Hoy me ha llegado la carta del Audax Club Parisien con la certificación oficial de mis brevets del año 2010 (200, 300 y 400).
Me he llevado una gran alegría y con el subidón he renovado mi objetivo de participar en la Paris-Brest-Paris de este año.
A cuidarse
Javier Arias González
viernes, 17 de diciembre de 2010
martes, 14 de diciembre de 2010
Sorteo de la Quebrantahuesos
Hoy ha sido el sorteo de la Quebrantahuesos. Según su twitter, el número que ha salido ha sido el 1310, a partir de ese número participan 8300 ciclistas (El número que ha salido para la Traprariscos es el 2336, a partir de ahí 1900 ciclistas).
¡¡¡¡Resulta que yo tengo el número 3258!!!!
Eso significa que, a falta de la confirmación oficial por parte de la organización, el próximo 18 de Junio estaré junto a los amigos del Pakefte en Sabiñánigo para mi segunda participación en la Quebrantahuesos.
Me renuevo en mi objetivo de intentar acabarla con medalla de oro en mi categoría (menos de 7h55m), lo cual es todo un reto si tenemos en cuenta en mi participación del años 2010 invertí 11h14m.
A cuidarse
Javier Arias González
¡¡¡¡Resulta que yo tengo el número 3258!!!!
Eso significa que, a falta de la confirmación oficial por parte de la organización, el próximo 18 de Junio estaré junto a los amigos del Pakefte en Sabiñánigo para mi segunda participación en la Quebrantahuesos.
Me renuevo en mi objetivo de intentar acabarla con medalla de oro en mi categoría (menos de 7h55m), lo cual es todo un reto si tenemos en cuenta en mi participación del años 2010 invertí 11h14m.
A cuidarse
Javier Arias González
sábado, 13 de noviembre de 2010
Dinamos de buje
¿Qué pasa "biciosos"?
Decía yo que uno de mis objetivos para el año 2011 es acabar la Paris Brest Paris. Decía yo en mi crónica del 400 de Algete que las luces que me había comprado dos focos Cateye HL-EL530 no eran la mejor solución para una noche cerrada y con lluvia. Digo yo que será plan el buscar una solución mejor. Informándome sobre mejores soluciones he llegado a las dinamos de buje. Este es un resumen de lo que he aprendido en esta materia.
Las opciones
En dinamos de buje para ruedas de carretera que van a ser usadas en marchas de larga distancia existen básicamente tres opciones:
El SONdelux (unos 160€)
El SON28 (unos 160€)
Y el Shimano DH-3N80 (unos 75€)
El SONdelux es el más ligero (390g sin el cierre rápido), ofrece una eficiencia del 65% y consume 0,4W cuando las luces están apagadas. El SON28 es el más pesado (570g sin el cierre rápido) y consume 0,5W con las luces apagadas. El SH-3N80 pesa 490g (sin cierre rápido), tiene una eficiencia del 55% y consume 1,1W sin luces.
La principal diferencia, aparte del peso, entre el SONdelux y el SON28 es su rendimiento a bajas velocidades. Como se puede ver en este gráfico, el SON28 genera más luz que el SONdelux a velocidades inferiores de 25km/h.
Conclusión
Como siempre en estos casos no es fácil decidirse, pero atendiendo a todo lo que he leido y las opiniones que he escuchado estas son mis conclusiones.
Update 14 de Enero 2012
Schmidts Original Nabendynamo ha sacado un nuevo modelo de dinámo, los Wide-body SON Deluxe.
A cuidarse
Javier Arias González
Decía yo que uno de mis objetivos para el año 2011 es acabar la Paris Brest Paris. Decía yo en mi crónica del 400 de Algete que las luces que me había comprado dos focos Cateye HL-EL530 no eran la mejor solución para una noche cerrada y con lluvia. Digo yo que será plan el buscar una solución mejor. Informándome sobre mejores soluciones he llegado a las dinamos de buje. Este es un resumen de lo que he aprendido en esta materia.
Las opciones
En dinamos de buje para ruedas de carretera que van a ser usadas en marchas de larga distancia existen básicamente tres opciones:
El SONdelux (unos 160€)
El SON28 (unos 160€)
Y el Shimano DH-3N80 (unos 75€)
El SONdelux es el más ligero (390g sin el cierre rápido), ofrece una eficiencia del 65% y consume 0,4W cuando las luces están apagadas. El SON28 es el más pesado (570g sin el cierre rápido) y consume 0,5W con las luces apagadas. El SH-3N80 pesa 490g (sin cierre rápido), tiene una eficiencia del 55% y consume 1,1W sin luces.
La principal diferencia, aparte del peso, entre el SONdelux y el SON28 es su rendimiento a bajas velocidades. Como se puede ver en este gráfico, el SON28 genera más luz que el SONdelux a velocidades inferiores de 25km/h.
Conclusión
Como siempre en estos casos no es fácil decidirse, pero atendiendo a todo lo que he leido y las opiniones que he escuchado estas son mis conclusiones.
- No conozco a nadie que haya puesto en duda que las dinamos SON son las mejores. Están garantizadas por 5 años y tienen una esperanza de vida mínima de 50.000 kilómetros
- La opción con mejor relación calidad/precio es, en mi opinión, el Shimano DH-3N80. Todos los que conzoco que tienen esta dinamo están encantados con ella
- La mejor opción si sólo vas a usar luces LED y el presupuesto no es un problema es el SONdelux
- La mejor opción si vas a usar lámaparas halógenas y el presupuesto no es un problema es el SON28
- La página de SON (Schmidts Original Nabendynamo)
- La página (en inglés) de Peter White Bikes. Con mucha información sobre dinamos y sistemas de alumbrados para bicicletas.
- Una comparativa de dinamos hecha por la tienda alemana Komponentix
- Otra comparativa de dinamos, esta hecha por la ADFC (algo así como la asociación de ciclistas alemana)
- Una comparativa de dinamos hecha por un ingeniero de Schmidts. En alemán - Google translate al español
Update 14 de Enero 2012
Schmidts Original Nabendynamo ha sacado un nuevo modelo de dinámo, los Wide-body SON Deluxe.
A cuidarse
Javier Arias González
martes, 9 de noviembre de 2010
Comunicado Inscripciones Quebrantahuesos
¿Qué pasa "biciosos"?
Acabo de recibir el siguiente correo:
Estimado JAVIER:
Te comunicamos el proceso de inscripciones para participar en la XXI QUEBRANTAHUESOS
y VIII TREPARRISCOS, que se celebrará el 18 de Junio de 2011.
INICIO PREINSCIPCIONES.- martes 16 de noviembre a las 12 horas
CIERRE PREINSCRIPCIONES.- lunes 13 de diciembre a las 14 horas
Así pues no hay urgencias ni más posibilidades por preinscribirse el primero
o el último.
SI HAY MÁS PREINSCRITOS QUE PLAZAS:
SORTEO DE PLAZAS.- martes 14 de diciembre a las 12 horas
Inmediatamente comunicación a cada interesado sus claves para confirmar la
inscripción con el pago on line.
Plazo para hacer efectiva la inscripción con el pago.- Desde el miércoles 15 de
Diciembre hasta el viernes 28 de Enero.
Si quedan huecos por cubrir, se asignan a los siguientes de la lista, se les
comunicará su clave y se abre un nuevo plazo para hacer efectivo el pago hasta
el 15 de Febrero.
Sólo podrán realizarse a través de la pagina Web www.quebrantahuesos.com.
Adjuntamos un documento para que lo leas detenidamente y te especificamos los
datos personales necesarios para rellenar el boletín de preinscripción, que
tenemos de ediciones anteriores:
DNI: XXXXXXX
Nombre: JAVIER Apellidos: ARIAS GONZALEZ
Móvil: XXXXXXXX
Email: javierag@gmail.com
Club: Sin Club
Recuerda que el DNI debe ponerse solo con los números, SIN LETRA FINAL.
Todas las comunicaciones se harán al e-mail indicado en el boletín, de ahí la
importancia de que el e-mail indicado en el boletín de preinscripción sea correcto.
Un saludo y esperamos verte el 18 de junio.
Secretaria Quebrantahuesos.
secretaria@qhgestion.es
¡Que ilusión! ¡Que ganas!. Se me vienen a la cabeza los recuerdos de mi participación este año. Y, como no podía ser de otra manera, me reafirmo que en que intentaré participar en la Quebrantahuesos de este año (a ver si tengo suerte en el sorteo). No en vano es uno de mis objetivos para la temporada 2010/2011.
A cuidarse
Javier Arias González
Acabo de recibir el siguiente correo:
Estimado JAVIER:
Te comunicamos el proceso de inscripciones para participar en la XXI QUEBRANTAHUESOS
y VIII TREPARRISCOS, que se celebrará el 18 de Junio de 2011.
INICIO PREINSCIPCIONES.- martes 16 de noviembre a las 12 horas
CIERRE PREINSCRIPCIONES.- lunes 13 de diciembre a las 14 horas
Así pues no hay urgencias ni más posibilidades por preinscribirse el primero
o el último.
SI HAY MÁS PREINSCRITOS QUE PLAZAS:
SORTEO DE PLAZAS.- martes 14 de diciembre a las 12 horas
Inmediatamente comunicación a cada interesado sus claves para confirmar la
inscripción con el pago on line.
Plazo para hacer efectiva la inscripción con el pago.- Desde el miércoles 15 de
Diciembre hasta el viernes 28 de Enero.
Si quedan huecos por cubrir, se asignan a los siguientes de la lista, se les
comunicará su clave y se abre un nuevo plazo para hacer efectivo el pago hasta
el 15 de Febrero.
Sólo podrán realizarse a través de la pagina Web www.quebrantahuesos.com.
Adjuntamos un documento para que lo leas detenidamente y te especificamos los
datos personales necesarios para rellenar el boletín de preinscripción, que
tenemos de ediciones anteriores:
DNI: XXXXXXX
Nombre: JAVIER Apellidos: ARIAS GONZALEZ
Móvil: XXXXXXXX
Email: javierag@gmail.com
Club: Sin Club
Recuerda que el DNI debe ponerse solo con los números, SIN LETRA FINAL.
Todas las comunicaciones se harán al e-mail indicado en el boletín, de ahí la
importancia de que el e-mail indicado en el boletín de preinscripción sea correcto.
Un saludo y esperamos verte el 18 de junio.
Secretaria Quebrantahuesos.
secretaria@qhgestion.es
¡Que ilusión! ¡Que ganas!. Se me vienen a la cabeza los recuerdos de mi participación este año. Y, como no podía ser de otra manera, me reafirmo que en que intentaré participar en la Quebrantahuesos de este año (a ver si tengo suerte en el sorteo). No en vano es uno de mis objetivos para la temporada 2010/2011.
A cuidarse
Javier Arias González
lunes, 25 de octubre de 2010
Videos de los mejores humoristas españoles sobre ciclismo
Videos de algunos de los mejores humoristas españoles (Martes y trece, Tricicle, Faemino y Cansado, Vaya semanita y Muchachada Nui) sobre el ciclismo.
En esta página: http://pedaleandoenvalencia.blogspot.com/2010/10/pedaleando-con-humor.html
A cuidarse
Javier Arias González
En esta página: http://pedaleandoenvalencia.blogspot.com/2010/10/pedaleando-con-humor.html
A cuidarse
Javier Arias González
Aprendiendo inglés con acento norirlandes-nigeriano
¿Qué pasa "biciososo"?
Advertencia 1
[Leáse esta crónica en plan cachondeo o no se lea]
Advertencia 2
[Si te sientes identificado con alguno de los personajes de esta crónica seguramente es porque he pensado en ti al escribirla.]
Advertencia 3
[El haber procurado que la realidad no me estropee la crónica es totalmente intencionado]
Vale ya de advertencias que sino la crónica me va a quedar larga...
Advertnecia 4
Advertnecia 4
[Acabo de terminar la crónica y dos cosas he notado. 1) que me ha quedado muy larga. 2) que tampoco es tan graciosa. Léela si quieres, pero no me pidas luego a mi cuentas]
Llegado el Viernes, y acuciado por la amenaza de otro Domingo dando vueltas a Richmond Park donde sólo hay ciervos y ciclistas se te ponen a rueda y te machacan, el que lee todos los correos pero nunca escribe, es decir yo, decide enviar un mail a la lista de correo de ciclistas de mi oficina.
Sencillo, sin alardes, que no está bien que se den cuenta de la arrogancia ciclista de uno ya en el primer mail. El mensaje era en plan: Soy nuevo en la ciudad. Vivo en Surbiton y quiero salir a montar en mi bici de carretera el Domingo. ¿Alguna ruta que me podáis recomendar entre 75 y 120 kilómetros? ¿Alguna página web desde la que pueda descargarme algún track? ¿Algún grupo informal al que pueda unirme? (lo de informal fue a posta, lo juro).
Me contestaron unos cuantos compañeros. Que si apúntate a esta prueba el Domingo (uff, que pereza), que si en esta página web hay muchos tracks (¿y por donde empiezo?) y cosas por el estilo. Vamos, que nada claro y que ya estaba yo dándome por perdido y pensando en encontrarme con los ciervos (y con ese) de Richmond Park otra vez.
Y en estas llego el mail de Pete.
Pete es un compañero no sólo de empresa sino también de departamento. El típico que cuando envían un mail para anunciar su incorporación comentan que es aficionado a la bici, que está planficando un viaje en bici por el Himalaya y que para eso se entrena en los Alpes y los Pirineos. Lo que viene a ser aficionado, aficionado, que los hay que son aficionados a la bici, pero no tan aficionados. Yo (creo) me entiendo.
El caso es que yo había tomado nota del tema pero tampoco le había dado más importancia al asunto. Casualidad de las casualidades nunca me había tocado trabajar con Pete y creo que sólo había hablado con él el día que nos presentaron, y de eso hace un par de años como mínimo.
El caso (que me lio) es que Pete contesta: "Pues cerca de donde vives tienes las colinas [traducción literal] de Surrey y muchas opciones de rutas por carreteras tranquilas. Yo voy a salir el Domingo por esa zona. Si te apetece podemos salir juntos. Claro que depende de la hora a la que quieras salir porque yo tengo por lo menos 30km hasta Surbiton."
Yo, desesperado por no volver a Richmond Park donde me esperaban los ciervos y el ciclista que me machacó, contesto, sin pensarlo porque sino de qué, que si, que claro que me apetece. Que yo me adapto que diga el dónde y que a qué hora.
Me contesta el payo Pete que a las 10:30 en Esher, que quedamos en una cafetería, nos tomamos un café y que nos ponemos a rodar a las 10:45.
¡¡¡Pero que horas son estas!!!. Vamos a ver, si en lo mejor de la temporada yo me tomaba un café a las 10:30 en Ambite ¡DESPUES DE HABER RODADO 70KM! ¿Cómo que ahora vamos a empezar a rodar a las 10:45?
Claro que entonces me dio por pensar. Y menos mal. Por que está mal no pensar cuando tomas una decisión ciclista, y de eso algún biciorejón peca más que yo, pero al menos uno debe pensar después de haber tomado la decisión. No sirve para mucho, pero así no se va uno ciego al matadero.
Y el caso es que en el momento que lo pensé caí en la cuenta que esto tenía muy mala pinta. El amigo Pete, que hace un par de años se hizo una ruta en bici por el Himalaya después de haber entrenado por los Alpes y por los Pirineos, va a atravesar Londres rodando 30 kilómetros para juntarse conmigo, rodar entre 70 y 120 y luego hacerse otros 30 kilómetros de vuelta. Empiezo a pensar que el plan de irme a Richmond Park no era tan malo; después de todo si llevo otro maillot distinto al de la semana pasada lo mismo el ciclista que me machacó no me reconoce.
Vamos que me entró miedo. Miedo en plan "te vas a enterar tu de lo que son las colinas de Surrey".
Y en esto recibo un mail de Pete. "Por cierto, me siento un tanto gordo y fuera de forma por lo que espero que el plan se una salida relativamente relajada y no a machacarse".
¡Pues ya respiro yo un poco más tranquilo! Aunque tampoco vamos a fiarnos mucho que los ciclistas son muy dados a decir eso de que estoy gordo y en baja forma cuando quedas con ellos como preludio a machacarte el día de la ruta.
El caso es que llega el Sábado y decidimos ir a cenar al pub por aquello de ir integrándonos en la sociedad local. Y el caso es que a la hora de pedir la cena me apetece una hamburguesa, pero pensando en lo que me puede esperar el domingo y en la posibilidad de que tenga clenbuterol y luego de positivo me decanto por unos espaguetis que resultaron ser pocos y no muy buenos. Medio muerto de hambre, es que estoy en edad de crecer, me dedico a robarle patatas fritas a mi hija pequeña (la mayor ya no se deja) bajo el pretexto de que el día de antes de una salida hay que cenar bien. No parece muy convencida, pero el amor a su padre la puede y me deja que siga robándole patatas fritas que me parece a mi que para esto de la dieta ciclista tampoco es que sea lo mejor del mundo ¿no?
Hora de irse a la cama. Siguiendo mi costumbre, y sin caer en que al día siguiente no tendré que madrugar y tendré todo el tiempo del mundo para hacerlo, preparo el uniforme que llevaré al día siguiente. Coullote largo que la semana pasada pasé un poco de frío.
Me levanto el domingo. Tengo toooooodo el tiempo del mundo para desayunar.
Parece que no hace frío. Me cambio el coullote y me pongo uno corto pa' impresionar.
Por primera vez en mi vida ciclista tengo tooooodo el tiempo del mundo para engrasar la cadena. Y engrasando la cadena me doy cuenta de que en realidad hace un frío que "escarbaya el peyeyu" [en asturiano en el original]. Vuelvo a ponerme el coullote largo; pero no pasa nada. Tengo toooodo el tiempo del mundo.
Como me aburro decido ponerme en marcha. Muuuuy despaaaaacio para hacer tiempo, pero da igual. Llego al café media hora antes de lo pactado. Me pido un café que me sabe a rayos y espero.
Llega Pete y es tal cual yo le recordaba, pero vestido de ciclista. La perfecta imagen de un ingeniero loco, hippys que sois unos hippys (parafraseando a Chus Lambreabe y su "Yankis que sois unos Yankis" en Mujeres....[nota del redactor]) mezclada con el más puro estilo de alguno de los ilustres del pakefte.
