¿Qué pasa “biciosos”?
Nada importa que el sábado hubiese batido mi propio record casa<->Morata. Sólo es un detalle el hecho de que el domingo hubiéremos quedado Andrés, Oscar, Fernando, Miguel y yo para hacernos una clásica al tran-tran a San Martín de la Vega. Pasa desapercibido incluso el detalle de que Oscar a punto estuvo otra vez de ver como sus huesos se estrellaban en el suelo cuando a la vuelta nos paramos en la rotonda de la estación de San Martín para decidir el resto del recorrido. No pasa de simple anécdota el que al final el amigo Fernando se haya apuntado al club de los 90km y su comentario sea "pues bastante bien. Un poco cansado, pero nada brutal". Todo, se quedo ensombrecido si lo comparamos con la subida que hicimos a la Marañosa a la vuelta. La cosa fue, más o menos así:
Todo empezó justo donde empieza la subida a la Marañosa, en el km 15, justo donde se acaba la rampa después de la glorieta de la Warner. Fue en ese punto donde nos adelantó un grupo de 4 ó 5 ciclistas con aspecto de globeros. Andrés, que no tiene quien le tosa, salto como movido por un muelle y al instante aceleró el ritmo para adelantar a los imprudentes. Yo, obviamente, a rueda de Andrés.
Aquí quiero hacer un inciso. En toda la subida también estuvo implicado Oscar. Yo no lo voy a mencionar mucho en la crónica pero es que yo no me enteré de que él venía en el grupo hasta que llegamos a la cima de la Marañosa.
El caso es que después de adelantar a los globeros Andrés puso un ritmo rápido (unos 24 km/h). Y yo a rueda de Andrés.
No había pasado ni un minuto y nos adelanta uno de los globeros. Para mí que era el único del grupo que llevaba bici de carretera. Vestía un maillot de la PCG (Peña Ciclista Getafe, de estos se ven muchos por este carril). Un adelantamiento tan rápido después de que le hubiéremos adelantado es un clarísimo síntoma de pique y para picados nosotros.....
Bueno mejor dicho el Andrés. Yo, os lo juro, iba pensando "pues nada a rueda del globero hasta arriba y le machacamos". Pero para Andrés eso era poco y al instante se levantó sobre la bici, incrementó el ritmo y volvió a adelantar al globero. Y yo rueda de Andrés.
El caso es que el globero se nos puso a rueda. Andrés tirando para descolgarle. Yo pensando en darle un relevo a Andrés para descolgar al globero. Y en esto nos silba por detrás un grupo de ciclistas en bici de carretera. Ya subíamos a buen ritmo, pero nos adelantó un pelotón de 5 ó 6 ciclistas. ¡¡¡Con el globero de la PCG a rueda del pelotón!!!
La subida se estaba poniendo caliente, caliente. Obviamente Andrés enganchó a la rueda del de la PCG y yo a rueda de Andrés. Creo que en este punto, cuando se formó el pelotón, fue la primera vez que pensé "para mi que vamos demasiado rápido". Pero claro, no era plan ceder.
Esta situación se mantuvo durante un rato. Obviamente fuimos adelantando un montón de ciclistas a los que pasábamos como balas. Hasta que a media subida (¡¡todavía estábamos a media subida!!) el pelotón adelanta a un tío en bici de montaña. El tío, un picado de la carretera, se interpuso entre Andrés y el de la PCG. Y yo a rueda de Andrés.
Los de la cabeza del pelotón al ver la cantidad de gente que se estaba poniendo a rueda dieron un pequeño tirón. ¡¡Que cabrones!! El caso es que el tirón abrió un hueco entre Andrés y el de la bici de montaña. Aproveché para adelantar a Andrés y comentarle algo así como "tenemos que pegarnos más a la rueda para aprovechar". Me situé entre el de la bici de montaña y Andrés. Me pegué totalmente a la rueda trasera de su bici para aprovecharme lo máximo posible del ir a rueda. Miré el velocímetro y subíamos a ¡¡¡29,5 km/h!!! Aquí fue donde pensé "el último kilómetro nos va a reventar". Después, comentando la jugada, me di cuenta que los tres (Oscar, Andrés y yo) habíamos pensado lo mismo. Conocemos bien la subida y sabemos que en los primeros 500 metros del último kilómetro de subida es donde explotas si has subido a un ritmo demasiado fuerte. Y estábamos subiendo a un ritmo muy, muy fuerte.
Total que así se mantuvo la situación hasta que llegamos al km 12. Entrábamos en el último kilómetro. Metí plato grande, subíamos tan fuerte que con plato mediano ya no tenía piñones para acelerar. Me hace gracia el hecho de que al comentar la jugada otra vez los tres coincidiésemos en la idea fundamental que nos cruzó por la cabeza en ese momento: "cuando empiecen los ataques no quedarme enganchado detrás de uno que no aguanta bloqueado por los que bajan". Como explicaba Oscar "es como cuando en la F1 vas detrás de un doblado y no puedes adelantarle". Si es que ya nos conocemos bien y ese truco ya lo hemos usado entre nosotros para intentar sacarnos ventaja.
