Pues como no tenía una idea muy clara de que recorrido quería/podía hacer y como estoy a comienzo de temporada (que profesional suena esto) pues me dije. "Vete a dar unas vueltas por Richmond Park".
Para que nos entendamos Richmond Park viene a ser como la Casa de Campo. Un parque precioso, con una carretera que lo rodea y que una vuelta entera suponen unos 11 kilómetros.
Como amanece temprano me pongo en marcha temprano, sobre las 7:30.
Llego a Richmond Park e inicio la primera vuelta en el sentido de las agujas del reloj.
Primera vuelta razonablemente bien. Circulo despacio y me adelantan un montón de ciclistas, pero yo sereno cual monje zen, a mi rollo.
En una mini rotonda hago un giro de 360 grados y cambio el sentido de las vueltas. La segunda vuelta va a ser en sentido contrario al reloj.
Segunda vuelta razonablemente bien, pero me estoy aburriendo un poco. El recorrido es chulo, pero cortito y rompepiernas me apetece irme a casa. En estas estoy cuando noto que se me ha pegado un tío a mi rueda.
No me he dado cuenta de como lo ha hecho. Pero no he necesitado mirar hacia atrás para saber que ahí le tengo. Javier, tu a tu ritmo que no estás para bailes.
En esto que llega el repecho. Son 250 metros, pero con un desnivel del 7%. La piernas se enteran.
Mucha serenidad, mucha leche, pero en el repecho suelto un latigazo, me levanto sobre la bici y me exprimo. El repecho se me queda más largo de lo que yo esperaba, pero consigo llegar al alto sin tener que sentarme. Creo que he dejado al ciclista atrás.
Meto plato. Ruedo por el llano a buen ritmo, bajo el repecho y cuando vuelvo a meter el mediano me doy cuenta de que tengo a mi colega otra vez a la espalda. ¡Anda la leche! Fíjate tu que vamos a tener una mañana entretenida.
Acelero el ritmo. No mucho, pero si le pongo una cierta alegría al pedaleo. El tío me sigue.
Completamos la segunda vuelta y se acerca el repecho de nuevo. Pego otro tirón y lo vuelvo a dejar atrás pero después de la bajada el tio me alcanza otra vez. ¿Pero que pasa aquí?
Vuelvo a acelerar el ritmo. La cosa se esta empezando a poner seria, pero no me cebo porque sólo llevo 30 kilómetros en las piernas y ya empiezo a notarme cansado.
Completamos la tercera vuelta y yo con el apalancado a mi rueda. Llegamos al repecho y me vuelvo a levantar sobre la bici. Me despego de él, pero esta vez no tanto, enseguida me alcanza después de coronar. Vuelvo a acelerar el ritmo, echo las manos a la parte de abajo del manillar y me pongo a pedalear en plan machaca, para entrenar la postura me digo yo para disculparme. El caso es que el tío me sigue. El caso es, también, que yo empiezo a estar ya cansado, me duelen las piernas.
En el primer desvío que veo tomo la carretera a la izquierda para dirigirme al centro del parque. En ese momento miro hacia atrás y mi mirada se cruza con la de mi acompañante. Me mira con sorpresa. Yo no se como le miro, pero si se que mi gesto era de rendimiento. Huyo con el rabo entre las piernas, pero para darme ánimos me digo que estoy al comienzo de la temporada y que no me tiene que preocupar estar en tan mala forma. No me da ánimos, pero me entretiene el pensamiento y me distrae la idea de irme a casa con apenas 40km en las piernas.
En el centro del parque encuentro una caravana que vende café y bollos. Me tomo un chocolate caliente mientras me relajo sentado en un banco. Dejo que pasen 30 minutos y me vuelvo a montar en la bici.
¿Que hago? ¿Me voy? ¿Doy otra vuelta?
Venga, date otra vuelta más.
Ahora ya hay muchos ciclistas dando vueltas al parque en los dos sentidos. También hay bastantes coches por lo que en algunos sitios no se puede rodar con comodidad.
He recuperado un poco ¿Hace otra más? Venga que hace solecito.
El último repecho ya lo he subido sentado y dando lástima a los que me adelantaban como balas. No se cuantas vueltas llevo, pero empiezo a parecer un pato mareado. Yo opino que es momento de irse a casa.
Y si yo opino eso y resulta que estoy solo pues no se discute nada y con la misma cambio mi rumbo y me vuelvo a casa.
Al final he rodado 3 horas y cuarto y me han salido 79 kilómetros, poquito más que un casa<->Morata, y estoy destrozado. Yo lo achacado a que el recorrido era muy rompepiernas, a que sicológicamente es aburrido rodar dando vueltas tan pequeñas y a que estoy empezando la temporada. Que no sea por disculpas.
A cuidarse
Javier Arias González
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