Maillot del Android (dejadle, es ingeniero). Calcetines de pura lana. ¡Verdes botella! por encima del coullote (largo). Gorro negro en vez de casco ("total si esto no es una carrera"). Coleta de esas que se ven por el pakefte. Gafas de sol, que yo creo que no eran de ciclista y que llevó toda la ruta sobre la cabeza, pero sin llegar a ponérselas. Y una nariz comparable a la única que puede hacer de puente entre el pakefte y los biciorejones. Eso si, serenidad en la pose. Este es Pete.
Pero no os engañéis. Calzando una Scott CR1-R full carbon cuya segunda R, si no me equivoco, significa "Racing" y que viene a ser algo así como que el poseedor de esta bicicleta pretende correr con ella.
Se pide un café, yo me abstengo de repetir e incluso de advertirle de la calidad del mismo (todos tenemos que empezar en las mismas condiciones), y a los 10 segundos me doy cuenta de porqué no había yo hablado mucho con Pete. ¡Si es que no el entiendo nada!.
Bueno, miento. Le entiendo una de cada tres palabras y normalmente suelen ser las fáciles (Javier, café, frío, etc). El resto me las imagino y sonrío.
En la típica conversación de "y tu de quien eres" me cuenta, o mejor dicho, me imagino que me cuenta, que se ha criado en Irlanda del Norte y que ha vivido muchos años en Nigeria (lo normal). Lo que me viene fantástico para justificar el que no le entienda porque a nadie se le puede obligar a entender el acento mezcla norirlandes-nigeriano (que vendría a ser un gallego-melillano).
Pero mira, esto del ciclismo se trata de dar pedales y tampoco hay porque hablar mucho por lo que venga, tómate el café y vamos a ponernos en marcha.
Y nos ponemos en marcha (y comienza aqui la crónica ciclista, hasta aquí fue todo introducción).
En el mismo pueblo donde habíamos parado nos pilló un semáforo en rojo.
Se pone en verde.
Y el tio sale disparado.
¡Anda la hostia! (¿se puede decir hostia en este blog?, coño claro, no ves que es mío)
Me hago un poco de lío enganchando el segundo pie, y cuando lo engancho resulta que estoy en plato mediano y en un piñón grande. Cuando acabo de cambiar y levanto la cabeza Pete ya está atacando el primer repecho y me saca una ventaja de, lo menos, 100 metros.
Como tampoco quiero ponerme en evidencia delante de todo el pueblo pegándole una voz para que me espere aprieto los dientes y acelero el ritmo.
Le alcanzo, me pongo a rueda y una fugaz mirada al pulsómetro me dice que tengo las pulsaciones en 170.
No estoy muy seguro, pero para mi que empezar así no es muy sano.
El ¿amigo? Pete lleva un ritmo endiablado por una carretera con considerable tráfico, sin arcén y en continuo sube y baja.
En una de estas llega un repecho más largo que los anteriores y el tío va y se levanta sobre la bici y acelera el ritmo.
¡Anda la madre que me parió! (que me estará leyendo). ¡Pero si no quita el plato grande ni pa' arriba!
Me sobrepongo a la sorpresa, consigo cerrar el hueco y vuelvo a ponerme a rueda.
Lo que Pete no sabe es que yo me crié ciclísticamente hablando a rueda del abuelito y que en eso de seguir la rueda de uno que siempre va a plato tengo experiencia.
Me engancho a su rueda y empiezo a vigilar sus cambios.
No me volvió a descolgar.
Mientras me aguanten las fuerzas la cosa va bien. Eso si, a ti te va dar un relevo Rita la "singer".
El caso es que en una de esas giramos a la derecha y tomamos una carretera estrecha y tranquila, sin coches. Y hay Pete se relajó. Falsa alarma, se trataba sólo de abandonar la carretera con mucho tráfico lo más rápido posible. Me relajo yo también y pasamos a rodar en paralelo.
El habla y yo pienso que le entendía mejor por mail. Entre frase y frase intuyo que habla de una carrera en Sudafrica que al parecer es la carrera a la que más ciclistas acuden, creo que dice 30.000 y después de preguntarle al señor Google creo que se refiere al Cape Argus Pick n Pay Cycle Tour que para el año 2011 admite hasta 35.000 ciclistas (me lo apunto como posible objetivo).
La "charla" discurre tranquilamente al igual que los kilómetros. El paisaje es magnífico. Idéntico a Asturias pero todo llano.
Entendedme. No es que no haya cuestas. En realidad todo el recorrido es sube y baja. Muy rompepiernas. Pero son cuestas tan cortas que no se pueden calificar como subidas.
Pero en esto llegamos a una cuesta que parece más larga y empinada que las anteriores. Para entendermos como si te encuentras con un cuarto de Marañosa (sentido de ida a "San Marting").
Me levanto sobre la bici por pura pereza que me da el tener que cambiar y cuando me doy cuenta he dejado a Pete atrás.
¡Coooooño! ¿Que ha pasado aquí?
Cuando llega a mi altura dice: "xxxx fat" que yo interpreto como un "es que estoy gordo" y añade un "xxxxx hill xxxxxx" que yo interpreto como que hemos coronado la colina de no se que.
Pues vaya con las colinas y vaya con el del Himalaya.
Pasan los kilómetros y empiezo a tener la fundada sospecha de que mi colega arrastra una pájara de las que se pillaban los biciorejones en sus comienzos. Pero como mi inglés no incluye la jerga ciclista no tengo ni idea de como se dice "pájara" u "hombre del mazo" y como decir "female bird" o "man with a hammer" (tampoco sabía como se dice mazo; ahora después de consultar se que se dice "mallet") iba a sonar muy a "speaking in silver" decido proponer hacer una parada. No en vano son las dos de la tarde y llevamos 70 kilómetros rodando. Bueno 70 yo, que el unos 100. Y sin comer nada, que me fijé yo.
Me contesta en lo alto de esta colina hay un café, allí paramos. Sube tu delante que ya subo yo tranquilamente. O esto es lo que yo entendí.
Y como eso entendí eso hice. Resulta que la colina fue la subida más larga del día. Dos kilómetros y medio con una pendiente similar al último kilómetro de la Marañosa (viniendo de "San Marting"). Vamos, que no era precisamente el Tourmalet.
Subo a ritmo pero sin matarme. Corono y bajo otra vez a buscarle.
Coronamos los dos y paramos a tomar algo en una especie de merendero. Me comenta que estamos a 200 metros sobre el nivel del mar. ¡Al carajo años de entrenamiento en los 600 metros de altitud de Madrid!. A saber a donde se me irá a mi ahora el hematocrito.
Esperamos una cola considerable y mientras esperamos Pete me comenta que cree que está deshidratado y yo también lo creo, si es que no ha bebido nada, que también me fijé yo en eso.
Cuando nos toca pedir nos encontramos con este muestrario de tartas y pasteles caseros.
Me pido un cocholate caliente y un tozo de eso que está detrás del bote con etiqueta verde consciente que entre eso y las patatas fritas el ejercicio del día me supondrá un suma cero en calorías, pero es que son las 14:00 y yo tengo un hambre considerable. El amigo Pete se toma un te, es que es guiri, y un trozo de la tarta que está detrás de lo que yo me tomé.
Nos ponemos en marcha bajando la colina y cuando llegamos al llano Pete pone plato. Pone las manos en la parte baja del manillar y marca un ritmo que me cuesta seguir.
Maldiciendo el momento en el que propuse parar y sorprendido al comprobar como se ha recuperado vuelvo a la estrategia de seguidor fiel de rueda rauda y veloz. Pienso para mi que como no se decir "dar un relevo" en inglés pues nada me obliga a darlo. No tiene nada que ver, pero es una disculpa.
Poco a poco la explosividad se le va acabando y poco a poco nos vamos acercando al punto de partida.
Nos despedimos con un nos vemos mañana en la oficina y no se si me alegro más por haberle entendido a la perfección la frase completa o por saber que a pesar de los 100 kilómetros rompepiernas me encontraba muy bien. Nada cansado. Se me pasó por la cabeza que tendría que haber ido a Richmond Park para haberme encontrado con el ciclista ese.
Números de la ruta:
- 100,71 Km
- 4h 14min 31seg
- 23.7 km/h de media. No esta mal para un gordo fuera de forma
- 56,9 km/h de Velocidad Máxima
- 2,845 Calorías consumidas. El equivalente al pastel mas las patatas fritas.
- 142 pulsaciones medias. 177 de máxima (sin llegar al límite)
A cuidarse
Javier Arias González
jueves, 21 de octubre de 2010
Mi primera experiencia en Inglaterra
Pues como no tenía una idea muy clara de que recorrido quería/podía hacer y como estoy a comienzo de temporada (que profesional suena esto) pues me dije. "Vete a dar unas vueltas por Richmond Park".
Para que nos entendamos Richmond Park viene a ser como la Casa de Campo. Un parque precioso, con una carretera que lo rodea y que una vuelta entera suponen unos 11 kilómetros.
Como amanece temprano me pongo en marcha temprano, sobre las 7:30.
Llego a Richmond Park e inicio la primera vuelta en el sentido de las agujas del reloj.
Primera vuelta razonablemente bien. Circulo despacio y me adelantan un montón de ciclistas, pero yo sereno cual monje zen, a mi rollo.
En una mini rotonda hago un giro de 360 grados y cambio el sentido de las vueltas. La segunda vuelta va a ser en sentido contrario al reloj.
Segunda vuelta razonablemente bien, pero me estoy aburriendo un poco. El recorrido es chulo, pero cortito y rompepiernas me apetece irme a casa. En estas estoy cuando noto que se me ha pegado un tío a mi rueda.
No me he dado cuenta de como lo ha hecho. Pero no he necesitado mirar hacia atrás para saber que ahí le tengo. Javier, tu a tu ritmo que no estás para bailes.
En esto que llega el repecho. Son 250 metros, pero con un desnivel del 7%. La piernas se enteran.
Mucha serenidad, mucha leche, pero en el repecho suelto un latigazo, me levanto sobre la bici y me exprimo. El repecho se me queda más largo de lo que yo esperaba, pero consigo llegar al alto sin tener que sentarme. Creo que he dejado al ciclista atrás.
Meto plato. Ruedo por el llano a buen ritmo, bajo el repecho y cuando vuelvo a meter el mediano me doy cuenta de que tengo a mi colega otra vez a la espalda. ¡Anda la leche! Fíjate tu que vamos a tener una mañana entretenida.
Acelero el ritmo. No mucho, pero si le pongo una cierta alegría al pedaleo. El tío me sigue.
Completamos la segunda vuelta y se acerca el repecho de nuevo. Pego otro tirón y lo vuelvo a dejar atrás pero después de la bajada el tio me alcanza otra vez. ¿Pero que pasa aquí?
Vuelvo a acelerar el ritmo. La cosa se esta empezando a poner seria, pero no me cebo porque sólo llevo 30 kilómetros en las piernas y ya empiezo a notarme cansado.
Completamos la tercera vuelta y yo con el apalancado a mi rueda. Llegamos al repecho y me vuelvo a levantar sobre la bici. Me despego de él, pero esta vez no tanto, enseguida me alcanza después de coronar. Vuelvo a acelerar el ritmo, echo las manos a la parte de abajo del manillar y me pongo a pedalear en plan machaca, para entrenar la postura me digo yo para disculparme. El caso es que el tío me sigue. El caso es, también, que yo empiezo a estar ya cansado, me duelen las piernas.
En el primer desvío que veo tomo la carretera a la izquierda para dirigirme al centro del parque. En ese momento miro hacia atrás y mi mirada se cruza con la de mi acompañante. Me mira con sorpresa. Yo no se como le miro, pero si se que mi gesto era de rendimiento. Huyo con el rabo entre las piernas, pero para darme ánimos me digo que estoy al comienzo de la temporada y que no me tiene que preocupar estar en tan mala forma. No me da ánimos, pero me entretiene el pensamiento y me distrae la idea de irme a casa con apenas 40km en las piernas.
En el centro del parque encuentro una caravana que vende café y bollos. Me tomo un chocolate caliente mientras me relajo sentado en un banco. Dejo que pasen 30 minutos y me vuelvo a montar en la bici.
¿Que hago? ¿Me voy? ¿Doy otra vuelta?
Venga, date otra vuelta más.
Ahora ya hay muchos ciclistas dando vueltas al parque en los dos sentidos. También hay bastantes coches por lo que en algunos sitios no se puede rodar con comodidad.
He recuperado un poco ¿Hace otra más? Venga que hace solecito.
El último repecho ya lo he subido sentado y dando lástima a los que me adelantaban como balas. No se cuantas vueltas llevo, pero empiezo a parecer un pato mareado. Yo opino que es momento de irse a casa.
Y si yo opino eso y resulta que estoy solo pues no se discute nada y con la misma cambio mi rumbo y me vuelvo a casa.
Al final he rodado 3 horas y cuarto y me han salido 79 kilómetros, poquito más que un casa<->Morata, y estoy destrozado. Yo lo achacado a que el recorrido era muy rompepiernas, a que sicológicamente es aburrido rodar dando vueltas tan pequeñas y a que estoy empezando la temporada. Que no sea por disculpas.
A cuidarse
Javier Arias González
Para que nos entendamos Richmond Park viene a ser como la Casa de Campo. Un parque precioso, con una carretera que lo rodea y que una vuelta entera suponen unos 11 kilómetros.
Como amanece temprano me pongo en marcha temprano, sobre las 7:30.
Llego a Richmond Park e inicio la primera vuelta en el sentido de las agujas del reloj.
Primera vuelta razonablemente bien. Circulo despacio y me adelantan un montón de ciclistas, pero yo sereno cual monje zen, a mi rollo.
En una mini rotonda hago un giro de 360 grados y cambio el sentido de las vueltas. La segunda vuelta va a ser en sentido contrario al reloj.
Segunda vuelta razonablemente bien, pero me estoy aburriendo un poco. El recorrido es chulo, pero cortito y rompepiernas me apetece irme a casa. En estas estoy cuando noto que se me ha pegado un tío a mi rueda.
No me he dado cuenta de como lo ha hecho. Pero no he necesitado mirar hacia atrás para saber que ahí le tengo. Javier, tu a tu ritmo que no estás para bailes.
En esto que llega el repecho. Son 250 metros, pero con un desnivel del 7%. La piernas se enteran.
Mucha serenidad, mucha leche, pero en el repecho suelto un latigazo, me levanto sobre la bici y me exprimo. El repecho se me queda más largo de lo que yo esperaba, pero consigo llegar al alto sin tener que sentarme. Creo que he dejado al ciclista atrás.
Meto plato. Ruedo por el llano a buen ritmo, bajo el repecho y cuando vuelvo a meter el mediano me doy cuenta de que tengo a mi colega otra vez a la espalda. ¡Anda la leche! Fíjate tu que vamos a tener una mañana entretenida.
Acelero el ritmo. No mucho, pero si le pongo una cierta alegría al pedaleo. El tío me sigue.
Completamos la segunda vuelta y se acerca el repecho de nuevo. Pego otro tirón y lo vuelvo a dejar atrás pero después de la bajada el tio me alcanza otra vez. ¿Pero que pasa aquí?
Vuelvo a acelerar el ritmo. La cosa se esta empezando a poner seria, pero no me cebo porque sólo llevo 30 kilómetros en las piernas y ya empiezo a notarme cansado.
Completamos la tercera vuelta y yo con el apalancado a mi rueda. Llegamos al repecho y me vuelvo a levantar sobre la bici. Me despego de él, pero esta vez no tanto, enseguida me alcanza después de coronar. Vuelvo a acelerar el ritmo, echo las manos a la parte de abajo del manillar y me pongo a pedalear en plan machaca, para entrenar la postura me digo yo para disculparme. El caso es que el tío me sigue. El caso es, también, que yo empiezo a estar ya cansado, me duelen las piernas.
En el primer desvío que veo tomo la carretera a la izquierda para dirigirme al centro del parque. En ese momento miro hacia atrás y mi mirada se cruza con la de mi acompañante. Me mira con sorpresa. Yo no se como le miro, pero si se que mi gesto era de rendimiento. Huyo con el rabo entre las piernas, pero para darme ánimos me digo que estoy al comienzo de la temporada y que no me tiene que preocupar estar en tan mala forma. No me da ánimos, pero me entretiene el pensamiento y me distrae la idea de irme a casa con apenas 40km en las piernas.
En el centro del parque encuentro una caravana que vende café y bollos. Me tomo un chocolate caliente mientras me relajo sentado en un banco. Dejo que pasen 30 minutos y me vuelvo a montar en la bici.
¿Que hago? ¿Me voy? ¿Doy otra vuelta?
Venga, date otra vuelta más.
Ahora ya hay muchos ciclistas dando vueltas al parque en los dos sentidos. También hay bastantes coches por lo que en algunos sitios no se puede rodar con comodidad.
He recuperado un poco ¿Hace otra más? Venga que hace solecito.
El último repecho ya lo he subido sentado y dando lástima a los que me adelantaban como balas. No se cuantas vueltas llevo, pero empiezo a parecer un pato mareado. Yo opino que es momento de irse a casa.
Y si yo opino eso y resulta que estoy solo pues no se discute nada y con la misma cambio mi rumbo y me vuelvo a casa.
Al final he rodado 3 horas y cuarto y me han salido 79 kilómetros, poquito más que un casa<->Morata, y estoy destrozado. Yo lo achacado a que el recorrido era muy rompepiernas, a que sicológicamente es aburrido rodar dando vueltas tan pequeñas y a que estoy empezando la temporada. Que no sea por disculpas.
A cuidarse
Javier Arias González
domingo, 17 de octubre de 2010
Objetivos para la temporada 2010/2011
¿Qué pasa "biciosos"?
Después de que la temporada 2008/2009 fuese de transición debido al tiempo que estudié a acabar mi MBA la temporada 2009/2010 ha sido de lo más interesante.
Me estrené en las brevets con el 200 de Vicálvaro en Febrero, como el tema me gustó seguí con el 300 de Algete en Abril y demostré que lo mío es puro "bicio" con el 400 de Algete en Mayo. Me estrené también el la épica XX Quebrantahuesos en Junio lo que me afinó la forma para permitirme "ganar" la Lugones-Covadonga en mi primera participación, también en Junio. Con semejante año no había mejor forma que, llegado Agosto, finalizarlo que atacando el Anglirú en bici de carretera por primera vez.