Creo recordar, vagamente, que en la cabeza del pelotón se comentó algo dando a entender que esto se acababa, que empezaban los sprints. No recuerdo que palabras se emplearon, pero si recuerdo la sensación de que empezaba la fiesta. Y la fiesta empezó con tres de los que iban en cabeza acelerando lo suficiente para estirar y romper definitivamente el pelotón. Estábamos todavía en los primeros 500 metros del último kilómetro, muy lejos para lo que estamos acostumbrados, pero era el momento de atacar, el de la bici de montaña se empezaba a quedar. Me levanté sobre la bici y aceleré el ritmo. Adelanté al de la bici de montaña, al de la PCG y al resto de ciclistas, a todos menos a los tres que iban en cabeza. Me volví a sentar en la bici e intenté mantener un ritmo lo más alto posible sin llegar a explotar. Los tres de cabeza habían abierto un buen hueco, pero seguíamos estando muy lejos de la cima.
Cuando pasamos la última curva pensé en echar el resto. Me volví a levantar sobre la bici y aceleré hasta enlazar con los de cabeza justo en la cima de la Marañosa. Para ser honestos tengo que decir que ellos en ese punto no esprintaron, únicamente se limitaron a mantener el ritmo que llevaban. ¡Pero les alcancé!
Sin parar me dispuse a dar la vuelta para bajar a por Fernando, Miguel (y yo pensaba que a por Oscar también) y justo en ese momento llegó Andrés. No habían pasado ni diez segundos y veo llegar a Oscar. Habíamos dado guerra los tres. Le saludé cerrando el puño y con una sonrisa de satisfacción en la cara y me dejé caer hasta encontrar a Fernando y a Miguel.
No recuerdo (y ya me fastidia) si Andrés y Oscar entraron justo detrás de mí o si se intercaló algún ciclista entre nosotros. Pero si que recuerdo la satisfacción cuando me crucé, ya bajando, con el de la PCG y con el de la bici de montaña ;-)
Ha sido, con diferencia, la vez que más rápido hemos subido la Marañosa, pero también ha sido la subida más emocionante y disputada. Normal que exclamase "es que me ha puesto a 100".
Pues nada más, a ver si Oscar y Andrés se animan a añadir su versión de la subida y así completamos la crónica
A cuidarse.
Javier Arias González
lunes, 24 de septiembre de 2007
lunes, 17 de septiembre de 2007
16/9/2007 Salida a las Zetas
Que pasa biciosos,
A las 06:30 me sonó el despertador y he de confesar que me costó levantarme. Había quedado con mi hermano a las 7:00 y en casa del Churri a las 07:30 y no quería llegar tarde.
Salimos hacia la Pedriza y, como estaba previsto, a las 08:30 empezamos a pedalear. El problema que tienen las zetas es que empieces donde empieces siempre empiezas subiendo. Menos mal que estábamos ya escarmentados y el ritmo que pusimos al principio fue asumible.
La primera parte del recorrido, los primeros 5 km de subida, los hicimos entre charlas. El Real Madrid - Almería (que robo), el España - Grecia (que emoción), el Alonso - Hamilton (a ver que hacen hoy), etc, etc.
A partir del km 8 ya no halábamos. Yo juraría que en ese punto fue donde metí el plato pequeño. Había que tomárselo con calma.
Aproximadamente también en ese punto nos adelantaron dos ciclistas (una Trek y una Merida). En mi opinión (y luego Oscar me contó que a él también le había parecido) habían acelerado para adelantarlos. Su ritmo no era muy fuerte y tentado estuve de ponerme a su rueda para picarles y machacarles. "Bueno ayer tuve una salida dura, me acosté tarde, he dormido poco, mejor me mantengo con el grupo, etc, etc". Tuve que echar mano de todo tipo de disculpas para no reconocer que lo cierto es que estaba cansado y no estaba seguro de que pudiera "machacarles". Aunque ganas no me faltaron.
Ya habíamos perdido a los ciclistas cuando se produjo la anécdota graciosa del día. El Churri delante, la pista con piedras y boquetes, subimos despacio. En una de estas el Churri pierde el equilibrio pero muy hábilmente desengancha el pie derecho y lo apoya en el suelo mientras yo le adelantaba en ese momento. Comenta: "Esto, el año pasado habría significado una hostia fija". Apunto estaba de contestarle "ahí se ve lo que has mejorado" cuando oigo el típico ruido de quien se acaba de caer. Miro atrás y el Churri se acaba de pegar una hostia de las suyas; de las de estar parado. Resulta que el tío se hizo un lío al ponerse de nuevo sobre la bici y se pego la leche. Esta claro que en el último año ha perfeccionado el desenganchar los pies de los pedales, pero le llevará otro año el dominar los movimientos coordinados necesarios para poner en marcha la bici.
Nos alucinó Ernesto haciéndose una gran parte de la subida en plato mediano a ritmo constante. Al tran-tran seguimos subiendo y en el último tramo el Churri nos lanzó un sprint hasta el collado de los pastores. Ni Ernesto ni yo entramos al trapo. Estábamos demasiado ocupados mirando el paisaje :-))
Invertimos en la subida 1:49. No está mal para 16 kilómetros de subida. En el collado hicimos la típica paradita para tomarnos la barrita, beber un poco y sacarnos unas fotos. Desde la cima pudimos ver por donde bajaban los dos ciclistas que nos habían adelantado. Oscar comentó que cuando él, el sprinter, había llegado a la cima ellos estaban empezando a bajar como quien dice. Después de todo tampoco nos habían sacado tanto tiempo, estaba claro que eran unos globeros; nosotros habíamos hecho una parada obligatoria para reírnos del tortazo de Oscar....
