y a las 5:30 me puse en marcha. Desde al hotel hasta la salida tenía unos 15 kilómetros ligeramente en subida que me sirvieron para ir calentando.
Llegar a la salida, acreditarse en menos de un minuto, encontrarme con Pete y, juntos, encontrarnos con Marcus. Todo suave como la seda.
A las 6:30 nos pusimos en marcha. Salimos entre los 10 primeros.
Unos kilómetros de falso llano que discurrieron con tranquilidad y enseguida empezó el sube y baja que sería toda la jornada.
Marcus coronando una "montaña" |
Pete, portando el erotico-dorsal, bebiendo en lo alto de una "montaña" |
Pete coronando otra "montaña" |
Otra de las carreteras por las que rodamos (foto de Marcus) |
Un descenso del 16% y al fondo se ve una de las subidas |
Carreteras muy tranquilas y sin aglomeración de cicistas |
Disfrutando del sol en lo alto de otra "montaña" (foto de Marcus) |
En un valle a los pocos kilómetros de haber empezado la ruta |
La subida a Tan Hill, al fondo se aprecian los ciclistas "escalando" |
Nos paramos. Un primer vistazo a la cubierta y parece que no está dañada. Al ser sólo un pinchazo Marcus se pone en marcha y yo me quedo con Pete para ayudarle con el pinchazo.
Dándonos cuenta que la cubierta estaba perjudicada (foto de Marcus) |
Montamos una cubierta nueva. Hinchamos la rueda (me llamó la atención que aquí son muy populares los cartuchos de aire comprimido para hinchar la ruedas) y el bulto en el lateral era muy evidente. Esa rueda podría reventar en cualquier momento. Mala pinta.
Probamos a rebajarle un poco la presión y el bulto se disimuló algo. Parece que podríamos ponernos en marcha.
El plan era subir hasta la cima de Tan Hill donde estaba el puesto de avituallamiento más grande de la ruta y donde creíamos que podrían tener cubiertas.
Eso si, subimos despacito, despacito para no tentar a la suerte de que reventase la rueda en algún bache.
Subida a Tan Hill |
Cartel en el Tan Hill Inn |
El aspecto del control, me llamó la atención que las bicicletas estuviesen por el suelo |
En este control comimos, había de todo pero yo me decanté por un sandwich y un par de muffins que me supieron a gloria. Y mientras comimos Pete decidió que el no podría acabar en esas condiciones. Consultó con su móvil y descubrió una estación de tren cerca de la ruta. Esa iba a ser su ruta de escape.
Foto panorámica en el descenso de Tan Hill (foto de Marcus) |
En estas oímos a un ciclista que gritaba algo como "voy dándole, voy dándole" ("digging, digging"). Y si, debía ir dándole, por lo menos a los pedales, porque a pesar de lo lejanos que sonaron los gritos al poco nos pasó un ciclista con pinta "pro" a una velocidad que yo inmediatamente reaccioné con "pero ¿a donde vas alma de cántaro? ¡Que te vas a matar!" que no oyó dado que ya estaba lejos y yo no chillé lo suficiente y que si hubiese oído no habría entendido porque lo dije en perfecto castellano.
Nosotros seguimos bajando tranquilamente y en estas vimos una señal indicando un 25%. Una curva a la derecha acompaño a la sensación de que la carretera se acababa. ¡Coño que empinado!
Uno de los descensos al 25% del día |
Aun así, al poco me lo volví a encontrar parado a un lado de la carretera. Era una zona ya mucho menos empinada y no parecía que se hubiese vuelto a salir; más bien que estaba volviendo a checkearse. Esta vez me dio más tiempo a fijarme en él. No parecía que se hubiese roto nada, pero ensangrentado estaba un rato. Tenía las piernas de un hecce hommo, buena torta se había pegado el "pro".
A los pocos kilómetros del descenso Pete se desvió de la ruta camino a la estación del tren y nos quedamos Marcus y yo para hacer el resto de la ruta.
Cattle grid marcando el premio de la montaña. Lo justo para llegar al sprint |
Y al último control llegamos todavía con media hora de margen. Ya éramos de los últimos; es decir, al haber salido de los primeros, prácticamente nos habían adelantado los mil participantes de la marcha, pero los ánimos estaban altos.
Claro que en las últimas subidas Marcus empezó a acusar el esfuerzo y las tuvo que hacer más despacio.
Aun así, al coronar la última "montaña" nos quedaban 25 kilómetros de terreno favorable y ahí se sobrepuso ayudado su peso y longitud de piernas lo que la permitió rodar a buen ritmo.
Eran casi las seis de la tarde. El ambiente en la llegada era bueno, pero era evidente que ya se habían ido la mayoría de los ciclistas. De hecho mi afición personal me contó que la organización les había dicho que faltaban 40 ciclistas por llegar. Después de un par de salidas en las que he andado revolucionado he vuelto a acabar una marcha fiel al espíritu del Pakefte.
Un párrafo final para destacar lo sobresaliente la organización. No disponían de los medios de las grandes marchas ciclistas (autobuses de rescate, asistencia en carretera) pero si que han conseguido crear un evento muy de mi gusto. "Pequeño" y no muy competitivo, te toman los tiempos y los publican, pero tengo la sensación la originalidad de la forma de salir (nunca lo había visto en un evento ciclista) creo que paliaba el espíritu aveces demasiado competitivo de los grandes eventos ciclistas. Con mucho énfasis en la seguridad, tenían ambulancias y puestos de radio en todos los descensos peligrosos, que eran muchos y bien señalizados. Una ruta preciosa y muy fácil de seguir que necesitó de muy poca señalización. Unos controles donde no faltó de nada. Incluso los últimos controles, a los que llegamos siendo de los últimos ciclistas que por allí pasaban, tenían de todo; geles, barritas, plátanos, bebidas energéticas, sandwiches. Magnífica la amabilidad de los voluntarios; alguien me commentó que la gente del "norte" era así ;-)
Mis tiempos de paso por los distintos controles |
Los datos de la ruta:
- Kilómetros: 177,76
- Tiempo empleado: 10:53:05
- Velocidad media total: 16,33 km/h
- Tiempo rodando: 8:58:11
- Velocidad media rodando: 19,7 km/h
- Tiempo parado: 1:54:54
- Velocidad Máxima: 67,00 km/h
- Calorías consumidas: 4.875 kcal
- Pulsaciones medias: 112 ppm
- Pulsaciones máximas: 167 ppm
- Cadencia media: 67 rpm
- Cadencia máxima: 100 rpm
- Link a strava: Se me quedó sin batería el móvil :-(
Javier Arias González
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