Todo Septiembre y medio Octubre ha sido un periodo de transición en el que apenas he hecho 200km de bicicleta en total. A cambio, eso si, me he mudado de país y ahora vivo en Londres.
Total, que mañana empieza "oficialmente" mi temporada 2010/2011. Y ante fecha tan señalada es menester el fijarse los objetivos que me gustaría conseguir. Estos serían mis dos objetivos principales:
A cuidarse
Javier Arias González
Después de que la temporada 2008/2009 fuese de transición debido al tiempo que estudié a acabar mi MBA la temporada 2009/2010 ha sido de lo más interesante.
Me estrené en las brevets con el 200 de Vicálvaro en Febrero, como el tema me gustó seguí con el 300 de Algete en Abril y demostré que lo mío es puro "bicio" con el 400 de Algete en Mayo. Me estrené también el la épica XX Quebrantahuesos en Junio lo que me afinó la forma para permitirme "ganar" la Lugones-Covadonga en mi primera participación, también en Junio. Con semejante año no había mejor forma que, llegado Agosto, finalizarlo que atacando el Anglirú en bici de carretera por primera vez.
Todo Septiembre y medio Octubre ha sido un periodo de transición en el que apenas he hecho 200km de bicicleta en total. A cambio, eso si, me he mudado de país y ahora vivo en Londres.
Total, que mañana empieza "oficialmente" mi temporada 2010/2011. Y ante fecha tan señalada es menester el fijarse los objetivos que me gustaría conseguir. Estos serían mis dos objetivos principales:
- Terminar la Paris-Brest-Paris (PBP) en mi primera participación. Según la wikipedia, esta prueba es la prueba ciclista más antigua de las que se siguen celebrando regularmente y se trata de recorrer 1.200 kilómetros en menos de 90 horas. Esta prueba se celebra únicamente una vez cada cuatro años ¡y este año toca! Se celebrará entre el 21 y el 25 de Agosto. Al menos hay que intentarlo. Obviamente intentar participar en la PBP implica completar los cuatro brevets que son requisito para poder apuntarse a la PBP. Es decir, uno 200km, uno de 300km, uno de 400km y uno de 600km. Según las normas de la PBP estos brevets tienen que estar certificados antes del 17 de Julio.
- Participar en la XXI Quebrantahuesos y obtener medalla de oro. Eso, según las normas de la Quebrantahuesos, significa que tengo que acabarla en menos de 7h55min. En mi participación de este año invertí 11h14min. La Quebrantahuesos se suele celebrar en Junio por lo que puede ser una excelente prueba de nivel de cara a la PBP.
Seguro que iré incorporando otros retos menores a lo largo del año, pero estos dos son los principales.
¡A ver si hay suerte!
A cuidarse
Javier Arias González
jueves, 16 de septiembre de 2010
El Angliru en bici de carretera 25/Agosto/2010
Por fin.
Nos ponemos en marcha recorriendo los pocos metros llanos que hay en Viapará y enseguida...
He metido el 27.
Ni acostumbrarse a pedalear atrancado ni nada. En la primera rampa todo metido y de pie sobre la bici. Coño que duro está esto.
El caso es que así se mantuvo por varios kilómetros. ¿1? ¿2? ¿3?. Es difícil de saber. Se hacían eternos. Yo creo que subíamos a 4 por hora.
El caso es que después del chaparrón inicial llegó la calma y en un momento dado pude bajar un piñón. Ya decía yo que el entrenamiento se iba a notar.
Claro que al afrontar la cueña les cabres ni entrenamiento ni leches. Todo metido y haciendo más zetas que el zorro. Lo cierto es que la subimos que dábamos pena. Pero oye, se subió.
Y aunque la cueña les cabres se pasó el 27 no se quitó. No estaban ya las piernas para tonterías.
Los últimos repechos los afronté poniéndome de pie sobre la bici. Ya estamos cerca, ya estamos cerca.
Llegamos a la cima a las 11:30. "Sólo" invertimos en la subida 1 hora y 13 minutos. Es decir que subimos a unos 4,7km/h en los seis kilómetros que van de Viapará a la cima. Me parece que no hemos batido ningún record.
Fotos de rigor.
Al poco paramos para sacar fotos del paisaje (subiendo no se para a nada) y para descansar del descenso. Duelen las manos de apretar los frenos.
Continuamos la bajada y cuando llegamos a Viapará nos cruzamos con un ciclista vestido con una camiseta de algodón y un pantalón de hacer deporte normal y corriente. Su bicicleta era una bicicleta de montaña comprada en una gran superficie (no Decathlon, Carrefour o similar) que habría costado entre 40 y 100 euros. En el portabotello un bote de cocacola estándar (ni cero, ni light ni nada, cocacola cocacola). Tenía una sudada, el ciclista, como de recién salido de un baño turco y se afanaba en engranar la cadena que se le había salido.
Cuando llegamos a su altura consigue engranar la cadena, se sube a la bici y mirándonos, acalorado, sudoroso nos pregunta "¿queda mucho?"
No supe que responderle.
Al tran-tran, sin picarse y como buenos familiares llegamos a la Corredoria donde celebramos nuestra gesta con la correspondiente botella de sidra.
Algunos números:
Por fin me decido a escribir la crónica.
Como han pasado ya varias semanas no se si de algo me acordaré. Seguro que esta crónica me sale corta.
Vamos a lo facil. Empecemos por las circunstancias.
Mi tio Oscar (la apisonadora de cuatro caños) y yo habíamos subido un par de veces el Angliru, pero siempre en bici de montaña.
Mi tio y yo nos pusimos el verano pasado el reto de subir el Angliru este verano en bici de carretera. Asi, sin motivo, como quien no quiere la cosa.
Mi tio y yo habíamos entrenado durante la semana que veraneamos en Avila. Siempre subiendo puertos y yo siempre dejando los tres piñones grandes sin meter. "Para acostumbrarme a pedalear atrancado. Me vendrá bien para el Angliru" decía yo.
Mi tio y yo decidimos atacar el Angliru en el que seguramente fue el día más soleado en Asturias de todo el mes de Agosto.
Habíamos decidido hacer la subida hasta Viapará por la Foz. Por donde suben los profesionales. Justo por donde nunca habíamos subido. Nos decidió que las crónicas cuentan que por ese lado la subida es más tendida.
Con lo que no contábamos era con saltarnos el desvío a la derecha en la Foz y por tanto perdernos. El conductor del coche que paramos pare preguntarle si por la carretera por la que rodábamos íbamos al Angliru nos miró con cara rara. Sólo nos habíamos pasado unos tres kilómetros, todos de subida.
Una vez nos encontramos con nosotros mismos comenzó la subida a Viapará. Antes de que me diera cuenta ya sólo me quedaba por meter un piñon, el 27. No es que estuviese acostumbrándome a ir atrancado no. Es que la pendiente ya lo pedía. Y eso que el plan era subir hasta Viapará al tran-tran. "Sin esforzarnos".
Lo de "sin esforzarnos" no fue posible pero finalmente llegamos a Viapará con cierta dignidad. Parada, barrita energética y fotos. Parafraseando a Juan Luis Guerra... "Eran las 10:17 de la mañana".
Que tio más guapo
La bestia
Nos ponemos en marcha recorriendo los pocos metros llanos que hay en Viapará y enseguida...
He metido el 27.
Ni acostumbrarse a pedalear atrancado ni nada. En la primera rampa todo metido y de pie sobre la bici. Coño que duro está esto.
El caso es que así se mantuvo por varios kilómetros. ¿1? ¿2? ¿3?. Es difícil de saber. Se hacían eternos. Yo creo que subíamos a 4 por hora.
El caso es que después del chaparrón inicial llegó la calma y en un momento dado pude bajar un piñón. Ya decía yo que el entrenamiento se iba a notar.
Claro que al afrontar la cueña les cabres ni entrenamiento ni leches. Todo metido y haciendo más zetas que el zorro. Lo cierto es que la subimos que dábamos pena. Pero oye, se subió.
Y aunque la cueña les cabres se pasó el 27 no se quitó. No estaban ya las piernas para tonterías.
Los últimos repechos los afronté poniéndome de pie sobre la bici. Ya estamos cerca, ya estamos cerca.
Llegamos a la cima a las 11:30. "Sólo" invertimos en la subida 1 hora y 13 minutos. Es decir que subimos a unos 4,7km/h en los seis kilómetros que van de Viapará a la cima. Me parece que no hemos batido ningún record.
Fotos de rigor.
Pero que tio más guapo
Pero que bestia
Iniciamos el descenso. Rápidamente nos dimos cuenta de que bajar con bici de carretera no es lo mismo que bajar con bici de montaña. Por algún motivo extraño la bici de carretera no tiene frenos de disco hidráulicos.
Al poco paramos para sacar fotos del paisaje (subiendo no se para a nada) y para descansar del descenso. Duelen las manos de apretar los frenos.
Continuamos la bajada y cuando llegamos a Viapará nos cruzamos con un ciclista vestido con una camiseta de algodón y un pantalón de hacer deporte normal y corriente. Su bicicleta era una bicicleta de montaña comprada en una gran superficie (no Decathlon, Carrefour o similar) que habría costado entre 40 y 100 euros. En el portabotello un bote de cocacola estándar (ni cero, ni light ni nada, cocacola cocacola). Tenía una sudada, el ciclista, como de recién salido de un baño turco y se afanaba en engranar la cadena que se le había salido.
Cuando llegamos a su altura consigue engranar la cadena, se sube a la bici y mirándonos, acalorado, sudoroso nos pregunta "¿queda mucho?"
No supe que responderle.
Al tran-tran, sin picarse y como buenos familiares llegamos a la Corredoria donde celebramos nuestra gesta con la correspondiente botella de sidra.
Algunos números:
- Kilómetros: 83.82
- Tiempo: 4:50:55
- Velocidad Media: 17.20 km/h
- Velocidad Máxima: 55.9 km/h
- Desnivel acumulado: 2.205 metros
- Calorías gastadas: 3.003
- Era la vez 13 que montaba en mi bici de carretera, la vez 17 que montaba en bici de carretera en toda mi vida.
A cuidarse
Javier Arias González
lunes, 26 de julio de 2010
Más fotos del Tour de Francia 2010
Las podéis encontrar en: http://www.boston.com/bigpicture/2010/07/2010_tour_de_france_-_part_ii.html
A cuidarse
Javier Arias González
A cuidarse
Javier Arias González
sábado, 17 de julio de 2010
Fotos Tour de Francia 2010
¿Qué pasa "biciosos"?
Si las fotos del Tour de Francia del 2009 eran impresionantes, las del año 2010 no lo son menos.
No os las perdáis.
http://www.boston.com/bigpicture/2010/07/2010_tour_de_france_-_part_i.html
A cuidarse
Javier Arias González
Si las fotos del Tour de Francia del 2009 eran impresionantes, las del año 2010 no lo son menos.
No os las perdáis.
http://www.boston.com/bigpicture/2010/07/2010_tour_de_france_-_part_i.html
A cuidarse
Javier Arias González
domingo, 11 de julio de 2010
¿Son resistentes las bicicletas de carbono?
A la vista de este video lo son...
A cuidarse
Javier Arias González
A cuidarse
Javier Arias González
lunes, 5 de julio de 2010
Sigue al equipo HTC - Columbia en Google Maps
El equipo HTC - Columbia está colaborando con Google en un experimento que os puede interesar.
Cada corredor del equipo lleva un dispositivo Android ejecutando la aplicación MyTracks y la información se está actualizando en tiempo real en Google Maps de forma que durante cada etapa del tour (y creo que también en las sesiones de entrenamiento de los días de descanso) puedes ir viendo la posición de cada uno de los corredores del equipo, su velocidad, la potencia que está desarrollando, la cadencia de pedaleo y su ritmo cardiaco.
La información puedes verla en tiempo real en esta página: http://www.google.com/intl/es/landing/mytrackstour/index.html
Actualización 6/Jul/2010. Se ha publicado también en el blog oficial de Google: http://googleblog.blogspot.com/2010/07/follow-team-htc-columbia-on-google-maps.html
A cuidarse
Javier Arias González
Cada corredor del equipo lleva un dispositivo Android ejecutando la aplicación MyTracks y la información se está actualizando en tiempo real en Google Maps de forma que durante cada etapa del tour (y creo que también en las sesiones de entrenamiento de los días de descanso) puedes ir viendo la posición de cada uno de los corredores del equipo, su velocidad, la potencia que está desarrollando, la cadencia de pedaleo y su ritmo cardiaco.
La información puedes verla en tiempo real en esta página: http://www.google.com/intl/es/landing/mytrackstour/index.html
Actualización 6/Jul/2010. Se ha publicado también en el blog oficial de Google: http://googleblog.blogspot.com/2010/07/follow-team-htc-columbia-on-google-maps.html
A cuidarse
Javier Arias González
sábado, 3 de julio de 2010
Una de indios
"No es el arco ni las flechas. Es el indio que las tira"Comentario de Victor cada vez que nos cruzamos con un "globero" con un pepino de bicicleta
A cuidarse
Javier Arias González
jueves, 1 de julio de 2010
Una bicicleta perfecta para mi
¿Qué pasa "biciosos"?
He encontrado una posible solución para mis probleas con el mear cuando voy en bicicleta.
A cuidarse
Javier Arias González
He encontrado una posible solución para mis probleas con el mear cuando voy en bicicleta.
A cuidarse
Javier Arias González
martes, 29 de junio de 2010
La Lugones Covadonga
La Lugones-Covadonga es una ruta en bicicleta que, como su propio nombre indica, discurre entre las localidades Asturianas de Lugones y Covadonga. 80km pácticamente llanos que acaban con el repecho de unos dos kilómetros que llevan hasta la explanada de la basílica de Covadonga.
Los familiares de los ciclistas hacen el recorrido en autobús de forma que una vez finalizada la ruta se organiza una comida con todos los ciclistas y familiares en la que se entrega un ramo de flores al ganador de la carrera. No hay premio para el segundo.
En la ruta participan una decena de amigos a cual más entrado en edad y/o kilos. Auténticos “profesionales” del ciclismo entre colegas que por una vez al año se ponen el cuchillo en los dientes y se disponen a hacer una ruta con la intención de ganar el ramo a toda costa. “A machete”, “Sin piedad”, “Estrategia”, “Chupar rueda”, “Hachazo” son términos que alcanzan una nueva dimensión en esta ruta.
La ruta la organiza la peña ciclista Jose Enrique Cima y en ella “compiten” varios del clan de los Cima y varios que tienen la equipación de la tienda Kike Bike. Algunos del clan de los Cima llevan equipación de Kike Bike y algunos ni somos del clan de los Cima ni llevamos equipación de Kike Bike. No consta que por ser miembro del clan de los Cima y/o por llevar o dejar de llavar equipación de Kike Bike se sea de un equipo o de otro. Se que todo esto es un poco lioso por lo que paso a presentaros a algunos de los protagonistas:
Quedamos en salir a las 8:00 y con puntualidad típicamente española nos pusimos en marcha a las 8:20.
Una peculiaridad de esta “competición” es la furgoneta de apoyo. Si pinchas se queda a esperarte y una vez reparado el pinchazo te subes a la furgoneta y ésta te reincorpora al pelotón. La primera misión de la furgoneta fue incorporar a la “carrera” a uno de los de Cima que se había quedado dormido porque la noche anterior había salido.
A pesar de ser esta una “carrera” “a muerte” el plan ya está trazado de antemano. Ritmo tranquilo los primeros 25 kilómetros que pica pa’riba. Ritmo más ágil a partir de ese momento que pica pa’bajo. Táctica de desgaste en pelotón hasta Cangas de Onis y de Cangas a Covadonga la competición final.
Nada más salir nos calló un chaparrón de agua tan de improvisto que no nos dio tiempo ni a ponernos los chubasqueros. Y ya una vez mojados… Menos mal que la temperatura era agradable.
A los pocos kilómetros de salir empezaron a sucederse los pinchazos. Curiosamente concentrados en aquellos que llevan equipación de Kike Bike. Se sospecha de que se trata de una estrategia para mantener el equipo fresco y descansado, pero nada se ha podido probar.
Los primeros 20km los hacemos a la espeluznante velocidad media de 23km/h. Lo que se viene a llamar a ritmo de competición. Yo aproveché la parada, de cuyo motivo no me acuerdo, para mear.
El de blanco se ha ido mostrando en cabeza todo el rato. Yo le observo y dudo.
El Furby me amenaza con atacar aprovechando mi siguiente parada a mear.
Los segundos 20km la media subió hasta los 25km/h. Yo me comí una barrita energética medio a escondidas para que mis rivales no se diesen cuenta de que me estaba alimentando bien.
En Infiesto la apisonadora pincha. Justo cuando más llovía. El abuelito se pone en cabeza e impone un ritmo de 35 km/h. Yo, que me he criado ciclísticamente hablando a rueda del abuelito, esta me la sé. Me pongo a su rueda y no me despego a pesar de que me salpique igual que si dirigiese la alcachofa de la ducha a directamente a la cara. El grupo se estira. Se sospecha que esto es una táctica del equipo Kike Bike, pero como aquí no hay equipos la sospecha es una tontería.
El Furby no lleva gafas y le cuesta ver. Lo mismo es buen momento para atarcarle. Si no fuera porque estamos muy lejos…
El de blanco se pone en paralelo con Raul y le pregunta porque vamos tan despacio. Gallu, gallu, gallu.
Yo vuelvo a tener ganas de mear. Contemplo la posibilidad de pararme, pero si el pelotón rueda a este ritmo no voy a poder pillarles y no estoy seguro de si podré aprovecharme de la furgoneta. Valoro la posibilidad de mearme encima, total llueve un montón, pero de momento la situación no es desesperada. Eso si, dejo de beber.
En algún momento ha dejado de llover, pero como estoy tan mojado y tan concentrado en la “carrera” no tengo claro cuando.