En esto que llegaron a la cima tres o cuatro ciclistas (yo diría que tres) que venían acalorados, uno se quejaba de que le dolía la espada, el otro era muy joven (un guaje). En esto uno de ellos comenta: "Una hora, 24 minutos, no está mal". ¡¡¡Serán cabrones!!! Luego, comentándolo entre nosotros, propuse que la próxima vez que lleguemos al alto de las zetas y nos encontremos ciclistas comentemos, como quien no quiere la cosa, "No esta mal, una hora 10 minutos". Claro que el Churri apuntó un toque un poco más fardón sugiriendo que lo que deberíamos comentar era "Cachis, Una hora 2 minutos, esta vez no he podido bajar de la hora". Lo que sea con tal de inducir el desánimo en los otros globeros de los caminos :-)
Después del breve descanso nos dispusimos a bajar. La bajada es rápida, pero requiere mucha atención, la carretera está llena de piedras y boquetes. Aun así es una bajada rápida y entretenida. Claro que Ernesto seguramente tenga otra opinión. No pudo esquivar una piedra y le reventó la rueda delantera con la consiguiente torta modelo "para haberme matado", de esas en las que sientes el golpe en el casco y te alegras un montón de llevarlo puesto. Con el instinto periodista a tope saqué la cámara y tuve tiempo de sacar una foto del evento (fijaros que la rueda delantera está totalmente sin aire). Todo quedó en chapa y pintura salvo un golpe en el dedo anular de la mano derecha. Como le dolía al apretar los frenos cambiamos de bici. La mía, al tener frenos hidráulicos podría frenarla con dos dedos, sin usar el anular.
Obviamente redujimos la velocidad de descenso considerablemente y a partir de ese momento prácticamente nos dejamos caer. Un poquito más adelante nos cruzamos con los dos ciclistas que nos habían adelantado subiendo las zetas. ¡¡Estaban haciendo el recorrido a la inversa!! Menos mal que no se me ocurrió intentar seguirles la rueda. Hacerse las zetas hacia delante y hacia atrás ya tiene cierto mérito. Por supuesto que en su día lo intentaré, sería el master de las zetas..... Queda pendiente.
Seguimos bajando hasta que llegamos al aparcamiento. Justo cuando llegamos a la valla del aparcamiento aparecieron los ciclistas que nos habíamos encontrado en la cumbre.
Pues tampoco han bajado tan rápido, comentamos entre nosotros. Si tenemos en cuenta que nosotros estuvimos parados unos 15 minutos para reparar la rueda de la bici de Ernesto. Claro que tampoco sabemos cuanto tiempo estuvieron ellos parados..... Les concedimos el beneficio de la duda.
Todavía nos quedaba el tramo de asfalto hasta el aparcamiento de fuera, donde habíamos dejado el coche. Estábamos subiendo y nos adelantaron los ciclistas que nos habíamos encontrado en la cumbre como balas. Por un momento pasó por mi mente el seguirles y disputarles el sprint hasta el alto de la loma, volví a buscar mil excusas y a ellas añadí el que además ahora llevaba la bici de mi hermano (diferente postura, peso, sensaciones). En fin, que ayer no era el día de picarse con nadie y "dejé" que se fueran.
A las 12:00 en punto, siguiendo a rajatabla el plan previsto, llegamos al coche. Montamos las bicis y para casita.
Estos fueron los datos de la ruta:
Distancia: 37,51 km
Tiempo empleado: 02:54:12
Vel. Media: 12,91
Vel. Máxima: 40,34
Km. Totales: 10.743
Pulsaciones medias: 136 (he estado todo el fin de semana alto de pulsaciones. Síntoma de estar fuera de punto)
Calorías: 1.545,8
Datos añadidos por Oscar
Desnivel salvado: 1.003 metros
Pendiente media del 5%
Pendiente máxima del 13%
A cuidarse
Javier Arias González
A las 06:30 me sonó el despertador y he de confesar que me costó levantarme. Había quedado con mi hermano a las 7:00 y en casa del Churri a las 07:30 y no quería llegar tarde.
Salimos hacia la Pedriza y, como estaba previsto, a las 08:30 empezamos a pedalear. El problema que tienen las zetas es que empieces donde empieces siempre empiezas subiendo. Menos mal que estábamos ya escarmentados y el ritmo que pusimos al principio fue asumible.
La primera parte del recorrido, los primeros 5 km de subida, los hicimos entre charlas. El Real Madrid - Almería (que robo), el España - Grecia (que emoción), el Alonso - Hamilton (a ver que hacen hoy), etc, etc.
A partir del km 8 ya no halábamos. Yo juraría que en ese punto fue donde metí el plato pequeño. Había que tomárselo con calma.
Aproximadamente también en ese punto nos adelantaron dos ciclistas (una Trek y una Merida). En mi opinión (y luego Oscar me contó que a él también le había parecido) habían acelerado para adelantarlos. Su ritmo no era muy fuerte y tentado estuve de ponerme a su rueda para picarles y machacarles. "Bueno ayer tuve una salida dura, me acosté tarde, he dormido poco, mejor me mantengo con el grupo, etc, etc". Tuve que echar mano de todo tipo de disculpas para no reconocer que lo cierto es que estaba cansado y no estaba seguro de que pudiera "machacarles". Aunque ganas no me faltaron.
