¿Qué pasa “biciosos”?
Nada importa que el sábado hubiese batido mi propio record casa<->Morata. Sólo es un detalle el hecho de que el domingo hubiéremos quedado Andrés, Oscar, Fernando, Miguel y yo para hacernos una clásica al tran-tran a San Martín de la Vega. Pasa desapercibido incluso el detalle de que Oscar a punto estuvo otra vez de ver como sus huesos se estrellaban en el suelo cuando a la vuelta nos paramos en la rotonda de la estación de San Martín para decidir el resto del recorrido. No pasa de simple anécdota el que al final el amigo Fernando se haya apuntado al club de los 90km y su comentario sea "pues bastante bien. Un poco cansado, pero nada brutal". Todo, se quedo ensombrecido si lo comparamos con la subida que hicimos a la Marañosa a la vuelta. La cosa fue, más o menos así:
Todo empezó justo donde empieza la subida a la Marañosa, en el km 15, justo donde se acaba la rampa después de la glorieta de la Warner. Fue en ese punto donde nos adelantó un grupo de 4 ó 5 ciclistas con aspecto de globeros. Andrés, que no tiene quien le tosa, salto como movido por un muelle y al instante aceleró el ritmo para adelantar a los imprudentes. Yo, obviamente, a rueda de Andrés.
Aquí quiero hacer un inciso. En toda la subida también estuvo implicado Oscar. Yo no lo voy a mencionar mucho en la crónica pero es que yo no me enteré de que él venía en el grupo hasta que llegamos a la cima de la Marañosa.
El caso es que después de adelantar a los globeros Andrés puso un ritmo rápido (unos 24 km/h). Y yo a rueda de Andrés.
No había pasado ni un minuto y nos adelanta uno de los globeros. Para mí que era el único del grupo que llevaba bici de carretera. Vestía un maillot de la PCG (Peña Ciclista Getafe, de estos se ven muchos por este carril). Un adelantamiento tan rápido después de que le hubiéremos adelantado es un clarísimo síntoma de pique y para picados nosotros.....
Bueno mejor dicho el Andrés. Yo, os lo juro, iba pensando "pues nada a rueda del globero hasta arriba y le machacamos". Pero para Andrés eso era poco y al instante se levantó sobre la bici, incrementó el ritmo y volvió a adelantar al globero. Y yo rueda de Andrés.
El caso es que el globero se nos puso a rueda. Andrés tirando para descolgarle. Yo pensando en darle un relevo a Andrés para descolgar al globero. Y en esto nos silba por detrás un grupo de ciclistas en bici de carretera. Ya subíamos a buen ritmo, pero nos adelantó un pelotón de 5 ó 6 ciclistas. ¡¡¡Con el globero de la PCG a rueda del pelotón!!!
La subida se estaba poniendo caliente, caliente. Obviamente Andrés enganchó a la rueda del de la PCG y yo a rueda de Andrés. Creo que en este punto, cuando se formó el pelotón, fue la primera vez que pensé "para mi que vamos demasiado rápido". Pero claro, no era plan ceder.
Esta situación se mantuvo durante un rato. Obviamente fuimos adelantando un montón de ciclistas a los que pasábamos como balas. Hasta que a media subida (¡¡todavía estábamos a media subida!!) el pelotón adelanta a un tío en bici de montaña. El tío, un picado de la carretera, se interpuso entre Andrés y el de la PCG. Y yo a rueda de Andrés.
Los de la cabeza del pelotón al ver la cantidad de gente que se estaba poniendo a rueda dieron un pequeño tirón. ¡¡Que cabrones!! El caso es que el tirón abrió un hueco entre Andrés y el de la bici de montaña. Aproveché para adelantar a Andrés y comentarle algo así como "tenemos que pegarnos más a la rueda para aprovechar". Me situé entre el de la bici de montaña y Andrés. Me pegué totalmente a la rueda trasera de su bici para aprovecharme lo máximo posible del ir a rueda. Miré el velocímetro y subíamos a ¡¡¡29,5 km/h!!! Aquí fue donde pensé "el último kilómetro nos va a reventar". Después, comentando la jugada, me di cuenta que los tres (Oscar, Andrés y yo) habíamos pensado lo mismo. Conocemos bien la subida y sabemos que en los primeros 500 metros del último kilómetro de subida es donde explotas si has subido a un ritmo demasiado fuerte. Y estábamos subiendo a un ritmo muy, muy fuerte.
Total que así se mantuvo la situación hasta que llegamos al km 12. Entrábamos en el último kilómetro. Metí plato grande, subíamos tan fuerte que con plato mediano ya no tenía piñones para acelerar. Me hace gracia el hecho de que al comentar la jugada otra vez los tres coincidiésemos en la idea fundamental que nos cruzó por la cabeza en ese momento: "cuando empiecen los ataques no quedarme enganchado detrás de uno que no aguanta bloqueado por los que bajan". Como explicaba Oscar "es como cuando en la F1 vas detrás de un doblado y no puedes adelantarle". Si es que ya nos conocemos bien y ese truco ya lo hemos usado entre nosotros para intentar sacarnos ventaja.
Creo recordar, vagamente, que en la cabeza del pelotón se comentó algo dando a entender que esto se acababa, que empezaban los sprints. No recuerdo que palabras se emplearon, pero si recuerdo la sensación de que empezaba la fiesta. Y la fiesta empezó con tres de los que iban en cabeza acelerando lo suficiente para estirar y romper definitivamente el pelotón. Estábamos todavía en los primeros 500 metros del último kilómetro, muy lejos para lo que estamos acostumbrados, pero era el momento de atacar, el de la bici de montaña se empezaba a quedar. Me levanté sobre la bici y aceleré el ritmo. Adelanté al de la bici de montaña, al de la PCG y al resto de ciclistas, a todos menos a los tres que iban en cabeza. Me volví a sentar en la bici e intenté mantener un ritmo lo más alto posible sin llegar a explotar. Los tres de cabeza habían abierto un buen hueco, pero seguíamos estando muy lejos de la cima.
Cuando pasamos la última curva pensé en echar el resto. Me volví a levantar sobre la bici y aceleré hasta enlazar con los de cabeza justo en la cima de la Marañosa. Para ser honestos tengo que decir que ellos en ese punto no esprintaron, únicamente se limitaron a mantener el ritmo que llevaban. ¡Pero les alcancé!
Sin parar me dispuse a dar la vuelta para bajar a por Fernando, Miguel (y yo pensaba que a por Oscar también) y justo en ese momento llegó Andrés. No habían pasado ni diez segundos y veo llegar a Oscar. Habíamos dado guerra los tres. Le saludé cerrando el puño y con una sonrisa de satisfacción en la cara y me dejé caer hasta encontrar a Fernando y a Miguel.
No recuerdo (y ya me fastidia) si Andrés y Oscar entraron justo detrás de mí o si se intercaló algún ciclista entre nosotros. Pero si que recuerdo la satisfacción cuando me crucé, ya bajando, con el de la PCG y con el de la bici de montaña ;-)
Ha sido, con diferencia, la vez que más rápido hemos subido la Marañosa, pero también ha sido la subida más emocionante y disputada. Normal que exclamase "es que me ha puesto a 100".
Pues nada más, a ver si Oscar y Andrés se animan a añadir su versión de la subida y así completamos la crónica
A cuidarse.
Javier Arias González
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