De repente se produce una caída en la cola del pelotón. Una bici le hizo el afilador a otra y el ciclista acabó en el suelo. Me acuerdo de una caída similar de Pilar en el 300. Por suerte en esta ocasión no ha sido nada y el pelotón se pone de nuevo en marcha. Estamos en el kilómetro 60, a las puertas de Arriondas, y yo, aprovechando la confusión general, he tenido tiempo de mear. Je, je, je, esto marcha.
De Arriondas a Cangas de Onis son 9 kilómetros y ya empieza a ser falso llano. El de blanco lleva plato pequeño con todo metido. Yo llevo el plato grande y no se en que piñón voy. Me pregunto si estaré haciendo bien, pero como paso los repechos relativamente bien dejo de preguntármelo.
Me como un trozo de dulce de guayaba. El arma secreta. Nadie se entera.
Kilómetro 68. A las puertas de Cangas de Onis. Por increíble que parezca vuelvo a tener ganas de mear. Pienso rápido y decido parar. Si espero llegaré meandome al tramo decisivo. Mientras estoy meando pienso que además al tener que atravesar Cangas de Onis el pelotón bajará el ritmo.
Me pongo en marcha. Acelero para tratar de alcanzar el pelotón lo antes posible. Les alcanzo pasado ya Cangas de Onis y cuando llego a su altura el de blanco está tirando del pelotón y el Furby me informa de que Rubén ha dado un hachazo y está por delante. Yo miro y por delante no veo a nadie. Ha abierto mucho hueco. Pienso que se ha escapado la posibilidad de ganar.
Pero al poco caigo en que el de blanco está rodando a un ritmo realmente alto. El pelotón se ha puesto a la caza. Me sitúo en los primeros puestos del pelotón pero procurando ir siempre a rueda.
A los tres o cuatro kilómetros alcanzamos a Ruben. Y como en los ciclistas de verdad el pelotón lo adelantó a toda velocidad. Parecíamos profesionales.
Estamos en los kilómetros de la verdad. El de blanco el primero, plato pequeño, todo metido, detrás, pegado al arcén, uno de los de Cima a su lado yo, detrás el resto. En un momento dado miro para atrás y cuento. Somos ocho, lo que quiere decir que tres ya se han quedado descolgados.
Veo que el de blanco intenta cambiar de plato. ¡Que ataca! ¡Que ataca! Que nervios.
Como a la vez tiene que bajar piñones el cambio le sale un poco chapuza y el ataque, aunque ataque, es totalmente previsible, al menos para mí. Salto a su rueda.
Hemos abierto hueco, pero no mucho. Yo voy pegado a la rueda y aguanto bien el ritmo. Los de atrás parece que han reaccionado y se están acercando. El blanco se da cuenta y levanta el pie por unos segundos. Cuando el pelotón se reagrupa comenta: “Se nota que vamos fuertes. ¿No quiere tirar nadie?”.
Paulino acepta el reto de Pepsi y se pone en cabeza. Se recupera el ritmo de “carrera”. Paulino y el de Blanco en paralelo en cabeza. El de cima detrás de Paulino y yo detrás del de blanco. Detrás nuestro los otros cuatro. El ataque ha estado bien, pero nadie se ha quedado descolgado.
El de Cima pilla un bache. Pequeño pero profundo. Revienta la rueda delantera (luego me enteré que la trasera también). “Venga, buena suerte” se despide. Pinchar a tres kilómetros de la meta es una faena, pero oye, era un rival muy peligroso.
De repente aparece atacando desde atrás la Apisonadora de Cuatro Caños. Al pasar a mi altura comenta algo como “Vamos Javier”.
Salto a su rueda.
El ataque es demoledor. Estamos subiendo, tengo el plato metido y tengo que meter más piñones para poder seguirle.
Miro hacia atrás y veo que el Furby también ha saltado. Está unos metros por delante del pelotón que encabeza el de blanco.
Pero el ritmo de la Apisonadora es brutal. El hueco se hace más grande. El corazón se me sale por la boca, pero alcanzo a decir. “Despacio, despacio que queda mucho y tenemos mucho hueco”. No se si fue un consejo táctico, todavía quedaba kilómetro y medio; o si fue una petición de piedad, si sigue a ese ritmo me descuelga; pero sea como sea la apisonadora relajó un punto el ritmo adaptándolo a la carretera que se hacía cada vez más empinada.
Aguanté a rueda hasta la curva de la cueva. En la curva decidí aumentar el ritmo. La apisonadora no me siguió. Faltan tres curvas para la meta.
Curva a la derecha. Miro hacia atrás. Tengo hueco. Mi ritmo no es muy alto, pero he ganado unos pocos metros.
Viene la curva a la izquierda vuelvo a mirar hacia atrás. Temo un ataque sorpresa de la apisonadora desde atrás. Me levanto sobre la bicicleta y ataco la curva por el lado más corto y duro.
Se acerca la última curva. Voy a ganar. VOY A GANAR.
Entro en la explanada de la basílica y busco con la mirada a los familiares. La explanada está llena de gente, pero allí nadie se percata del combate que acaba de acontecer.
La apisonadora llega el segundo. El de blanco el tercero y Paulino el cuarto. El furby, que llega el quinto, menciona problemas con su cambio de plato pero reconoce que no le ha salido la estrategia.
Son poco más de las 11 y la velocidad media ha sido de 28,8km/h. No esta mal para un pueblo.
El de blanco dice “Ahora a los lagos”. Gallu, gallu, gallu.
Yo digo que vale, pero que no tengo agua. El Furby me ofrece su botello que está casi lleno. La apisonadora se suma. No habíamos dado tiempo ni a llegar al sexto cuando ya estábamos en marcha hacia los lagos.
Empezamos a subir y la apisonadora pone un ritmo que a mi me parece demasiado alto, yo todavía estoy intentando recuperar la respiración.
Me pongo a su lado y le comento que así no llegamos hasta arriba. A lo que él me contesta que hasta arriba que no, que sólo subimos un par de kilómetros.
Tras unos momentos de dudas decidimos que hasta arriba.
Ponemos nuevo ritmo y poco a poco vamos subiendo.
La huesera bien. El de blanco se descolgó un poco, pero se reincorporó al poco de pasarla.
El mirador de la reina regular. Se empieza a notar en las piernas la juerga del final de la carrera.
Después del mirador de la reina parece que el de blanco se pone en cabeza. Que la apisonadora sube bien.
Yo, que no tengo muy claro de que vamos, decido que pongo yo el ritmo.
No separamos. Yo por delante. La apisonadora por detrás y el de blanco más atrás todavía.
Los últimos repechos se hacen eternos a pesar de ser prácticamente falsos llanos. Mi ritmo es bueno, pero no para tirar cohetes.
Por fin llego al lago Enol. Apoyo la bicicleta y me dispongo a esperar a mis colegas de ruta para sacar la típica foto a orillas del lago.
Poco más. Descenso rápido. Ducha. Comida y mucho buen rollo. Este año no ha habido ramo, cosas de la crisis supongo, pero da igual. Sea como sea seré campeón por un año.
Los familiares de los ciclistas hacen el recorrido en autobús de forma que una vez finalizada la ruta se organiza una comida con todos los ciclistas y familiares en la que se entrega un ramo de flores al ganador de la carrera. No hay premio para el segundo.
En la ruta participan una decena de amigos a cual más entrado en edad y/o kilos. Auténticos “profesionales” del ciclismo entre colegas que por una vez al año se ponen el cuchillo en los dientes y se disponen a hacer una ruta con la intención de ganar el ramo a toda costa. “A machete”, “Sin piedad”, “Estrategia”, “Chupar rueda”, “Hachazo” son términos que alcanzan una nueva dimensión en esta ruta.
La ruta la organiza la peña ciclista Jose Enrique Cima y en ella “compiten” varios del clan de los Cima y varios que tienen la equipación de la tienda Kike Bike. Algunos del clan de los Cima llevan equipación de Kike Bike y algunos ni somos del clan de los Cima ni llevamos equipación de Kike Bike. No consta que por ser miembro del clan de los Cima y/o por llevar o dejar de llavar equipación de Kike Bike se sea de un equipo o de otro. Se que todo esto es un poco lioso por lo que paso a presentaros a algunos de los protagonistas:
- Paulino. Posiblemente la persona con más peso en el grupo. Equipación de Kike Bike
- Rubén. El más joven, ese que lleva una bicicleta digna del Pakefte (con cambios en el cuadro).
- El de blanco (Luis). Ese al que no conoces pero que nada más llegar te fijas en él. Enseguida te das cuenta de que por cuerpo y por tener las piernas depiladas va a ser un serio aspirante al triunfo final.
- El Furby parlanchín (Jorge). Mote que se ha ganado a base de no callarse mientras monta en bici. Conocido por su dominio de la estrategia. Lleva maillot de Kike Bike.
- El abuelito (Raul). Convaleciente de una operación de rodilla se trató con una dieta de proteínas el día anterior (parrillada familiar) pero se sospecha que fue la escusa para no salir el sábado y así reservarse para el domingo. Equipación de Kike Bike.
- La apisonadora de cuatro caños (Oscar). Posiblemente el más fuerte/potente de todo el grupo aunque a veces le falla la estrategia. Equipación de Kike Bike.
- Yo. Ese que se ha planificado todo un año trabajando el fondo con un 200, un 300 y un 400 y trabajando las subidas con una Quebrantahuesos con el objetivo único de ganar esta prueba; como decía Luis Aragonés, por lo civil o por lo criminal
Quedamos en salir a las 8:00 y con puntualidad típicamente española nos pusimos en marcha a las 8:20.
Una peculiaridad de esta “competición” es la furgoneta de apoyo. Si pinchas se queda a esperarte y una vez reparado el pinchazo te subes a la furgoneta y ésta te reincorpora al pelotón. La primera misión de la furgoneta fue incorporar a la “carrera” a uno de los de Cima que se había quedado dormido porque la noche anterior había salido.
A pesar de ser esta una “carrera” “a muerte” el plan ya está trazado de antemano. Ritmo tranquilo los primeros 25 kilómetros que pica pa’riba. Ritmo más ágil a partir de ese momento que pica pa’bajo. Táctica de desgaste en pelotón hasta Cangas de Onis y de Cangas a Covadonga la competición final.
Nada más salir nos calló un chaparrón de agua tan de improvisto que no nos dio tiempo ni a ponernos los chubasqueros. Y ya una vez mojados… Menos mal que la temperatura era agradable.
A los pocos kilómetros de salir empezaron a sucederse los pinchazos. Curiosamente concentrados en aquellos que llevan equipación de Kike Bike. Se sospecha de que se trata de una estrategia para mantener el equipo fresco y descansado, pero nada se ha podido probar.
Los primeros 20km los hacemos a la espeluznante velocidad media de 23km/h. Lo que se viene a llamar a ritmo de competición. Yo aproveché la parada, de cuyo motivo no me acuerdo, para mear.
El de blanco se ha ido mostrando en cabeza todo el rato. Yo le observo y dudo.
El Furby me amenaza con atacar aprovechando mi siguiente parada a mear.
Los segundos 20km la media subió hasta los 25km/h. Yo me comí una barrita energética medio a escondidas para que mis rivales no se diesen cuenta de que me estaba alimentando bien.
En Infiesto la apisonadora pincha. Justo cuando más llovía. El abuelito se pone en cabeza e impone un ritmo de 35 km/h. Yo, que me he criado ciclísticamente hablando a rueda del abuelito, esta me la sé. Me pongo a su rueda y no me despego a pesar de que me salpique igual que si dirigiese la alcachofa de la ducha a directamente a la cara. El grupo se estira. Se sospecha que esto es una táctica del equipo Kike Bike, pero como aquí no hay equipos la sospecha es una tontería.
El Furby no lleva gafas y le cuesta ver. Lo mismo es buen momento para atarcarle. Si no fuera porque estamos muy lejos…
El de blanco se pone en paralelo con Raul y le pregunta porque vamos tan despacio. Gallu, gallu, gallu.
Yo vuelvo a tener ganas de mear. Contemplo la posibilidad de pararme, pero si el pelotón rueda a este ritmo no voy a poder pillarles y no estoy seguro de si podré aprovecharme de la furgoneta. Valoro la posibilidad de mearme encima, total llueve un montón, pero de momento la situación no es desesperada. Eso si, dejo de beber.
En algún momento ha dejado de llover, pero como estoy tan mojado y tan concentrado en la “carrera” no tengo claro cuando.
De repente se produce una caída en la cola del pelotón. Una bici le hizo el afilador a otra y el ciclista acabó en el suelo. Me acuerdo de una caída similar de Pilar en el 300. Por suerte en esta ocasión no ha sido nada y el pelotón se pone de nuevo en marcha. Estamos en el kilómetro 60, a las puertas de Arriondas, y yo, aprovechando la confusión general, he tenido tiempo de mear. Je, je, je, esto marcha.
De Arriondas a Cangas de Onis son 9 kilómetros y ya empieza a ser falso llano. El de blanco lleva plato pequeño con todo metido. Yo llevo el plato grande y no se en que piñón voy. Me pregunto si estaré haciendo bien, pero como paso los repechos relativamente bien dejo de preguntármelo.
Me como un trozo de dulce de guayaba. El arma secreta. Nadie se entera.
Kilómetro 68. A las puertas de Cangas de Onis. Por increíble que parezca vuelvo a tener ganas de mear. Pienso rápido y decido parar. Si espero llegaré meandome al tramo decisivo. Mientras estoy meando pienso que además al tener que atravesar Cangas de Onis el pelotón bajará el ritmo.
Me pongo en marcha. Acelero para tratar de alcanzar el pelotón lo antes posible. Les alcanzo pasado ya Cangas de Onis y cuando llego a su altura el de blanco está tirando del pelotón y el Furby me informa de que Rubén ha dado un hachazo y está por delante. Yo miro y por delante no veo a nadie. Ha abierto mucho hueco. Pienso que se ha escapado la posibilidad de ganar.
Pero al poco caigo en que el de blanco está rodando a un ritmo realmente alto. El pelotón se ha puesto a la caza. Me sitúo en los primeros puestos del pelotón pero procurando ir siempre a rueda.
A los tres o cuatro kilómetros alcanzamos a Ruben. Y como en los ciclistas de verdad el pelotón lo adelantó a toda velocidad. Parecíamos profesionales.
Estamos en los kilómetros de la verdad. El de blanco el primero, plato pequeño, todo metido, detrás, pegado al arcén, uno de los de Cima a su lado yo, detrás el resto. En un momento dado miro para atrás y cuento. Somos ocho, lo que quiere decir que tres ya se han quedado descolgados.
Veo que el de blanco intenta cambiar de plato. ¡Que ataca! ¡Que ataca! Que nervios.
Como a la vez tiene que bajar piñones el cambio le sale un poco chapuza y el ataque, aunque ataque, es totalmente previsible, al menos para mí. Salto a su rueda.
Hemos abierto hueco, pero no mucho. Yo voy pegado a la rueda y aguanto bien el ritmo. Los de atrás parece que han reaccionado y se están acercando. El blanco se da cuenta y levanta el pie por unos segundos. Cuando el pelotón se reagrupa comenta: “Se nota que vamos fuertes. ¿No quiere tirar nadie?”.
Paulino acepta el reto de Pepsi y se pone en cabeza. Se recupera el ritmo de “carrera”. Paulino y el de Blanco en paralelo en cabeza. El de cima detrás de Paulino y yo detrás del de blanco. Detrás nuestro los otros cuatro. El ataque ha estado bien, pero nadie se ha quedado descolgado.
El de Cima pilla un bache. Pequeño pero profundo. Revienta la rueda delantera (luego me enteré que la trasera también). “Venga, buena suerte” se despide. Pinchar a tres kilómetros de la meta es una faena, pero oye, era un rival muy peligroso.
De repente aparece atacando desde atrás la Apisonadora de Cuatro Caños. Al pasar a mi altura comenta algo como “Vamos Javier”.
Salto a su rueda.
El ataque es demoledor. Estamos subiendo, tengo el plato metido y tengo que meter más piñones para poder seguirle.
Miro hacia atrás y veo que el Furby también ha saltado. Está unos metros por delante del pelotón que encabeza el de blanco.
Pero el ritmo de la Apisonadora es brutal. El hueco se hace más grande. El corazón se me sale por la boca, pero alcanzo a decir. “Despacio, despacio que queda mucho y tenemos mucho hueco”. No se si fue un consejo táctico, todavía quedaba kilómetro y medio; o si fue una petición de piedad, si sigue a ese ritmo me descuelga; pero sea como sea la apisonadora relajó un punto el ritmo adaptándolo a la carretera que se hacía cada vez más empinada.
Aguanté a rueda hasta la curva de la cueva. En la curva decidí aumentar el ritmo. La apisonadora no me siguió. Faltan tres curvas para la meta.
Curva a la derecha. Miro hacia atrás. Tengo hueco. Mi ritmo no es muy alto, pero he ganado unos pocos metros.
Viene la curva a la izquierda vuelvo a mirar hacia atrás. Temo un ataque sorpresa de la apisonadora desde atrás. Me levanto sobre la bicicleta y ataco la curva por el lado más corto y duro.
Se acerca la última curva. Voy a ganar. VOY A GANAR.
Entro en la explanada de la basílica y busco con la mirada a los familiares. La explanada está llena de gente, pero allí nadie se percata del combate que acaba de acontecer.
La apisonadora llega el segundo. El de blanco el tercero y Paulino el cuarto. El furby, que llega el quinto, menciona problemas con su cambio de plato pero reconoce que no le ha salido la estrategia.
Son poco más de las 11 y la velocidad media ha sido de 28,8km/h. No esta mal para un pueblo.
El de blanco dice “Ahora a los lagos”. Gallu, gallu, gallu.
Yo digo que vale, pero que no tengo agua. El Furby me ofrece su botello que está casi lleno. La apisonadora se suma. No habíamos dado tiempo ni a llegar al sexto cuando ya estábamos en marcha hacia los lagos.
Empezamos a subir y la apisonadora pone un ritmo que a mi me parece demasiado alto, yo todavía estoy intentando recuperar la respiración.
Me pongo a su lado y le comento que así no llegamos hasta arriba. A lo que él me contesta que hasta arriba que no, que sólo subimos un par de kilómetros.
Tras unos momentos de dudas decidimos que hasta arriba.
Ponemos nuevo ritmo y poco a poco vamos subiendo.