Ya habíamos perdido a los ciclistas cuando se produjo la anécdota graciosa del día. El Churri delante, la pista con piedras y boquetes, subimos despacio. En una de estas el Churri pierde el equilibrio pero muy hábilmente desengancha el pie derecho y lo apoya en el suelo mientras yo le adelantaba en ese momento. Comenta: "Esto, el año pasado habría significado una hostia fija". Apunto estaba de contestarle "ahí se ve lo que has mejorado" cuando oigo el típico ruido de quien se acaba de caer. Miro atrás y el Churri se acaba de pegar una hostia de las suyas; de las de estar parado. Resulta que el tío se hizo un lío al ponerse de nuevo sobre la bici y se pego la leche. Esta claro que en el último año ha perfeccionado el desenganchar los pies de los pedales, pero le llevará otro año el dominar los movimientos coordinados necesarios para poner en marcha la bici.
Nos alucinó Ernesto haciéndose una gran parte de la subida en plato mediano a ritmo constante. Al tran-tran seguimos subiendo y en el último tramo el Churri nos lanzó un sprint hasta el collado de los pastores. Ni Ernesto ni yo entramos al trapo. Estábamos demasiado ocupados mirando el paisaje :-))
Invertimos en la subida 1:49. No está mal para 16 kilómetros de subida. En el collado hicimos la típica paradita para tomarnos la barrita, beber un poco y sacarnos unas fotos. Desde la cima pudimos ver por donde bajaban los dos ciclistas que nos habían adelantado. Oscar comentó que cuando él, el sprinter, había llegado a la cima ellos estaban empezando a bajar como quien dice. Después de todo tampoco nos habían sacado tanto tiempo, estaba claro que eran unos globeros; nosotros habíamos hecho una parada obligatoria para reírnos del tortazo de Oscar....
En esto que llegaron a la cima tres o cuatro ciclistas (yo diría que tres) que venían acalorados, uno se quejaba de que le dolía la espada, el otro era muy joven (un guaje). En esto uno de ellos comenta: "Una hora, 24 minutos, no está mal". ¡¡¡Serán cabrones!!! Luego, comentándolo entre nosotros, propuse que la próxima vez que lleguemos al alto de las zetas y nos encontremos ciclistas comentemos, como quien no quiere la cosa, "No esta mal, una hora 10 minutos". Claro que el Churri apuntó un toque un poco más fardón sugiriendo que lo que deberíamos comentar era "Cachis, Una hora 2 minutos, esta vez no he podido bajar de la hora". Lo que sea con tal de inducir el desánimo en los otros globeros de los caminos :-)
Después del breve descanso nos dispusimos a bajar. La bajada es rápida, pero requiere mucha atención, la carretera está llena de piedras y boquetes. Aun así es una bajada rápida y entretenida. Claro que Ernesto seguramente tenga otra opinión. No pudo esquivar una piedra y le reventó la rueda delantera con la consiguiente torta modelo "para haberme matado", de esas en las que sientes el golpe en el casco y te alegras un montón de llevarlo puesto. Con el instinto periodista a tope saqué la cámara y tuve tiempo de sacar una foto del evento (fijaros que la rueda delantera está totalmente sin aire). Todo quedó en chapa y pintura salvo un golpe en el dedo anular de la mano derecha. Como le dolía al apretar los frenos cambiamos de bici. La mía, al tener frenos hidráulicos podría frenarla con dos dedos, sin usar el anular.
Obviamente redujimos la velocidad de descenso considerablemente y a partir de ese momento prácticamente nos dejamos caer. Un poquito más adelante nos cruzamos con los dos ciclistas que nos habían adelantado subiendo las zetas. ¡¡Estaban haciendo el recorrido a la inversa!! Menos mal que no se me ocurrió intentar seguirles la rueda. Hacerse las zetas hacia delante y hacia atrás ya tiene cierto mérito. Por supuesto que en su día lo intentaré, sería el master de las zetas..... Queda pendiente.
Seguimos bajando hasta que llegamos al aparcamiento. Justo cuando llegamos a la valla del aparcamiento aparecieron los ciclistas que nos habíamos encontrado en la cumbre.
Pues tampoco han bajado tan rápido, comentamos entre nosotros. Si tenemos en cuenta que nosotros estuvimos parados unos 15 minutos para reparar la rueda de la bici de Ernesto. Claro que tampoco sabemos cuanto tiempo estuvieron ellos parados..... Les concedimos el beneficio de la duda.
Todavía nos quedaba el tramo de asfalto hasta el aparcamiento de fuera, donde habíamos dejado el coche. Estábamos subiendo y nos adelantaron los ciclistas que nos habíamos encontrado en la cumbre como balas. Por un momento pasó por mi mente el seguirles y disputarles el sprint hasta el alto de la loma, volví a buscar mil excusas y a ellas añadí el que además ahora llevaba la bici de mi hermano (diferente postura, peso, sensaciones). En fin, que ayer no era el día de picarse con nadie y "dejé" que se fueran.
A las 12:00 en punto, siguiendo a rajatabla el plan previsto, llegamos al coche. Montamos las bicis y para casita.
Estos fueron los datos de la ruta:
Distancia: 37,51 km
Tiempo empleado: 02:54:12
Vel. Media: 12,91
Vel. Máxima: 40,34
Km. Totales: 10.743
Pulsaciones medias: 136 (he estado todo el fin de semana alto de pulsaciones. Síntoma de estar fuera de punto)
Calorías: 1.545,8
Datos añadidos por Oscar
Desnivel salvado: 1.003 metros
Pendiente media del 5%
Pendiente máxima del 13%
A cuidarse
Javier Arias González
sábado, 15 de septiembre de 2007
Salida 15/Sept/2007 - Lo que significa estar fuera de punto
¿Qué pasa "biciosos"?