La huesera bien. El de blanco se descolgó un poco, pero se reincorporó al poco de pasarla.
El mirador de la reina regular. Se empieza a notar en las piernas la juerga del final de la carrera.
Después del mirador de la reina parece que el de blanco se pone en cabeza. Que la apisonadora sube bien.
Yo, que no tengo muy claro de que vamos, decido que pongo yo el ritmo.
No separamos. Yo por delante. La apisonadora por detrás y el de blanco más atrás todavía.
Los últimos repechos se hacen eternos a pesar de ser prácticamente falsos llanos. Mi ritmo es bueno, pero no para tirar cohetes.
Por fin llego al lago Enol. Apoyo la bicicleta y me dispongo a esperar a mis colegas de ruta para sacar la típica foto a orillas del lago.
Poco más. Descenso rápido. Ducha. Comida y mucho buen rollo. Este año no ha habido ramo, cosas de la crisis supongo, pero da igual. Sea como sea seré campeón por un año.
Os dejo el perfil (sólo hasta la cima de los lagos, donde me quedé sin batería)
Estos son los números de la ruta;
- Kilómetros: 103.96 (80+12+12)
- Tiempo empeleado: 4:33:42
- Velocidad media 22.7km/h (28.8 hasta la basílica)
- Velocidad máxima 63.7 km/h (bajando de los lagos)
- Calorías consumidas: 3.127
- Pulsaciones medias: 129
- Pulsaciones máximas: 194 (ese ataque demoledor de la apisonadora casi me mata)
A cuidarse
Javier Arias González
lunes, 21 de junio de 2010
Quebrantahuesos - Mi primera experiencia
Aviso a navegantes: No hay manera de que pueda hacer una crónica de mi primera Quebrantahuesos y que ésta sea breve. Ni siquiera lo voy a intentar. Es más, voy a intentar reflejar cuantos más recuerdos mejor. No te sientas obligado a leer la crónica, seguramente tenga sólo sentido para mi.
Aviso a navegantes 2: Yo intento darle a toda la crónica un tono de cachondeo. Para disfrutarla es en ese plan en el que debe leerse.
El viernes ibamos camino a Sabiñánigo y al ir a hacer la parada a mitad de camino vi que el parking del bar tenía una zona con techo. Como picaba el sol pensé, voy a meter el coche bajo el techo para que se quede a la sombra. Y oye, la maniobra la hice perfecta. Claro que cai en que algo no iba bien al sentir un golpe y ver que la baca del coche salía despedida hacia atrás con la bicicleta enganchada a ella.
El típico fallo del que se olvida de que lleva la bicicleta con la que piensa hacer la Quebrantahuesos en la baca e intenta aparcar en una plaza con techo.
Eso si, impresionante la suerte que tuve porque a la bici no le paso (casi) nada. El golpe se lo llevó la tija y no parece que sea nada más que un raspón.
Lo que parece claro es que yo no puedo acudir a una marcha ciclista con bici de carretera y no sufrir algún percance en el camino.
Sin más sorpresas llegamos a Sabiñánigo y me voy a recoger el chip y la bolsa con los regalos (un botello, una revista de ciclismo, un libro conmemorativo de los 20 años de la Quebrantahuesos, el maillot y un montón de publicidad).
Al tema que me enrollo.
El sábado me levanté a las 6:30. Había quedado con Agustín y con Jose, el de la tallbike, a las 6:30.
A las 6:30, con puntualidad no hispana, nos juntamos y empezamos a pedalear. Este es el aspecto que llevaban mis acompañantes.
Decir que llamábamos la atención es poco. En los poco más de 11km que teníamos hasta Sabiñánigo fueron incontables los que nos pitaron y nos sacaron fotos.
Llegamos a Sabiñánigo y nos pusimos a la cola de la salida. Jose nos decía que mejor que saliésemos de los últimos porque la gente sale muy deprisa y con muchos nervios.
Dieron la salida y nosotros esperamos pacientemente a que, varios minutos más tarde, los ciclistas empezasen a moverse.
Cuando vimos el camino medio despejado nos pusimos en movimiento. Pero a los pocos metros vimos que los ciclistas estaban de nuevo parados.
Nos paramos nosotros también.
Charlábamos tranquilamente.
De repente me doy cuenta que todos los que están parados llevan el dorsal de la Trepariscos. Se lo digo al Agustín y a Jose y caemos en la cuenta de que los de la Quebrantahuesos ya se han ido. Hace lo menos tres minutos.
Nos metemos entre los ciclistas y llegamos a la primera fila. Los periodistas están frente a nosotros sacando fotos. Yo hasta creo que he salido en varias.
Cuando les decimos que somos de la Quebrantahuesos nos abren hueco. A Jose le dejo pasar Marino Lejarreta.
Una chica de la organización nos preguntó si éramos de la Quebrantahuesos. Si, dije yo.
Pues espera que sino no te va a tomar el tiempo el chip.
La chica avisa a alguien que toquetea en la máquina del chip y nos dice "ahora".
Pasamos y se nos toma tiempo.
Nos ponemos en marcha. La carretera está vacía, no se ve a nadie de la Quebrantahuesos. Vamos los últimos.
Bueno los últimos no. Todavía aparecen dos ciclistas más por detrás de nosotros. Dos gallegos. Uno de ellos en bici de montaña con ruedas finas.
Ya somos cinco.
Pero en vez de ser un pelotón el gallego que lleva bici de carretera tira hacia adelante. El de la bici de montaña se va quedando y Agustín, Jose y yo vamos agrupados.
Yo no me recuerdo nervioso. Tampoco preocupado. Creo recordar que me lo tomé con filosofía.
En un momento dado Jose, que es el único de los cinco que había hecho la Quebrantahuesos, comenta que es raro que este año no se pase por el pueblo, que el se acuerda de que el año pasado se pasó y que había mucha gente aplaudiendo. No le hacemos mucho caso y seguimos pedaleando.
Estamos en una carretera general en constante sube y baja pero ganando altura. Rodamos ágiles, pero no vemos a nadie. Hasta cierto punto normal. Entre unas cosas y otras el último nos debe de sacar cinco minutos como mínimo.
Mira, el gallego que va delante se ha parado.
Cuando nos acercamos a el nos dice. Hay que dar la vuelta. He preguntado y teníamos que haber cogido un desvío a Jaca.
¿¿¿¿¿QUE?????
Que si, que si, que tenemos que dar la vuelta que nos hemos pasado. Que tenemos que coger un desvío hacia Jaca.
Pues nada. Damos la vuelta y vamos en busca del desvío a Jaca.
A los dos o tres kilómetros el gallego de la bici de montaña pincha. Cuando le adelantamos Jose le desea buena suerte, pero no nos paramos.
Por fin llega el desvío a Jaca. Hemos tenido que retroceder 6 kilómetros.
Quiere esto decir que hemos hecho 12 kilómetros más de los debidos (eso sin contar los 11 desde nuestro hospedaje hasta Sabiñánigo), que el último de la Quebrantahuesos nos saca como mínimo media hora. Y, lo que es más preocupante para mi, que en este grupo de cinco nadie tiene ni idea del recorrido y nos quedan unos 200km por delante. Impresionante el panorama.
Atravesamos Sabiñánigo. Jose tenía razón. Pero ya no había nadie para aplaudir. Eso si, la bicicleta de Jose seguía llamando la atención.
Vamos dirección a Jaca. Tenemos viento de cara. Hacemos grupeta. El gallego que va en bici de carretera se va hacia delante y le perdemos de vista. El gallego en bici de montaña va por detrás, pero no chupa rueda; se mantiene a una distancia constante. Agustín comenta algo de que a él este terreno/ritmo no le viene bien. Yo me pongo a la cabeza del grupo y pongo ritmo aceptable, Agus detrás de mi y Jose detrás de Agus. Jose, con su bicicleta, ni sirve para ir delante ni se beneficia por ir detrás. A pesar de que el terreno no es del todo desfavorable yo diría que rodamos a 25km/h de media. El viento nos está castigando un poco.
Nos cruzamos con un par de ciclistas que vienen en sentido contrario. Jose les pregunta que qué pasa. Uno de ellos dice que le duelen las rodillas. Otro lleva la bici con un brazo mientras el otro lo lleva pegado al cuerpo. Me apiado de él. Otros no contestan y le miran la bici con cara de asombrados.
En Jaca hay que hacer un giro a la derecha y mira tu por donde acertamos a hacerlo perfectamente.
El número de ciclistas que vienen en sentido contrario empieza a aumentar considerablemente. Bajan en grupos.
Jose les pregunta y de repente un grupo contesta "es que está lloviendo".
¡¡Coño!! Como está lloviendo se dan la vuelta. Supongo que al gallego eso le sonaría tan raro como a mi que soy asturiano.
Vamos a ver. Se ven nubes en las montañas si. Pero que lloviese entraba dentro de las posibilidades ¿no? No entiendo porque se dan la vuelta.
El caso es que a medida que avanzamos hacia Canfranc más ciclistas bajaban.
A cada grupo Jose les preguntaba. Muchos grupos no contestaban. Les llamaba demasiado la atención la bicicleta de Jose. Pero alguien en uno de los grupos contestó "Es que esta lloviendo mucho".
Sigo sin comprarlo. ¿Hemos venido a montar en bici o a darnos un paseo?.
Llegamos a Canfranc y está lloviznado. Paramos a ponernos el chubasquero. A estas alturas si no nos hemos cruzado con 200 ciclistas no nos hemos cruzado con ninguno.
Yo comento que hacemos un grupo raro, uno en una tallbike, otro en una bici de carbono pero con un trasportín full equipe y otro en bici de montaña. Afirmo que yo soy el único que da el pego como pro del grupo. A lo que Jose responde que de eso nada, que yo tenía demasiados pelos en las piernas. No pude más que darle la razón.
Nos ponemos a subir. Enseguida quedamos Jose y yo por delante, el gallego por detrás y Agustín más retrasado. Llueve. Bastante.
Le pregunto a Jose que cuantos kilómetros tenemos de puerto y me dice que no lo sabe. Pues vaya. A mi me gusta saber lo que me viene por delante porque me ayuda regularme.
Decido preguntar a los ciclistas que bajan. No me contestan. Sólo miran la bicicleta de Jose y le vitorean.
Al pasar por la estación de Canfranc unos ciclistas que estaban al borde de la carretera (subiendo las bicis al coche) me contestan que nueve kilómetros. Ya me quedo yo más tranquilo.
Subimos a un buen ritmo. Llueve mucho y yo diría que el viento es en contra.
Pasamos por Candanchú y Jose comenta que ahí es donde se pone el avituallamiento. Pues será, pero alli no queda nada. Lo han desmontado entero. Pero entero. Vamos que sólo había unos pocos papeles por el suelo. Seguimos sin parar.
Llegamos al alto de Somport. Son las 11:14. Lo reporto en el Buzz. Llueve y hace mucho viento. Nos paramos debajo el techo del paso fronterizo a esperar a Agustin. Me como una barrita. Tirito de frio.
Llega el gallego en su bici de montaña y se para con nosotros. Varios ciclistas que están allí parados convencen a Jose de que no debe de seguir. Al parecer la bajada de Somport es muy peligrosa, incluso ha habido un derrumbamiento de tierra sobre la calzada, y con su bici es demasiado arriesgado.
Jose decide que el no sigue, que se queda en el alto de Somport con los ciclistas a esperar al autobús de la organización. Llega Agustín. El me pide opinión y yo opino que sigo. El se suma a la opinión. Al gallego no le preguntamos pero en todo momento dio sensación de que quería seguir. Agustín se prepara para el descenso. Camisa de algodón, chubasquero, pantalones impermeables, guantes de lana, guantes de fregar por encima. Desde luego no era muy ortodoxo pero a mi me estaba dando una envidia de la leche. No se porque me da a mi que voy a pasar frío en la bajada.
Venga. Despacito. Nos ponemos a bajar. Yo delante, detrás el gallego y luego Agustín. Llegamos al sitio donde está la máquina excavadora quitando la tierra que se ha caído sobre la carretera. Pasamos con mucho cuidado. Voy bajando despacio. Tomando las curvas casi parado. Esta lloviendo mucho y yo estoy tiritanto. Tanto que muevo el manillar con mis tiritonas.
Llegamos a un cruce. Están los de la organización allí. ¡¡¡Bien!!! Les pregunto y me dicen que hacia la derecha. Miro para atrás y veo al gallego pero no a Agustín. Le comento, vamos a dejarnos caer despacio para que entre Agustín. Así lo hacemos.
Nos dejamos caer un par de kilómetros. Pasamos por un pueblo y en una especie de casa/bar había un montón (¿30? ¿50?) de ciclistas refugiados. Se habían retirado y estaban esperando al autobús.
Nos dejamos caer unos kilómetros más. Le comento al gallego que esto es muy raro que yo paro. El decide parar conmigo. Nos bajamos de la bici y el gallego se dedica a corrotear bajo la lluvia para entrar en calor. Después de esperar lo que me pareció un mundo el gallego me dice que llevamos 12 minutos esperando. Llamo al Agustín al móvil. Apagado o fuera de cobertura. El gallego dice que el se va y yo me subo a la bici, pero no han pasado ni 50 metros y le digo que yo doy la vuelta a por Agustín. El decide seguir.
Yo me doy la vuelta y empiezo a subir apretando un poco el ritmo. Paso por el pueblo y vuelvo a ver a los ciclistas atechados. Sigo un par de kilómetros más y de Agustín no hay rastro. Me paro. ¿Que hago? Le llamo. Apagado o fuera de cobertura. Le dejo un mensaje. Creo que me salió un poco desesperado. Agustín cuando puedas dame un toque al movil que me quedo preocupado. Yo voy a tirar.
Doy la vuelta y pedaleo de nuevo hacia abajo. Pego un par de gritos con toda mi alma para quitarme la tensión. Me fastidia dejar atrás a Agustín. Espero que esté bien. Aprieto el ritmo, el terreno es favorable, pero las condiciones son malas. Llueve, estoy helado, triste y encima no conozco el recorrido.
En cada rotonda tengo que sacar el mapa de la organización para guiarme. Tomo un par de cruces esperando no haberme equivocado.
Me paro en una rotonda a mirar el mapa. De repente aparece un coche por detrás. Miro y resulta que es un coche con un cartel que dice algo así como "final de la carrera". Les pregunto el camino y me dicen: "en dirección a Escort". Sin perder tiempo me pongo en marcha. Se ponen a mi altura me informan de que soy el último y me preguntan que tal voy. Les contesto que bien. Y no miento. Realmente estaba bien de fuerzas y mi pedaleo era ágil. Las fuerzas no eran problema. Se ponen detrás de mi durante algunos kilómetros. Yo creo que me están midiendo y cuando llegaron a la conclusión de que podía seguir, o cuando se aburrieron, se volvieron a poner a mi altura y me dijeron, "tu sigue que nosotros ya volvemos".
Paso por Escot. Se supone que allí había un avituallamiento líquido, pero alli no está ni el apuntador.
Ruedo muy rápido, a plato. Tanto es así que en el cruce en el que hay que girar a la derecha para empezar a subir la Marie-Blanque me lo paso. Menos más que los de la organización estaban en el cruce me vieron pasar y me chillaron. Tuve que rodar hacia atrás unos 100 metros. Cuando llego a su altura les pregunto cuanto queda hasta la cima. Me dicen que nueve kilómetros. Les doy las gracias y meto plato mediano porque la primera rampa ya lo pide.
En la Quebrantahuesos uno sabe donde empiezan los puertos por la cantidad de geles y envoltorios de barritas que ve tirados por el suelo. Siguiendo la pista de los "pro" saco el gel que llevo para las emergencias y me tomo la mitad. También me tomo una barrita y bebo del líquido mezclado con polvos mágicos. Vamos a ser prudentes que de lo poco que se del recorrido es que la Marie-Blanque es muy dura.
Y vaya que si lo es. Es uno de estos puertos en los que en cada kilómetro te anuncian lo que te viene a continuación. Algo así como te faltan 8 kilómetros a continuación tiene usted un kilómetro con un desnivel medio de 4%. Y el caso es que será sensación mía, pero a mi me parece que por cada kilómetro que andaba el porcentaje del siguiente kilómetro subía un 1%.
Faltan seis kilómetros para la cumbre. Me tomo la otra mitad del gel porque esto se está poniendo duro.
Anda, mira, el gallego. Le alcanzo a unos cinco kilómetros de la cumbre y le adelanto. Me disculpo por no subir a su ritmo, pero es que no puedo subir tan despacio como él. El tiene desarrollos de bici de montaña y le permiten subir más despacio.
Yo no se cuanto faltaba para la cumbre. Yo diría que cuatro kilómetros. Voy con todo metido y me estoy empezando a encontrar mal. Muy mal. Sudores fríos, ganas de vomitar y me estoy mareando. Me autodiagnostico bajada de tensión.
Empiezo a pensar si es posible vomitar en marcha y si vomitar me calmaría. Decido que no, que me dejaría el estomago vació y mal cuerpo. Todavía me quedan 100 kilómetros, dos puertos y lo que queda de este.
Me pongo a hacer eses en la carretera. De un lado a otro. Prácticamente ruedo en llano. Me abro el chubasquero y el maillot. La lluvia al mojarme el pecho me alivia. Parece que recupero el tono.
Sigo subiendo haciendo eses. Todo metido. Pedaleando muy despacio. A seis kilómetros por hora.
A lo lejos diviso otro ciclista. Sube andando. Cuando llego a su altura le pregunto si se encuentra bien. Contesta que si. Le pido disculpas por no parar "pero es que si paro no arranco". Lo digo como lo siento. Sigo a mi ritmo. Me alegro de haber adelantado a un ciclista del grupo principal.
La subida cada vez es más dura. Los kilómetros son eternos. Encima, con las eses que hago, yo creo que recorro 1.300 metros por cada kilómetro. En esas tonterías me entretengo pensando.
Al poco veo que por detrás se acerca el ciclista que estaba caminando. No es que venga a un ritmo rápido, pero decididamente avanza más rápido que yo. Como no podía ser de otra manera a los pocos metros me adelanta. Se acabó la alegría de adelantar a un ciclista del grupo principal.
Sigo subiendo poco a poco. No puedo decir que me encontrase mejor. Lo que en realidad pasaba es que había encontrado el equilibrio. Al ritmo al que subía podía aguantar, me costaba, sufría, pero podía aguantar. Sabía que no me bajaría de la bici.
Y menos al volver a ver al ciclista que me acababa de adelantar parado al lado de la bici. Una mano en el manillar, la otra en el sillín. La cabeza apoyada en el tubo del cuadro. Cuerpo en posición de Pi/2. Esta que no puede más.
Le adelanto y poco a poco sigo subiendo hasta que por fin llego al alto de la Marie-Blanque. Son las 14:20. Del puesto de avituallamiento sólo quedan los papeles por el suelo.
Saco el teléfono y veo que tengo una llamada de Agustín y un mensaje corto. Me dice está esperando un autobús de la organización. Me alegro. No porque se haya retirado sino porque si el mensaje fuese que el estaba siguiendo no me perdonaría el haberle dejado atrás. Le envío un mensaje corto "ok. yo sigo"
Ya que tengo el teléfono en la mano tomo la foto de rigor.
Me dispongo a reportarla en Buzz pero descubro que los móviles de pantalla táctil molan mucho, pero no funcionan bien bajo la lluvia. Estoy pegándome con el teléfono cuando veo pasar al ciclista que se había parado. Prácticamente sin saludar se pone a descender. Vamos, Javier, date prisa que se te escapa la posibilidad de ir con alguien que pueda conocer el camino. Sigo intentando que el teléfono, empapado por la lluvia que le está cayendo encima, me responda. Pasan un par de minutos, me estoy quedando frio y el teléfono no responde, lo dejo por imposible y me pongo en marcha.
Empiezo el descenso. A los dos o tres kilómetros me encuentro con unos excursionistas que están haciendo una barbacoa en una carpa. ¡¡¡Con lo que está lloviendo!!!. Me paro y les pido agua. Me la dan. Y también frutos secos y pan. En esto aparece el gallego bajando y llamo su atención. También se para. Recarga agua y se come unos conguitos que le dan. Damos las gracias mil veces y nos ponemos en marcha.
Yo no conozco el recorrido, pero el gallego menos. En cada cruce saco el mapa de la organización. Está empapado por el agua, pero nos sirve para guiarnos.
Yo ruedo en cabeza marcando el ritmo, tranquilo pero sin pausa. El gallego detrás. Pero no chupa rueda. Llegamos a Laruns y hay personas de la organización indicándonos los desvíos. Empezamos a subir.
Empezamos a subir y el gallego se queda. Yo sigo a mi ritmo. El Portalet es muy largo (29 km) hay que tomárselo con calma. Me como una barrita y me como una pastilla de dulce de guayaba, el arma secreta.
Empiezo a hacer cálculos de cuando llegaré a Sabiñánigo. Quiero avisar a la familia. Saco el teléfono, pero sigue lloviendo y el teléfono sigue volviéndose loco con las gotas que caen en la pantalla. Lo vuelvo a guardar.
En el Portalet también tienes las señales que te van cantando los kilómetros. Pero aquí son más asequibles. Un kilómetro al 1%. Otro al 3%. Las sensaciones en las piernas no son buenas, pero esto es llevadero.
Van pasando los kilómetros. Algunos tienen rampas del 5%. Porcentajes que en otras circunstancias ni siquiera lo habría considerado porcentaje y ahora me obligan a meter todo el desarrollo que llevo. Me consuelo pensando que para que un kilómetro tenga de media un 5% tiene que tener rampas del 8 ó 9 y que por eso tengo que meterlo todo. Aquí el que no se consuela es porque no quiere.
Sigo subiendo. Los kilómetros siguen cayendo. Para un momento de llover y por fin puedo llamar a la familia. Mi informe incluye un estoy bien, un Agustín y Jose han abandonado, un me queda mucho y un llegaré a Sabiñánigo sobre las 19:30, 20:00. Son las 16:25. Me quedan unos 60 km hasta Sabiñánigo. Eso significa que pensaba hacer una media de 20km/h. Teniendo en cuenta el estado de mis piernas y la velocidad a la que rodaba esta previsión es un ejercicio de optimismo que ahora mismo, a la hora de escribir esta crónica, me sorprende porque en su momento me pareció totalmente sincero.
Y digo que me sorprende porque al poco de informar a la familia decidí mentalmente que ya no tenía piernas. No es que no las tuviese físicamente sino que ya no tenía fuerzas. Rodaba con todo metido fantaseando con un café con leche. Me quedan 15km hasta la cima del puerto. Esto va a ser muy largo, ármate de paciencia.
Me adelanta el camión con la escoba. Y se para unos metros por delante de mi. Se bajan dos tíos y se acercan a unas bicicletas que están candadas a un árbol. Abren el candado y las meten en el camión. Siguen su camino. Así todo el rato. Me adelantan. Les adelanto. Suben a mi ritmo de la cantidad de bicicletas que hay por el camino. Impresionante.
De repente, a la salida de una curva, un avituallamiento. Menuda sorpresa. Menuda alegría. Es un avituallamiento de líquidos. Están ya recogiendo. Tirando el agua que les ha sobrado. Me ofrecen bebida. Les pido una coca-cola y resulta que tienen. Me la bebo con avidez. Comida no tienen, pero me aseguran que en unos kilómetros hay un avituallamiento que tiene de todo. Le pregunto si no lo cerrarán y me dice que no, que nos esperarán a los últimos. Me comenta que muchísima gente se ha retirado. Yo le digo que por detrás viene uno y que yo voy a seguir. Sin más me pongo en marcha.
La coca-cola tiene azúcar y cafeína. Bueno para la situación en la que me encuentro, recupero un poco el tono. Pero vamos, nada de tirar cohetes. Subo a 9km/h. Voy sin piernas.
Veo a lo lejos un ciclista. Me acerco poco a poco. El también va muy despacio. Parece esto una carrera de caracoles. Llego a su altura y despliego mi verborrea estandar. ¿Qué tal?, pregunto. Bah, tirando, contesta él. Te voy a disputar el farolillo rojo. Viene otro por detrás le informo. Como ya le estoy adelantando sigo con un "Perdona que no siga a tu ritmo, pero es que no quiero perder el mío". Nada, nada tu tira, que yo voy to' acalambrado. Mira tu que bien. Sin piernas gana a acalambrado. Cuando ya le saco unos metros le digo, me han dicho que hay un avituallamiento más adelante y el me lo confirma. Llegarás a una presa, hay un tramo llano y al final del tramo está el avituallamiento. El hueco se ha hecho demasiado grande para seguir la conversación.
Sigo subiendo. Voy sin piernas. La coca-cola bien, pero yo voy sin piernas. Ni poniéndome de pie aguanto. Ahora, viendo el perfil, caigo en la cuenta que eran las rampas más duras del puerto, pero en ese momento me daba la sensación de que ya me había agotado. Empiezo a fantasear con la opción de retirarme. Subirme en un autobús. La calefacción puesta. Relajarme.
Ya veo la presa. Pero según mis cálculos faltan todavía tres kilómetros hasta donde está el avituallamiento. Y no me extraña porque la presa es muy alta y toda esa altura hay que ganarla. La carretera da un montón de vueltas.
Llega el llano. Meto un par de piñones más. Si tuviese piernas las relajaría.
Se acaba el llano.
Llega la primera rampa. ¿Donde está el avituallamiento?
Caramba con la rampa. Mejor lo meto todo otra vez.
Pongo mi mente en el diván. Empiezo a mandarme mensajes de ánimo. ¿Que no hay avituallamiento? Pues nada, poco a poco.
Al acabar la rampa aparece el avituallamiento. Si está allí. No hay duda. Todavía hay gente. Tienen incluso un autobús. Se me pasa por la mente como un rayo el pensamiento de que como me pare no voy a soportar la tentación de subirme al autobús, pero no le hago mucho caso. Ha sido sólo un flash.
El avituallamiento es el paraíso. Tienen de todo. Naranja, manzana, plátano, galletas de almendra, sandwiches, bebida, frutos secos. Me comentan que están esperando por nosotros y que se van. Yo como y hablo. Como con ansia y hablo con agradecimiento. Un sandwich, una galleta, tres trozos de platano, un trozo de manzana. Caigo en la cuenta de que tengo mucha hambre y me pongo las botas.
Llegan los del camión escoba. También quieren comer. En el avituallamiento hay un montón de bicis. Creo que todas ya no les caben en el camión.
Llega el ciclista acalambrado.
Un tío jovial. Iñaki de nombre y vasco de acento. Son las 18:00. Nos informan que no van a dejarnos subir a la Hoz de Jaca. Que el desvío lo cierran a las 18:00. Yo les digo que pienso subir. Sea dentro de la prueba o fuera. Iñaki hace cálculos asegurando que llegará a la cima del Portalet en una hora y cuarto y que luego dos horas hasta Sabiñánigo. Piensa llegar sobre las 20:00. Cuando le digo que yo pienso a subir a Hoz de Jaca el comentario es que entonces yo tardaré más. No me importa.
Llega una furgoneta. Son los colegas de Iñaki. Dicen que traen café con leche. No sólo eso sino que me ofrecen. Yo le ofrezco una rueda de la bici a cambio. El café no está muy caliente, pero me sienta genial.
Tiento la suerte y pregunto si no tendrán aceite (la cadena me chirriaba desde hacía kilómetros, se le había ido el aceite con tanta lluvia) y resulta que los amigos de Iñaki si que tienen. Limpio la cadena y le hecho aceite. Queda como nueva.
Me dispongo a ponerme en marcha. Los de la organización me dan dos geles. Los colegas de Iñaki me dicen que nos esperan arriba para darnos periódicos para el descenso. Yo me deshago en palabras de gratitud.
Es difícil de explicar lo que se siente cuando a uno lo ayudan de esta manera. Pero parte del sentimiento es un subidón considerable. No me engañaba, no estaba 100% recuperado, pero no estaba sin piernas; ahora tenía una pierna. Y con una pierna los 9 kilómetros que me quedaban (este puerto es eterno) estaban chupados.
Mi velocidad pasa automáticamente a los 12 km/h de media. Subo a un ritmo aceptable, tengo una pierna.
Faltan dos kilómetros y veo a dos ciclistas a lo lejos. Me sacan un buen trecho. Pienso que no los pillaré hasta que estemos bajando, pero mi velocidad es mucho más alta que la suya.
Adelanto al primero muy rápido. Esta totalmente parado. Animos, disculpas por no ponerme a su ritmo y sigo a mi ritmo.
Al segundo lo adelanto cuando queda todavía un kilómetro. Más de lo mismo. Animos y disculpas por no ponerme a su ritmo. Me contesta que no me preocupe que me pillará bajando. Me quedo un poco mosca. Yo estoy subiendo considerablemente más rápido que él ¿cómo sabe el que yo no bajo un pimiento?. Yo podría ser un primo lejano de Samuel Sanchez. De todas formas le chillo en la distancia que seguramente que si, que yo no bajo un pimiento. Eso de viva voz, de pensamiento iba yo diciendo que ni en sueños me ibas a pillar tu. Era obvio que iba de subidón. Los avituallamientos estaban abiertos, estaba adelantando a ciclistas, eso significaba que estaba ganando tiempo. Mucho tiempo.
Corono el Portalet. Ni me acuerdo de parar a sacar una foto. Me pongo a bajar. No hay rastro de los amigos de Iñaki, pero no me importa. Tengo una pierna.
Llega una rotonda. Un coche de la guardia civil está parado. Me paro y les pregunto que desvío tengo que tomar. Me lo indican y dice: "Venga que en España hace sol". "No vea la alegría que me da" contesto yo.
Y es cierto. Me alegra mucho la perspectiva de que deje de llover.
Al kilómetro o así la carretera empieza a estar seca. No llueve. Por fin, después de 112 kilómetros lloviendo prácticamente sin parar (y a veces a mares) no llueve. Además es cuesta abajo. Todo tiene buena pinta.
De repente, en mitad de la carretera un hombre de la organización me hace desviarme hacia la derecha. Fuera de la carretera general. Sospecho que me están desviando para que no suba a la Hoz de Jaca. Me paro. Le pregunto ¿Pero por aquí voy a la Hoz de Jaca? Él me mira como si fuese un marciano y me contesta que si, que la ruta es por la derecha.
Sin tenerlo muy claro me dejo caer. Esto parece un aparcamiento. Se ve un edificio. Hay gente. Me acerco despacio.
¡¡Anda!! si se trata de un avituallamiento. ¡Estoy en Formigal! No quiero comer nada, pero el del avituallamiento me mete seis geles en el bolso del maillot. Le pregunto por Hoz de Jaca y me dice que ya no me van a dejar subir. Le contesto que yo subo de todas maneras.
Cuando voy a ponerme en marcha veo que baja como una bala el último ciclista que había adelantado. El "bajador". Me pongo en marcha lo más rápido posible y me tiro cuesta abajo.
Es una bajada muy rápida, con firme seco y yo me encuentro bien. Agarro el manillar por abajo y doy pedales.
En estas estoy cuando aparece un motorista de la guardia civil a mi espalda. Se pone a mi altura y me dice. "Vas el último, los demás se han retirado. Se ha cerrado la subida a la Hoz de Jaca, la organización me pide que vaya acompañándote hasta Sabiñánigo ¿Cómo vas?". Muy bien le contesto.
Esto no tiene buena pinta. Vuelvo a ser el último y no es que me importe especialmente, pero es que yo quiero hacer el recorrido completo. Acelero en mi bajada mientras voy pensando en como gestionar la situación. Llego a la conclusión de que si llegado el desvío me sacan de la marcha si insisto en subir la Hoz de Jaca no me importa. Yo quiero hacer el recorrido completo. Si hay que entregar el chip se entrega y punto.
Bajando adelanto a un ciclista y el motorista se queda con él. ¡Ya no soy el último!
Adelanto también al bajador y le doy un grito de ánimo al pasarle.
Llego al desvió de Hoz de Jaca. La organización esta diciendo que siga de frente. Yo me paro a la izquierda. El bajador tira de frente. Le explico a una chica de la organización que yo quiero subir y ella me explica a mi que no es posible. Que la subida está cerrada porque la marcha esta en sentido bajada, que todos los ciclistas me los voy a encontrar de cara y que se puede provocar un accidente. Es cierto que bajan muchos ciclistas. El guardia civil que esta parando el tráfico me grita que siga de frente. Tienen razón. Ni entregando el chip ni nada no puedo subir a Hoz de Jaca.
Empiezo a bajar y se me ocurre una idea. No puedo subir por donde están bajando, pero tiene que haber otra subida a Hoz de Jaca y tiene que ser un desvío a mi izquierda. Si lo encuentro subo por esta otra ladera y bajo por donde están bajando todos. No será el recorrido oficial, pero me lo perdono.
Bajo despacio varios kilómetros. Voy fijándome pero no encuentro el desvío. ¡¡¡Mierda!!! Me rindo. No subo a la Hoz de Jaca. Me sienta fatal. Me pillo un cabreo que ahora me parece tonto pero que ayer me pareció normal.
Como un niño decido que si no puedo subir a Hoz de Jaca entonces me vacío hasta Sabiñanigo. Deben de quedar 25km el viento da de cara pero el terreno es favorable. Llamo a la familia para anunciarles que estoy a punto de llegar.
Manos abajo y a trabajar las piernas.
Empiezo a adelantar a muchos ciclistas. En un repecho veo al bajador, me pongo de pie sobre la bici y lo adelanto como una bala. Le doy ánimos al adelantarle, algo me grita pero no le entiendo.
Biescas. Ya estoy cerca.
Faltan 11km. Estos son los kilómetros que hice a las 6:30 de la mañana hasta Sabiñánigo. El terreno ya no es tan favorable y el viento de cara sopla fuerte. Me estoy machacando y muchos ratos la velocidad es de 23km/h. Aun así adelanto a muchos ciclistas.
Sabiñánigo. Tomo el desvío a la derecha. El mismo que tomamos esta mañana. Llego a la rotonda. Voy hacia la línea de llegada en la misma dirección que hemos hecho la salida. Esta todo lleno de coches. Le pregunto a un municipal. ¿Y la llegada?. Me contestas "Te has equivocado, tenías que haber seguido un poco más por la circunvalación". NO ME LO PUEDO CREER.
Completo la rotonda y esquivando coches vuelvo a salir a la circunvalación. Llevaba recorridos apenas 100 metros y me pasa el bajador a toda leche al grito de "te adelanté". Mira, casi me da un mal.
Me levanto sobre la bici y acelero con todas mis fuerzas hasta alcanzarle. Por suerte él había dejado de dar pedales y le alcancé en pocos metros. Le cuento lo de mi error en la entrada y hasta a mi me sonó a justificación. Me cedió el paso para hacer el giro de 180º y enfilar la recta de llegada.
Le informo. Yo voy a esprintar. Y el me dice que si, que como tiene que ser. Me levanto en la bici. Mido la distancia a la línea de llegada y lanzo mi sprint.
No queda casi nadie detrás de las vallas, pero alguien me anima. Yo me lo tomo a pecho. Estoy dándolo todo. Lo que pasa es que la llegada es ligeramente cuesta arriba y debe de ser que he medido mal. El sprint se me está quedando sin chispa. Cuando ya se me salía el corazón por la boca sonó el pitido del chip indicándome que ya había llegado.
Me paro. Busco con la mirada a mi familia y los encuentro 200 metros más allá. Están en medio de la calle. Me vuelvo a levantar sobre la bicicleta y lanzo otro sprint. Nada espectacular, pero me aplauden como si fuese el campeón del mundo.
Besos y abrazos. Preguntas. Coger aire. Explicaciones. Alguna que otra lágrima que derramo y la satisfacción de haber acabado (a pesar de no haber podido subir a Hoz de Jaca).
Directo a entregar el chip. Ahí fue cuando me acordé de parar el GPS.
A los 50 metros nos encontramos con Agustín y con Jose y nos fuimos a que yo comiese algo de pasta mientras nos contábamos los unos a los otros nuestras historias. Que buen momento de buen rollo y camaradería.
Después me pasé a por el diploma (alguien por los altavoces decía que había llovido en otras ediciones, pero que esta había sido la de peor tiempo).
No se muy bien porque, ni que significado tiene, pero también me dieron una medalla de bronce.