Para mí el momento tope de forma de temporada fue la semana que estuve de vacaciones en Asturias. Hicimos salidas duras como los lagos o la subida a Pedrobeya (aquella del 20% que bajasteis los que pasasteis en Asturias) y en todo momento me encontré fuerte.
Ahora, después de tres semanas de inactividad ciclista, una de ellas de vacaciones en plan cerdito vago (comer/dormir y vuelta a empezar) estoy en pretemporada. Se impone la necesidad de empezar a planificar las salidas e intensidades de cara a llegar a la semana de vacaciones de navidades otra vez en un pico de forma.
Por lo tanto hoy, cuando decidí salir a montar en bici lo hice tarde (a las 9:20) y con la sana intención de hacerme un estándar a San Martín de la Vega al tran tran, como mucho hasta Morata si me daba tiempo, en cualquier caso rodar unas 3 horitas para estar de vuelta temprano, sobre las 12:30.
No empezó la cosa muy bien que digamos. Cuando llegué a la altura de la casa del Churri (km 4!!!!!) ya se me salía el corazón por la boca. Estaba claro que no había cogido bien el ritmo.
Para mi desgracia en ese momento se unieron a la ruta dos ciclistas en bici de carretera. Los adelanté porque iban más despacio que yo. ¡Lo juro! Al poco aceleraron el ritmo y acabaron adelantándome.....
¡¡¡¡A tomar por el culo todas mis intenciones iniciales!!!! Si es que mis decisiones son menos de fiar que las promesas de los políticos.
No pude evitarlo, me puse a una distancia fija de ellos y me dediqué a aguantarles el ritmo. Es si, resulta que los tíos rodaban bien...
Menos mal que en la rotonda de la entrada de Perales, justo antes de los gitanos, (por cierto, que mal olía hoy la depuradora que está ahí) tomaron esa carretera nueva que sale a la derecha y que rodea Perales.
Me tranquilizo y me dedico a rodar despacio y...¡Vaya por dios!, otros dos ciclistas de carretera se incorporan viniendo del carril bici que va hacia el cerro de los ángeles.
Me animo y me pongo a rueda.....
Yo soy tonto del todo. Los dos tíos llevan un maillot de la quebrantahuesos, que es el nombre de una marcha ciclista, imaginad. Como además de tonto soy inconsciente me pongo a su rueda y me dedico a seguirles a una cierta distancia.
Al llegar a la última rotonda antes de subir la Marañosa, esa en la que se incorpora por la derecha la carretera nueva, ¿quien aparece? Pues los otros dos ciclistas (los dos primeros de esta crónica).
La cosa tiene su gracia porque se encajaron justo entre los de la quebrantahuesos y yo con lo cual formamos un pelotón curioso. Dos quebrantahuesos, dos ciclistas que yo ya había catado y un poquito detrás el chachi.
Pues antes de llegar el km 8, justito antes de empezar la primera rampa de la Marañosa nos adelanta un ciclista de carretera todo lanzado. Yo flipé, el tío tampoco parecía nada del otro mundo, un inconsciente vamos.
¿Que hacen los de la quebrantahuesos?, pues aceleran, y con ellos todo el pelotón. El tío resistió más de lo que yo hubiese pensado y le adelantamos justo a media subida. A esa altura yo ya iba muerto. Aguanté medio kilómetro más y me dejaron atrás sin compasión. No tengo ni idea de como acabaron.
El caso es que con semejante calentón cuando llegué a San Martín era temprano. Pues tira para Morata campeón.
Aunque ya rodaba a otro ritmo cuando subía Vallekillas ya me estaba arrepintiendo, pero como soy cabezón como yo sólo pues hasta Morata.
En Morata estaban de fiestas, de encierro más concretamente. Cuando me acerqué a la plaza vi una ambulancia en la que subían a un hombre que había recibido dos cornadas de toro. Los hay que están peor que yo.
Me tomo un café en Morata y coño, que son las 11. Que si quiero estar en casa a las 12:30 me tengo que poner las pilas pero bien. Tengo que hacer unos 38km en hora y media, eso significa una media de 25,33 km/h y eso es una media considerablemente alta.
A rodar a toda leche. Subir Vallekillas tranquilamente a 12 km/h para no quemarme que quedan kilómetros. Aprovecharse del viento de culo en el tramo de Vallekillas a San Martín. Subida a la Marañosa de más a menos; me estaba quedando sin pilas. Buen ritmo, a pesar del ligero viento en contra, en el tramo hasta Perales. ¿He mencionado que la depuradora olía hoy muy mal? Voy cumpliendo los horarios previstos por la (des)organización y llego al portal justamente a las 12:30.
¡¡¡ESTOY MUERTO, MUERTO, MUERTO!!!! Os juro que me temblaban las piernas, sudaba como un pollo y tuve que esperar un minuto a coger aire antes de meter la bici en el portal. Estaba claro que la salida había resultado más dura de lo que yo había planeado.
Cuando me puse al ordenador a pasar los datos de la ruta a una de mis (numerosas) hojas de cálculo me di cuenta de lo que significa estar fuera de punto.....
A cuidarse
Javier Arias González
Para mí el momento tope de forma de temporada fue la semana que estuve de vacaciones en Asturias. Hicimos salidas duras como los lagos o la subida a Pedrobeya (aquella del 20% que bajasteis los que pasasteis en Asturias) y en todo momento me encontré fuerte.