Lo que si que se es que habiéndolas de oro y de plata yo si vuelvo es a por una de las de oro. Ya me enteraré yo de cual es el criterio y ya me encargaré yo de cumplirlo.
Mis números:
No quiero dejar de pasar la oportunidad de reconocer el trabajo de LA ORGANIZACION. Sencillamente IMPRESIONANTE. Autobuses para recoger a los ciclistas que se retiran, recogida de las bicicletas de los retirados, avisos a los familiares de la situación de los participantes. No hay palabras para describir la labor que toda la organización ha desplegado en una marcha muy complicada por las causas climatológicas. Yo me he quedado impresionado. En mi han ganado un fan.
A cuiarse
Javier Arias González
Aviso a navegantes 2: Yo intento darle a toda la crónica un tono de cachondeo. Para disfrutarla es en ese plan en el que debe leerse.
El viernes ibamos camino a Sabiñánigo y al ir a hacer la parada a mitad de camino vi que el parking del bar tenía una zona con techo. Como picaba el sol pensé, voy a meter el coche bajo el techo para que se quede a la sombra. Y oye, la maniobra la hice perfecta. Claro que cai en que algo no iba bien al sentir un golpe y ver que la baca del coche salía despedida hacia atrás con la bicicleta enganchada a ella.
El típico fallo del que se olvida de que lleva la bicicleta con la que piensa hacer la Quebrantahuesos en la baca e intenta aparcar en una plaza con techo.
Eso si, impresionante la suerte que tuve porque a la bici no le paso (casi) nada. El golpe se lo llevó la tija y no parece que sea nada más que un raspón.
Lo que parece claro es que yo no puedo acudir a una marcha ciclista con bici de carretera y no sufrir algún percance en el camino.
Sin más sorpresas llegamos a Sabiñánigo y me voy a recoger el chip y la bolsa con los regalos (un botello, una revista de ciclismo, un libro conmemorativo de los 20 años de la Quebrantahuesos, el maillot y un montón de publicidad).
Al tema que me enrollo.
El sábado me levanté a las 6:30. Había quedado con Agustín y con Jose, el de la tallbike, a las 6:30.
A las 6:30, con puntualidad no hispana, nos juntamos y empezamos a pedalear. Este es el aspecto que llevaban mis acompañantes.
Decir que llamábamos la atención es poco. En los poco más de 11km que teníamos hasta Sabiñánigo fueron incontables los que nos pitaron y nos sacaron fotos.
Llegamos a Sabiñánigo y nos pusimos a la cola de la salida. Jose nos decía que mejor que saliésemos de los últimos porque la gente sale muy deprisa y con muchos nervios.
Dieron la salida y nosotros esperamos pacientemente a que, varios minutos más tarde, los ciclistas empezasen a moverse.
Cuando vimos el camino medio despejado nos pusimos en movimiento. Pero a los pocos metros vimos que los ciclistas estaban de nuevo parados.
Nos paramos nosotros también.
Charlábamos tranquilamente.
De repente me doy cuenta que todos los que están parados llevan el dorsal de la Trepariscos. Se lo digo al Agustín y a Jose y caemos en la cuenta de que los de la Quebrantahuesos ya se han ido. Hace lo menos tres minutos.
Nos metemos entre los ciclistas y llegamos a la primera fila. Los periodistas están frente a nosotros sacando fotos. Yo hasta creo que he salido en varias.
Cuando les decimos que somos de la Quebrantahuesos nos abren hueco. A Jose le dejo pasar Marino Lejarreta.
Una chica de la organización nos preguntó si éramos de la Quebrantahuesos. Si, dije yo.
Pues espera que sino no te va a tomar el tiempo el chip.
La chica avisa a alguien que toquetea en la máquina del chip y nos dice "ahora".
Pasamos y se nos toma tiempo.
Nos ponemos en marcha. La carretera está vacía, no se ve a nadie de la Quebrantahuesos. Vamos los últimos.
Bueno los últimos no. Todavía aparecen dos ciclistas más por detrás de nosotros. Dos gallegos. Uno de ellos en bici de montaña con ruedas finas.
Ya somos cinco.
Pero en vez de ser un pelotón el gallego que lleva bici de carretera tira hacia adelante. El de la bici de montaña se va quedando y Agustín, Jose y yo vamos agrupados.
Yo no me recuerdo nervioso. Tampoco preocupado. Creo recordar que me lo tomé con filosofía.
En un momento dado Jose, que es el único de los cinco que había hecho la Quebrantahuesos, comenta que es raro que este año no se pase por el pueblo, que el se acuerda de que el año pasado se pasó y que había mucha gente aplaudiendo. No le hacemos mucho caso y seguimos pedaleando.
Estamos en una carretera general en constante sube y baja pero ganando altura. Rodamos ágiles, pero no vemos a nadie. Hasta cierto punto normal. Entre unas cosas y otras el último nos debe de sacar cinco minutos como mínimo.
Mira, el gallego que va delante se ha parado.
Cuando nos acercamos a el nos dice. Hay que dar la vuelta. He preguntado y teníamos que haber cogido un desvío a Jaca.
¿¿¿¿¿QUE?????
Que si, que si, que tenemos que dar la vuelta que nos hemos pasado. Que tenemos que coger un desvío hacia Jaca.
Pues nada. Damos la vuelta y vamos en busca del desvío a Jaca.
A los dos o tres kilómetros el gallego de la bici de montaña pincha. Cuando le adelantamos Jose le desea buena suerte, pero no nos paramos.
Por fin llega el desvío a Jaca. Hemos tenido que retroceder 6 kilómetros.
Quiere esto decir que hemos hecho 12 kilómetros más de los debidos (eso sin contar los 11 desde nuestro hospedaje hasta Sabiñánigo), que el último de la Quebrantahuesos nos saca como mínimo media hora. Y, lo que es más preocupante para mi, que en este grupo de cinco nadie tiene ni idea del recorrido y nos quedan unos 200km por delante. Impresionante el panorama.
Atravesamos Sabiñánigo. Jose tenía razón. Pero ya no había nadie para aplaudir. Eso si, la bicicleta de Jose seguía llamando la atención.
Vamos dirección a Jaca. Tenemos viento de cara. Hacemos grupeta. El gallego que va en bici de carretera se va hacia delante y le perdemos de vista. El gallego en bici de montaña va por detrás, pero no chupa rueda; se mantiene a una distancia constante. Agustín comenta algo de que a él este terreno/ritmo no le viene bien. Yo me pongo a la cabeza del grupo y pongo ritmo aceptable, Agus detrás de mi y Jose detrás de Agus. Jose, con su bicicleta, ni sirve para ir delante ni se beneficia por ir detrás. A pesar de que el terreno no es del todo desfavorable yo diría que rodamos a 25km/h de media. El viento nos está castigando un poco.
Nos cruzamos con un par de ciclistas que vienen en sentido contrario. Jose les pregunta que qué pasa. Uno de ellos dice que le duelen las rodillas. Otro lleva la bici con un brazo mientras el otro lo lleva pegado al cuerpo. Me apiado de él. Otros no contestan y le miran la bici con cara de asombrados.
En Jaca hay que hacer un giro a la derecha y mira tu por donde acertamos a hacerlo perfectamente.
El número de ciclistas que vienen en sentido contrario empieza a aumentar considerablemente. Bajan en grupos.
Jose les pregunta y de repente un grupo contesta "es que está lloviendo".
¡¡Coño!! Como está lloviendo se dan la vuelta. Supongo que al gallego eso le sonaría tan raro como a mi que soy asturiano.
Vamos a ver. Se ven nubes en las montañas si. Pero que lloviese entraba dentro de las posibilidades ¿no? No entiendo porque se dan la vuelta.
El caso es que a medida que avanzamos hacia Canfranc más ciclistas bajaban.
A cada grupo Jose les preguntaba. Muchos grupos no contestaban. Les llamaba demasiado la atención la bicicleta de Jose. Pero alguien en uno de los grupos contestó "Es que esta lloviendo mucho".
Sigo sin comprarlo. ¿Hemos venido a montar en bici o a darnos un paseo?.
Llegamos a Canfranc y está lloviznado. Paramos a ponernos el chubasquero. A estas alturas si no nos hemos cruzado con 200 ciclistas no nos hemos cruzado con ninguno.
Yo comento que hacemos un grupo raro, uno en una tallbike, otro en una bici de carbono pero con un trasportín full equipe y otro en bici de montaña. Afirmo que yo soy el único que da el pego como pro del grupo. A lo que Jose responde que de eso nada, que yo tenía demasiados pelos en las piernas. No pude más que darle la razón.
Nos ponemos a subir. Enseguida quedamos Jose y yo por delante, el gallego por detrás y Agustín más retrasado. Llueve. Bastante.
Le pregunto a Jose que cuantos kilómetros tenemos de puerto y me dice que no lo sabe. Pues vaya. A mi me gusta saber lo que me viene por delante porque me ayuda regularme.
Decido preguntar a los ciclistas que bajan. No me contestan. Sólo miran la bicicleta de Jose y le vitorean.
Al pasar por la estación de Canfranc unos ciclistas que estaban al borde de la carretera (subiendo las bicis al coche) me contestan que nueve kilómetros. Ya me quedo yo más tranquilo.
Subimos a un buen ritmo. Llueve mucho y yo diría que el viento es en contra.
Pasamos por Candanchú y Jose comenta que ahí es donde se pone el avituallamiento. Pues será, pero alli no queda nada. Lo han desmontado entero. Pero entero. Vamos que sólo había unos pocos papeles por el suelo. Seguimos sin parar.
Llegamos al alto de Somport. Son las 11:14. Lo reporto en el Buzz. Llueve y hace mucho viento. Nos paramos debajo el techo del paso fronterizo a esperar a Agustin. Me como una barrita. Tirito de frio.
Llega el gallego en su bici de montaña y se para con nosotros. Varios ciclistas que están allí parados convencen a Jose de que no debe de seguir. Al parecer la bajada de Somport es muy peligrosa, incluso ha habido un derrumbamiento de tierra sobre la calzada, y con su bici es demasiado arriesgado.
Jose decide que el no sigue, que se queda en el alto de Somport con los ciclistas a esperar al autobús de la organización. Llega Agustín. El me pide opinión y yo opino que sigo. El se suma a la opinión. Al gallego no le preguntamos pero en todo momento dio sensación de que quería seguir. Agustín se prepara para el descenso. Camisa de algodón, chubasquero, pantalones impermeables, guantes de lana, guantes de fregar por encima. Desde luego no era muy ortodoxo pero a mi me estaba dando una envidia de la leche. No se porque me da a mi que voy a pasar frío en la bajada.
Venga. Despacito. Nos ponemos a bajar. Yo delante, detrás el gallego y luego Agustín. Llegamos al sitio donde está la máquina excavadora quitando la tierra que se ha caído sobre la carretera. Pasamos con mucho cuidado. Voy bajando despacio. Tomando las curvas casi parado. Esta lloviendo mucho y yo estoy tiritanto. Tanto que muevo el manillar con mis tiritonas.
Llegamos a un cruce. Están los de la organización allí. ¡¡¡Bien!!! Les pregunto y me dicen que hacia la derecha. Miro para atrás y veo al gallego pero no a Agustín. Le comento, vamos a dejarnos caer despacio para que entre Agustín. Así lo hacemos.
Nos dejamos caer un par de kilómetros. Pasamos por un pueblo y en una especie de casa/bar había un montón (¿30? ¿50?) de ciclistas refugiados. Se habían retirado y estaban esperando al autobús.
Nos dejamos caer unos kilómetros más. Le comento al gallego que esto es muy raro que yo paro. El decide parar conmigo. Nos bajamos de la bici y el gallego se dedica a corrotear bajo la lluvia para entrar en calor. Después de esperar lo que me pareció un mundo el gallego me dice que llevamos 12 minutos esperando. Llamo al Agustín al móvil. Apagado o fuera de cobertura. El gallego dice que el se va y yo me subo a la bici, pero no han pasado ni 50 metros y le digo que yo doy la vuelta a por Agustín. El decide seguir.
Yo me doy la vuelta y empiezo a subir apretando un poco el ritmo. Paso por el pueblo y vuelvo a ver a los ciclistas atechados. Sigo un par de kilómetros más y de Agustín no hay rastro. Me paro. ¿Que hago? Le llamo. Apagado o fuera de cobertura. Le dejo un mensaje. Creo que me salió un poco desesperado. Agustín cuando puedas dame un toque al movil que me quedo preocupado. Yo voy a tirar.
Doy la vuelta y pedaleo de nuevo hacia abajo. Pego un par de gritos con toda mi alma para quitarme la tensión. Me fastidia dejar atrás a Agustín. Espero que esté bien. Aprieto el ritmo, el terreno es favorable, pero las condiciones son malas. Llueve, estoy helado, triste y encima no conozco el recorrido.
En cada rotonda tengo que sacar el mapa de la organización para guiarme. Tomo un par de cruces esperando no haberme equivocado.
Me paro en una rotonda a mirar el mapa. De repente aparece un coche por detrás. Miro y resulta que es un coche con un cartel que dice algo así como "final de la carrera". Les pregunto el camino y me dicen: "en dirección a Escort". Sin perder tiempo me pongo en marcha. Se ponen a mi altura me informan de que soy el último y me preguntan que tal voy. Les contesto que bien. Y no miento. Realmente estaba bien de fuerzas y mi pedaleo era ágil. Las fuerzas no eran problema. Se ponen detrás de mi durante algunos kilómetros. Yo creo que me están midiendo y cuando llegaron a la conclusión de que podía seguir, o cuando se aburrieron, se volvieron a poner a mi altura y me dijeron, "tu sigue que nosotros ya volvemos".
Paso por Escot. Se supone que allí había un avituallamiento líquido, pero alli no está ni el apuntador.
Ruedo muy rápido, a plato. Tanto es así que en el cruce en el que hay que girar a la derecha para empezar a subir la Marie-Blanque me lo paso. Menos más que los de la organización estaban en el cruce me vieron pasar y me chillaron. Tuve que rodar hacia atrás unos 100 metros. Cuando llego a su altura les pregunto cuanto queda hasta la cima. Me dicen que nueve kilómetros. Les doy las gracias y meto plato mediano porque la primera rampa ya lo pide.
En la Quebrantahuesos uno sabe donde empiezan los puertos por la cantidad de geles y envoltorios de barritas que ve tirados por el suelo. Siguiendo la pista de los "pro" saco el gel que llevo para las emergencias y me tomo la mitad. También me tomo una barrita y bebo del líquido mezclado con polvos mágicos. Vamos a ser prudentes que de lo poco que se del recorrido es que la Marie-Blanque es muy dura.
Y vaya que si lo es. Es uno de estos puertos en los que en cada kilómetro te anuncian lo que te viene a continuación. Algo así como te faltan 8 kilómetros a continuación tiene usted un kilómetro con un desnivel medio de 4%. Y el caso es que será sensación mía, pero a mi me parece que por cada kilómetro que andaba el porcentaje del siguiente kilómetro subía un 1%.
Faltan seis kilómetros para la cumbre. Me tomo la otra mitad del gel porque esto se está poniendo duro.
Anda, mira, el gallego. Le alcanzo a unos cinco kilómetros de la cumbre y le adelanto. Me disculpo por no subir a su ritmo, pero es que no puedo subir tan despacio como él. El tiene desarrollos de bici de montaña y le permiten subir más despacio.
Yo no se cuanto faltaba para la cumbre. Yo diría que cuatro kilómetros. Voy con todo metido y me estoy empezando a encontrar mal. Muy mal. Sudores fríos, ganas de vomitar y me estoy mareando. Me autodiagnostico bajada de tensión.
Empiezo a pensar si es posible vomitar en marcha y si vomitar me calmaría. Decido que no, que me dejaría el estomago vació y mal cuerpo. Todavía me quedan 100 kilómetros, dos puertos y lo que queda de este.
Me pongo a hacer eses en la carretera. De un lado a otro. Prácticamente ruedo en llano. Me abro el chubasquero y el maillot. La lluvia al mojarme el pecho me alivia. Parece que recupero el tono.
Sigo subiendo haciendo eses. Todo metido. Pedaleando muy despacio. A seis kilómetros por hora.
A lo lejos diviso otro ciclista. Sube andando. Cuando llego a su altura le pregunto si se encuentra bien. Contesta que si. Le pido disculpas por no parar "pero es que si paro no arranco". Lo digo como lo siento. Sigo a mi ritmo. Me alegro de haber adelantado a un ciclista del grupo principal.
La subida cada vez es más dura. Los kilómetros son eternos. Encima, con las eses que hago, yo creo que recorro 1.300 metros por cada kilómetro. En esas tonterías me entretengo pensando.
Al poco veo que por detrás se acerca el ciclista que estaba caminando. No es que venga a un ritmo rápido, pero decididamente avanza más rápido que yo. Como no podía ser de otra manera a los pocos metros me adelanta. Se acabó la alegría de adelantar a un ciclista del grupo principal.
Sigo subiendo poco a poco. No puedo decir que me encontrase mejor. Lo que en realidad pasaba es que había encontrado el equilibrio. Al ritmo al que subía podía aguantar, me costaba, sufría, pero podía aguantar. Sabía que no me bajaría de la bici.
Y menos al volver a ver al ciclista que me acababa de adelantar parado al lado de la bici. Una mano en el manillar, la otra en el sillín. La cabeza apoyada en el tubo del cuadro. Cuerpo en posición de Pi/2. Esta que no puede más.
Le adelanto y poco a poco sigo subiendo hasta que por fin llego al alto de la Marie-Blanque. Son las 14:20. Del puesto de avituallamiento sólo quedan los papeles por el suelo.
Saco el teléfono y veo que tengo una llamada de Agustín y un mensaje corto. Me dice está esperando un autobús de la organización. Me alegro. No porque se haya retirado sino porque si el mensaje fuese que el estaba siguiendo no me perdonaría el haberle dejado atrás. Le envío un mensaje corto "ok. yo sigo"
Ya que tengo el teléfono en la mano tomo la foto de rigor.
Me dispongo a reportarla en Buzz pero descubro que los móviles de pantalla táctil molan mucho, pero no funcionan bien bajo la lluvia. Estoy pegándome con el teléfono cuando veo pasar al ciclista que se había parado. Prácticamente sin saludar se pone a descender. Vamos, Javier, date prisa que se te escapa la posibilidad de ir con alguien que pueda conocer el camino. Sigo intentando que el teléfono, empapado por la lluvia que le está cayendo encima, me responda. Pasan un par de minutos, me estoy quedando frio y el teléfono no responde, lo dejo por imposible y me pongo en marcha.
Empiezo el descenso. A los dos o tres kilómetros me encuentro con unos excursionistas que están haciendo una barbacoa en una carpa. ¡¡¡Con lo que está lloviendo!!!. Me paro y les pido agua. Me la dan. Y también frutos secos y pan. En esto aparece el gallego bajando y llamo su atención. También se para. Recarga agua y se come unos conguitos que le dan. Damos las gracias mil veces y nos ponemos en marcha.
Yo no conozco el recorrido, pero el gallego menos. En cada cruce saco el mapa de la organización. Está empapado por el agua, pero nos sirve para guiarnos.
Yo ruedo en cabeza marcando el ritmo, tranquilo pero sin pausa. El gallego detrás. Pero no chupa rueda. Llegamos a Laruns y hay personas de la organización indicándonos los desvíos. Empezamos a subir.
Empezamos a subir y el gallego se queda. Yo sigo a mi ritmo. El Portalet es muy largo (29 km) hay que tomárselo con calma. Me como una barrita y me como una pastilla de dulce de guayaba, el arma secreta.
Empiezo a hacer cálculos de cuando llegaré a Sabiñánigo. Quiero avisar a la familia. Saco el teléfono, pero sigue lloviendo y el teléfono sigue volviéndose loco con las gotas que caen en la pantalla. Lo vuelvo a guardar.
En el Portalet también tienes las señales que te van cantando los kilómetros. Pero aquí son más asequibles. Un kilómetro al 1%. Otro al 3%. Las sensaciones en las piernas no son buenas, pero esto es llevadero.
Van pasando los kilómetros. Algunos tienen rampas del 5%. Porcentajes que en otras circunstancias ni siquiera lo habría considerado porcentaje y ahora me obligan a meter todo el desarrollo que llevo. Me consuelo pensando que para que un kilómetro tenga de media un 5% tiene que tener rampas del 8 ó 9 y que por eso tengo que meterlo todo. Aquí el que no se consuela es porque no quiere.
Sigo subiendo. Los kilómetros siguen cayendo. Para un momento de llover y por fin puedo llamar a la familia. Mi informe incluye un estoy bien, un Agustín y Jose han abandonado, un me queda mucho y un llegaré a Sabiñánigo sobre las 19:30, 20:00. Son las 16:25. Me quedan unos 60 km hasta Sabiñánigo. Eso significa que pensaba hacer una media de 20km/h. Teniendo en cuenta el estado de mis piernas y la velocidad a la que rodaba esta previsión es un ejercicio de optimismo que ahora mismo, a la hora de escribir esta crónica, me sorprende porque en su momento me pareció totalmente sincero.
Y digo que me sorprende porque al poco de informar a la familia decidí mentalmente que ya no tenía piernas. No es que no las tuviese físicamente sino que ya no tenía fuerzas. Rodaba con todo metido fantaseando con un café con leche. Me quedan 15km hasta la cima del puerto. Esto va a ser muy largo, ármate de paciencia.
Me adelanta el camión con la escoba. Y se para unos metros por delante de mi. Se bajan dos tíos y se acercan a unas bicicletas que están candadas a un árbol. Abren el candado y las meten en el camión. Siguen su camino. Así todo el rato. Me adelantan. Les adelanto. Suben a mi ritmo de la cantidad de bicicletas que hay por el camino. Impresionante.
De repente, a la salida de una curva, un avituallamiento. Menuda sorpresa. Menuda alegría. Es un avituallamiento de líquidos. Están ya recogiendo. Tirando el agua que les ha sobrado. Me ofrecen bebida. Les pido una coca-cola y resulta que tienen. Me la bebo con avidez. Comida no tienen, pero me aseguran que en unos kilómetros hay un avituallamiento que tiene de todo. Le pregunto si no lo cerrarán y me dice que no, que nos esperarán a los últimos. Me comenta que muchísima gente se ha retirado. Yo le digo que por detrás viene uno y que yo voy a seguir. Sin más me pongo en marcha.
La coca-cola tiene azúcar y cafeína. Bueno para la situación en la que me encuentro, recupero un poco el tono. Pero vamos, nada de tirar cohetes. Subo a 9km/h. Voy sin piernas.
Veo a lo lejos un ciclista. Me acerco poco a poco. El también va muy despacio. Parece esto una carrera de caracoles. Llego a su altura y despliego mi verborrea estandar. ¿Qué tal?, pregunto. Bah, tirando, contesta él. Te voy a disputar el farolillo rojo. Viene otro por detrás le informo. Como ya le estoy adelantando sigo con un "Perdona que no siga a tu ritmo, pero es que no quiero perder el mío". Nada, nada tu tira, que yo voy to' acalambrado. Mira tu que bien. Sin piernas gana a acalambrado. Cuando ya le saco unos metros le digo, me han dicho que hay un avituallamiento más adelante y el me lo confirma. Llegarás a una presa, hay un tramo llano y al final del tramo está el avituallamiento. El hueco se ha hecho demasiado grande para seguir la conversación.
Sigo subiendo. Voy sin piernas. La coca-cola bien, pero yo voy sin piernas. Ni poniéndome de pie aguanto. Ahora, viendo el perfil, caigo en la cuenta que eran las rampas más duras del puerto, pero en ese momento me daba la sensación de que ya me había agotado. Empiezo a fantasear con la opción de retirarme. Subirme en un autobús. La calefacción puesta. Relajarme.
Ya veo la presa. Pero según mis cálculos faltan todavía tres kilómetros hasta donde está el avituallamiento. Y no me extraña porque la presa es muy alta y toda esa altura hay que ganarla. La carretera da un montón de vueltas.
Llega el llano. Meto un par de piñones más. Si tuviese piernas las relajaría.
Se acaba el llano.
Llega la primera rampa. ¿Donde está el avituallamiento?
Caramba con la rampa. Mejor lo meto todo otra vez.
Pongo mi mente en el diván. Empiezo a mandarme mensajes de ánimo. ¿Que no hay avituallamiento? Pues nada, poco a poco.
Al acabar la rampa aparece el avituallamiento. Si está allí. No hay duda. Todavía hay gente. Tienen incluso un autobús. Se me pasa por la mente como un rayo el pensamiento de que como me pare no voy a soportar la tentación de subirme al autobús, pero no le hago mucho caso. Ha sido sólo un flash.
El avituallamiento es el paraíso. Tienen de todo. Naranja, manzana, plátano, galletas de almendra, sandwiches, bebida, frutos secos. Me comentan que están esperando por nosotros y que se van. Yo como y hablo. Como con ansia y hablo con agradecimiento. Un sandwich, una galleta, tres trozos de platano, un trozo de manzana. Caigo en la cuenta de que tengo mucha hambre y me pongo las botas.
Llegan los del camión escoba. También quieren comer. En el avituallamiento hay un montón de bicis. Creo que todas ya no les caben en el camión.
Llega el ciclista acalambrado.
Un tío jovial. Iñaki de nombre y vasco de acento. Son las 18:00. Nos informan que no van a dejarnos subir a la Hoz de Jaca. Que el desvío lo cierran a las 18:00. Yo les digo que pienso subir. Sea dentro de la prueba o fuera. Iñaki hace cálculos asegurando que llegará a la cima del Portalet en una hora y cuarto y que luego dos horas hasta Sabiñánigo. Piensa llegar sobre las 20:00. Cuando le digo que yo pienso a subir a Hoz de Jaca el comentario es que entonces yo tardaré más. No me importa.
Llega una furgoneta. Son los colegas de Iñaki. Dicen que traen café con leche. No sólo eso sino que me ofrecen. Yo le ofrezco una rueda de la bici a cambio. El café no está muy caliente, pero me sienta genial.
Tiento la suerte y pregunto si no tendrán aceite (la cadena me chirriaba desde hacía kilómetros, se le había ido el aceite con tanta lluvia) y resulta que los amigos de Iñaki si que tienen. Limpio la cadena y le hecho aceite. Queda como nueva.
Me dispongo a ponerme en marcha. Los de la organización me dan dos geles. Los colegas de Iñaki me dicen que nos esperan arriba para darnos periódicos para el descenso. Yo me deshago en palabras de gratitud.
Es difícil de explicar lo que se siente cuando a uno lo ayudan de esta manera. Pero parte del sentimiento es un subidón considerable. No me engañaba, no estaba 100% recuperado, pero no estaba sin piernas; ahora tenía una pierna. Y con una pierna los 9 kilómetros que me quedaban (este puerto es eterno) estaban chupados.
Mi velocidad pasa automáticamente a los 12 km/h de media. Subo a un ritmo aceptable, tengo una pierna.
Faltan dos kilómetros y veo a dos ciclistas a lo lejos. Me sacan un buen trecho. Pienso que no los pillaré hasta que estemos bajando, pero mi velocidad es mucho más alta que la suya.
Adelanto al primero muy rápido. Esta totalmente parado. Animos, disculpas por no ponerme a su ritmo y sigo a mi ritmo.
Al segundo lo adelanto cuando queda todavía un kilómetro. Más de lo mismo. Animos y disculpas por no ponerme a su ritmo. Me contesta que no me preocupe que me pillará bajando. Me quedo un poco mosca. Yo estoy subiendo considerablemente más rápido que él ¿cómo sabe el que yo no bajo un pimiento?. Yo podría ser un primo lejano de Samuel Sanchez. De todas formas le chillo en la distancia que seguramente que si, que yo no bajo un pimiento. Eso de viva voz, de pensamiento iba yo diciendo que ni en sueños me ibas a pillar tu. Era obvio que iba de subidón. Los avituallamientos estaban abiertos, estaba adelantando a ciclistas, eso significaba que estaba ganando tiempo. Mucho tiempo.
Corono el Portalet. Ni me acuerdo de parar a sacar una foto. Me pongo a bajar. No hay rastro de los amigos de Iñaki, pero no me importa. Tengo una pierna.
Llega una rotonda. Un coche de la guardia civil está parado. Me paro y les pregunto que desvío tengo que tomar. Me lo indican y dice: "Venga que en España hace sol". "No vea la alegría que me da" contesto yo.
Y es cierto. Me alegra mucho la perspectiva de que deje de llover.
Al kilómetro o así la carretera empieza a estar seca. No llueve. Por fin, después de 112 kilómetros lloviendo prácticamente sin parar (y a veces a mares) no llueve. Además es cuesta abajo. Todo tiene buena pinta.
De repente, en mitad de la carretera un hombre de la organización me hace desviarme hacia la derecha. Fuera de la carretera general. Sospecho que me están desviando para que no suba a la Hoz de Jaca. Me paro. Le pregunto ¿Pero por aquí voy a la Hoz de Jaca? Él me mira como si fuese un marciano y me contesta que si, que la ruta es por la derecha.
Sin tenerlo muy claro me dejo caer. Esto parece un aparcamiento. Se ve un edificio. Hay gente. Me acerco despacio.
¡¡Anda!! si se trata de un avituallamiento. ¡Estoy en Formigal! No quiero comer nada, pero el del avituallamiento me mete seis geles en el bolso del maillot. Le pregunto por Hoz de Jaca y me dice que ya no me van a dejar subir. Le contesto que yo subo de todas maneras.
Cuando voy a ponerme en marcha veo que baja como una bala el último ciclista que había adelantado. El "bajador". Me pongo en marcha lo más rápido posible y me tiro cuesta abajo.
Es una bajada muy rápida, con firme seco y yo me encuentro bien. Agarro el manillar por abajo y doy pedales.
En estas estoy cuando aparece un motorista de la guardia civil a mi espalda. Se pone a mi altura y me dice. "Vas el último, los demás se han retirado. Se ha cerrado la subida a la Hoz de Jaca, la organización me pide que vaya acompañándote hasta Sabiñánigo ¿Cómo vas?". Muy bien le contesto.
Esto no tiene buena pinta. Vuelvo a ser el último y no es que me importe especialmente, pero es que yo quiero hacer el recorrido completo. Acelero en mi bajada mientras voy pensando en como gestionar la situación. Llego a la conclusión de que si llegado el desvío me sacan de la marcha si insisto en subir la Hoz de Jaca no me importa. Yo quiero hacer el recorrido completo. Si hay que entregar el chip se entrega y punto.
Bajando adelanto a un ciclista y el motorista se queda con él. ¡Ya no soy el último!
Adelanto también al bajador y le doy un grito de ánimo al pasarle.
Llego al desvió de Hoz de Jaca. La organización esta diciendo que siga de frente. Yo me paro a la izquierda. El bajador tira de frente. Le explico a una chica de la organización que yo quiero subir y ella me explica a mi que no es posible. Que la subida está cerrada porque la marcha esta en sentido bajada, que todos los ciclistas me los voy a encontrar de cara y que se puede provocar un accidente. Es cierto que bajan muchos ciclistas. El guardia civil que esta parando el tráfico me grita que siga de frente. Tienen razón. Ni entregando el chip ni nada no puedo subir a Hoz de Jaca.
Empiezo a bajar y se me ocurre una idea. No puedo subir por donde están bajando, pero tiene que haber otra subida a Hoz de Jaca y tiene que ser un desvío a mi izquierda. Si lo encuentro subo por esta otra ladera y bajo por donde están bajando todos. No será el recorrido oficial, pero me lo perdono.
Bajo despacio varios kilómetros. Voy fijándome pero no encuentro el desvío. ¡¡¡Mierda!!! Me rindo. No subo a la Hoz de Jaca. Me sienta fatal. Me pillo un cabreo que ahora me parece tonto pero que ayer me pareció normal.
Como un niño decido que si no puedo subir a Hoz de Jaca entonces me vacío hasta Sabiñanigo. Deben de quedar 25km el viento da de cara pero el terreno es favorable. Llamo a la familia para anunciarles que estoy a punto de llegar.
Manos abajo y a trabajar las piernas.
Empiezo a adelantar a muchos ciclistas. En un repecho veo al bajador, me pongo de pie sobre la bici y lo adelanto como una bala. Le doy ánimos al adelantarle, algo me grita pero no le entiendo.
Biescas. Ya estoy cerca.
Faltan 11km. Estos son los kilómetros que hice a las 6:30 de la mañana hasta Sabiñánigo. El terreno ya no es tan favorable y el viento de cara sopla fuerte. Me estoy machacando y muchos ratos la velocidad es de 23km/h. Aun así adelanto a muchos ciclistas.
Sabiñánigo. Tomo el desvío a la derecha. El mismo que tomamos esta mañana. Llego a la rotonda. Voy hacia la línea de llegada en la misma dirección que hemos hecho la salida. Esta todo lleno de coches. Le pregunto a un municipal. ¿Y la llegada?. Me contestas "Te has equivocado, tenías que haber seguido un poco más por la circunvalación". NO ME LO PUEDO CREER.
Completo la rotonda y esquivando coches vuelvo a salir a la circunvalación. Llevaba recorridos apenas 100 metros y me pasa el bajador a toda leche al grito de "te adelanté". Mira, casi me da un mal.
Me levanto sobre la bici y acelero con todas mis fuerzas hasta alcanzarle. Por suerte él había dejado de dar pedales y le alcancé en pocos metros. Le cuento lo de mi error en la entrada y hasta a mi me sonó a justificación. Me cedió el paso para hacer el giro de 180º y enfilar la recta de llegada.
Le informo. Yo voy a esprintar. Y el me dice que si, que como tiene que ser. Me levanto en la bici. Mido la distancia a la línea de llegada y lanzo mi sprint.
No queda casi nadie detrás de las vallas, pero alguien me anima. Yo me lo tomo a pecho. Estoy dándolo todo. Lo que pasa es que la llegada es ligeramente cuesta arriba y debe de ser que he medido mal. El sprint se me está quedando sin chispa. Cuando ya se me salía el corazón por la boca sonó el pitido del chip indicándome que ya había llegado.
Me paro. Busco con la mirada a mi familia y los encuentro 200 metros más allá. Están en medio de la calle. Me vuelvo a levantar sobre la bicicleta y lanzo otro sprint. Nada espectacular, pero me aplauden como si fuese el campeón del mundo.
Besos y abrazos. Preguntas. Coger aire. Explicaciones. Alguna que otra lágrima que derramo y la satisfacción de haber acabado (a pesar de no haber podido subir a Hoz de Jaca).
Directo a entregar el chip. Ahí fue cuando me acordé de parar el GPS.
A los 50 metros nos encontramos con Agustín y con Jose y nos fuimos a que yo comiese algo de pasta mientras nos contábamos los unos a los otros nuestras historias. Que buen momento de buen rollo y camaradería.
Después me pasé a por el diploma (alguien por los altavoces decía que había llovido en otras ediciones, pero que esta había sido la de peor tiempo).
No se muy bien porque, ni que significado tiene, pero también me dieron una medalla de bronce.
Lo que si que se es que habiéndolas de oro y de plata yo si vuelvo es a por una de las de oro. Ya me enteraré yo de cual es el criterio y ya me encargaré yo de cumplirlo.
Mis números:
- Kilómetros: 217.60 + los 11km desde las casas rurales a Sabiñánigo a las 06:30. Total 228km cuando la marcha oficial tiene 205 (y eso que no me dejaron subir a la Hoz de Jaca)
- Tiempo rodando: 10:07:05
- Velocidad media: 21.40 km/h
- Velocidad máxima: 65.60 km/h
- Pulsaciones medias: 138ppm
- Pulsaciones máximas: 175ppm
- Calorías consumidas: 7.487
- Es la 11 vez que montaba en bici de carretera. La 7 vez en mi Cannondale Synapse.
No quiero dejar de pasar la oportunidad de reconocer el trabajo de LA ORGANIZACION. Sencillamente IMPRESIONANTE. Autobuses para recoger a los ciclistas que se retiran, recogida de las bicicletas de los retirados, avisos a los familiares de la situación de los participantes. No hay palabras para describir la labor que toda la organización ha desplegado en una marcha muy complicada por las causas climatológicas. Yo me he quedado impresionado. En mi han ganado un fan.
A cuiarse
Javier Arias González
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