Ahora, después de tres semanas de inactividad ciclista, una de ellas de vacaciones en plan cerdito vago (comer/dormir y vuelta a empezar) estoy en pretemporada. Se impone la necesidad de empezar a planificar las salidas e intensidades de cara a llegar a la semana de vacaciones de navidades otra vez en un pico de forma.
Por lo tanto hoy, cuando decidí salir a montar en bici lo hice tarde (a las 9:20) y con la sana intención de hacerme un estándar a San Martín de la Vega al tran tran, como mucho hasta Morata si me daba tiempo, en cualquier caso rodar unas 3 horitas para estar de vuelta temprano, sobre las 12:30.
No empezó la cosa muy bien que digamos. Cuando llegué a la altura de la casa del Churri (km 4!!!!!) ya se me salía el corazón por la boca. Estaba claro que no había cogido bien el ritmo.
Para mi desgracia en ese momento se unieron a la ruta dos ciclistas en bici de carretera. Los adelanté porque iban más despacio que yo. ¡Lo juro! Al poco aceleraron el ritmo y acabaron adelantándome.....
¡¡¡¡A tomar por el culo todas mis intenciones iniciales!!!! Si es que mis decisiones son menos de fiar que las promesas de los políticos.
No pude evitarlo, me puse a una distancia fija de ellos y me dediqué a aguantarles el ritmo. Es si, resulta que los tíos rodaban bien...
Menos mal que en la rotonda de la entrada de Perales, justo antes de los gitanos, (por cierto, que mal olía hoy la depuradora que está ahí) tomaron esa carretera nueva que sale a la derecha y que rodea Perales.
Me tranquilizo y me dedico a rodar despacio y...¡Vaya por dios!, otros dos ciclistas de carretera se incorporan viniendo del carril bici que va hacia el cerro de los ángeles.
Me animo y me pongo a rueda.....
Yo soy tonto del todo. Los dos tíos llevan un maillot de la quebrantahuesos, que es el nombre de una marcha ciclista, imaginad. Como además de tonto soy inconsciente me pongo a su rueda y me dedico a seguirles a una cierta distancia.
Al llegar a la última rotonda antes de subir la Marañosa, esa en la que se incorpora por la derecha la carretera nueva, ¿quien aparece? Pues los otros dos ciclistas (los dos primeros de esta crónica).
La cosa tiene su gracia porque se encajaron justo entre los de la quebrantahuesos y yo con lo cual formamos un pelotón curioso. Dos quebrantahuesos, dos ciclistas que yo ya había catado y un poquito detrás el chachi.
Pues antes de llegar el km 8, justito antes de empezar la primera rampa de la Marañosa nos adelanta un ciclista de carretera todo lanzado. Yo flipé, el tío tampoco parecía nada del otro mundo, un inconsciente vamos.
¿Que hacen los de la quebrantahuesos?, pues aceleran, y con ellos todo el pelotón. El tío resistió más de lo que yo hubiese pensado y le adelantamos justo a media subida. A esa altura yo ya iba muerto. Aguanté medio kilómetro más y me dejaron atrás sin compasión. No tengo ni idea de como acabaron.
El caso es que con semejante calentón cuando llegué a San Martín era temprano. Pues tira para Morata campeón.
Aunque ya rodaba a otro ritmo cuando subía Vallekillas ya me estaba arrepintiendo, pero como soy cabezón como yo sólo pues hasta Morata.
En Morata estaban de fiestas, de encierro más concretamente. Cuando me acerqué a la plaza vi una ambulancia en la que subían a un hombre que había recibido dos cornadas de toro. Los hay que están peor que yo.
Me tomo un café en Morata y coño, que son las 11. Que si quiero estar en casa a las 12:30 me tengo que poner las pilas pero bien. Tengo que hacer unos 38km en hora y media, eso significa una media de 25,33 km/h y eso es una media considerablemente alta.
A rodar a toda leche. Subir Vallekillas tranquilamente a 12 km/h para no quemarme que quedan kilómetros. Aprovecharse del viento de culo en el tramo de Vallekillas a San Martín. Subida a la Marañosa de más a menos; me estaba quedando sin pilas. Buen ritmo, a pesar del ligero viento en contra, en el tramo hasta Perales. ¿He mencionado que la depuradora olía hoy muy mal? Voy cumpliendo los horarios previstos por la (des)organización y llego al portal justamente a las 12:30.
¡¡¡ESTOY MUERTO, MUERTO, MUERTO!!!! Os juro que me temblaban las piernas, sudaba como un pollo y tuve que esperar un minuto a coger aire antes de meter la bici en el portal. Estaba claro que la salida había resultado más dura de lo que yo había planeado.
Cuando me puse al ordenador a pasar los datos de la ruta a una de mis (numerosas) hojas de cálculo me di cuenta de lo que significa estar fuera de punto.....
| 15/09/2007 | 24/06/2007 | Diferencia |
Kilometros | 76,54 | 76,51 | 0,03 |
tiempo | 03:05:34 | 02:59:47 | 00:05:47 |
Vel Media | 24,74 | 25,53 | -0,79 |
Vel Maxima | 68,56 | 68,90 | -0,34 |
Total kms | 10.706 | 9.677 | 1.029,00 |
Pulsa Medias | 151 | 136 | 15,00 |
Conclusión en la crónica | ¡¡ESTOY MUERTO, MUERTO, MUERTO!!!!. | Me encuentro genial, ni siquiera estoy cansado | Estar o no fuera de punto. Esta claro ¿no? |
A cuidarse
Javier Arias González
martes, 11 de septiembre de 2007
21/8/07 Subida a los lagos
¿Qué pasa "biciosos"?
Era junto uno de los objetivos que nos habíamos marcado mi tío Oscar (la apisonadora de cuatro caños) y yo para este año y estando los dos de vacaciones no íbamos a dejar pasar la oportunidad. Durante el fin de semana habíamos salido con Raúl y acabamos de concretar el plan. Saldríamos desde Lugones, iríamos hasta Covadonga, subiríamos los lagos y después de la bajada nos juntaríamos en Covadonga con Carmen, las niñas y la familia de Carmen para comer todos juntos y volvernos tranquilamente en coche. Basándonos en los comentarios de Raúl nos salían unos 82 km de llano asturiano (del que sube y baja constantemente), unos 11km de subida asturiano (todo para arriba en plan bestia) y sus correspondientes 11 de bajada asturiana.
Como salían muchos kilómetros y el tiempo era limitado dimos por buena la idea de Raúl de ir en bici de carretera. Como yo no tengo, Raúl me prestaría la suya.
Era la primera vez en mi vida que iba a montar en una bici de carretera. Nunca lo había hecho antes, ni siquiera de niño, y para estrenarme toma etapa. Pero, ¿quien dijo miedo?; digamos que se quedaba en ligero acojone.
Lo que no teníamos claro era el día concreto. La climatología no acompañaba (llovió en 8 días de los 9 que estuvimos en Asturias) y teníamos (yo concretamente) algunos compromisos familiares. Pero al final el lunes por la tarde decidimos que el mismo martes sería el día D. No importaba que la previsiones fuesen de lluvia.
Claro que no importaban, porque el martes amaneció lloviendo de todas maneras. A la hora convenida y con puntualidad británica (influencia del clima supongo) nos pusimos en marcha. Nada más empezar a rodar ya pude notar las diferencias entre mi bici de montaña y la bici de carretera de Raúl. Para empezar la bici me venía grande de talla. La postura era bastante más tirada sobre la bici, en horizontal respecto a la carretera. La bicicleta corría bastante más que la de montaña. A los pocos kilómetros ya pude entender que si adelantamos a alguien que va con bici de carretera con la bici de montaña no es porque seamos unos cracks sino porque ese alguien es un globero. Con una bici de carretera, especialmente en llano y cuesta abajo, se corre muchísimo más que con una de montaña... aunque llueva.
Y llovía. Sea como fuese empezó marcando el ritmo mi tío. Y eso significa que salimos como tiros. Levantándonos en cada cuesta. Con ritmo alegre. A mi me costaba seguirle el ritmo. Menos mal que a la altura de Lieres (¿km 15?) comenta: "me parece que vamos un poco rápido, no se si a este ritmo aguantaremos". ¡¡Pues menos mal que lo comentó!! porque yo ya estaba empezando a dudar de mis propias fuerzas.
Seguía lloviendo y a un ritmo más humano llegamos a Arriondas (¿km 65?). Nos salimos de la carretera para entrar al pueblo y hacer una paradita. Café, pincho y plátano (que no se entere mi médico). La velocidad media en este punto era de 28,8 km/h. Ni se sabe las veces que tuve que parar a mear, pero, ¿he mencionado que llovía?, pues eso influye.
Llegamos a Cangas de Onis y ya llovía menos. Parece que no, pero llegando a Covadonga la carretera ya pica para arriba. La prueba de ello es que en mi empeño de mantener la velocidad que llevábamos hasta entonces tenía que poner más fuerza en cada pedalada. Oscar, más prudente ahora, me dejó tirar e irme. Cuando me di cuenta ya le sacaba una buena distancia, pero yo estaba asfixiado. ¡¡Y apenas habíamos llegado a Covadonga!!
Al llegar a Covadonga desvío la izquierda para subir a los lagos (lo que en el perfil es "cruce a la Basílica"). Unas chicas de uniforme estaban en la carretera para impedir que subiesen coches. En plan machote les hicimos la típica pregunta de: "¿queda mucho para los lagos?". Si es que somos unos cachondos. Aunque yo creo que ellas se rieron más que nosotros.
Aun tuvimos tiempo para hacer una paradita. Nos quitamos los chubasqueros, nos sacamos una foto y empezamos la juerga (esta vez no hubo meadita).
Y digo que empezamos la juerga porque la subida se hace dura desde la primera rampa. Y como siempre pasa empezamos demasiado rápido, demasiado fuerte. Después de los dos primeros kilómetros otra vez Oscar volvió a decir eso de "yo creo que vamos muy rápido" y otra vez volví a agradecerle que pusiese palabras a mis pensamientos. Nos relajamos un poquito aprovechando unos 50 metros llanos que aparecieron en la subida como un regalo y a partir de ese momento encontramos nuestro ritmo.
Todo estaba muy bien planeado, pero a ninguno de los dos se nos había ocurrido mirar el perfil antes de empezar la ruta. Gracias a esta peculiar preparación no teníamos muy claro lo que se nos venía encima cuando en un cartel se nos anunciaba "la huesera". Yo de dije a Oscar: "yo diría que aquí empieza lo duro, esto de la huesera me suena de la vuelta a España", pero el tramo de carretera que veíamos no parecía tan complicado. Eso si, nada más tomar la siguiente curva flipamos en colores. La rampa de la huesera estaba delante de nosotros y a lo lejos, a lo alto, a nuestra derecha se distinguía por donde iba la carretera. Todavía quedaba muuuuucho y muuuuuy empinado.
Otra de las diferencias entre la bici de carretera y la de montaña son los desarrollos. En la de montaña tienes desarrollos de sobra para estas subidas en carretera. En caso de duda metes el plato pequeño, piñón grande y pasito a pasito subes. En la de carretera no funciona así. A la primera rampa ya te quedas sin piñones que meter. A partir de ese momento ya es cuestión de ponerse de pie y de aprovechar que la bici pesa y roza menos. La bici de Raúl es en ese sentido más cómoda que la de Oscar porque su piñón grande es más grande que el piñón grande de la bici de Oscar. Para equilibrar los esfuerzos yo me hice la subida sin meter el piñón grande.
Pasamos la huesera relativamente bien. Y basándome en el profundo estudio que había hecho del perfil le comenté a mi tío "ya sólo nos queda la rampa del mirador de la reina". ¡¡Que cachondo!!
La rampa del mirador de la reina también tuvo su gracia porque nos adelantó un autobús y lo pudimos seguir con la vista. En un momento dado la pendiente era tan grande que el autobús se veía extraño sobre el asfalto, como si fuera a volcarse hacia atrás. Estaba claro que ese repecho sería duro.
El caso es que después del mirador de la reina tienes un descanso y luego aunque sigues subiendo ya te parece que no es para tanto. Al poco incluso tienes una cuesta abajo y a partir de este momento y cada poco decía "ya estamos, ya llegamos, lo hemos conseguido".
Llegamos al lago Enol y nos sacamos las fotos de rigor. Habíamos tenido suerte, apenas habían caído unas gotas en toda la subida, eso si, arriba, un frío que hacía, un viento. A poco nos quedamos helados.
Todavía nos quedaba la bajada. Y lo extraño es que los lagos de Covadonga se empiezan a bajar subiendo. Son unas buenas rampas, no muy largas pero duras, y después de haberte quedado mínimamente frío se hacen bastante incomodas. Después vienen otras diferencias con la bici de montaña. Bajar en la postura de la bici de montaña es cómodo, en la postura de la bici de carretera es cansado. Se cansa el cuello, los brazos, la espalda, todo. Las ruedas son muy finas y con el asfalto mojado (como podéis imaginar ese era nuestro caso) da miedo pensar que vas a patinar en una curva, y la carretera de los lagos tiene muuuuchas curvas. Por otro lado los frenos de las bicis de carretera no son hidráulicos. En los hidráulicos con dos dedos y sin apenas fuerzas frenas totalmente la bici. En la de carretera (por lo menos en la de Raúl) tienes que hacer fuerza para frenar. ¿He mencionado que las bicis de carretera corren más que las de montaña?, pues imaginad cuesta abajo. Total que la bajada fue de todo menos divertida. Mucho frío, mucho miedo, mucha incomodidad, brazos atenazados, manos doloridas. Menos mal que el ánimo estaba alegre después de la gesta.
Llegamos abajo y Carmen ya había pillado mesa en un merendero en Covadonga. Fue llegar, subir las bicis, ponernos ropa seca y sentarnos a comer. Ya os podéis imaginar a que me supieron los huevos fritos con patatas que me zampé.
A los pocos días comentando la subida a los lagos con Jose Manuel (el colega de Asturias que me introdujo en la bici de montaña) me comentó que él, en sus tiempos buenos, se hacía la subida en 1h 5'. Yo no tenía muy claro cuanto habíamos tardado, pero luego, en casa, mirando las horas de las fotos, he visto que habíamos tardado en subir 1h 16' lo que no está mal para ser la primera vez, pero que me obliga a repetir la subida pero con objetivo de tiempo. Competitivo que es uno mecachis.
Los datos de la ruta fueron:
Distancia: 106,32 km
Tiempo: 4:49:36
Velocidad media: 22,03 km/h
Velocidad máxima: 49,60 km/h
Pulsaciones medias: 130 ppm
Calorías gastadas: 3.207,6
a cuidarse
Javier Arias González
Era junto uno de los objetivos que nos habíamos marcado mi tío Oscar (la apisonadora de cuatro caños) y yo para este año y estando los dos de vacaciones no íbamos a dejar pasar la oportunidad. Durante el fin de semana habíamos salido con Raúl y acabamos de concretar el plan. Saldríamos desde Lugones, iríamos hasta Covadonga, subiríamos los lagos y después de la bajada nos juntaríamos en Covadonga con Carmen, las niñas y la familia de Carmen para comer todos juntos y volvernos tranquilamente en coche. Basándonos en los comentarios de Raúl nos salían unos 82 km de llano asturiano (del que sube y baja constantemente), unos 11km de subida asturiano (todo para arriba en plan bestia) y sus correspondientes 11 de bajada asturiana.
Como salían muchos kilómetros y el tiempo era limitado dimos por buena la idea de Raúl de ir en bici de carretera. Como yo no tengo, Raúl me prestaría la suya.
Era la primera vez en mi vida que iba a montar en una bici de carretera. Nunca lo había hecho antes, ni siquiera de niño, y para estrenarme toma etapa. Pero, ¿quien dijo miedo?; digamos que se quedaba en ligero acojone.
Lo que no teníamos claro era el día concreto. La climatología no acompañaba (llovió en 8 días de los 9 que estuvimos en Asturias) y teníamos (yo concretamente) algunos compromisos familiares. Pero al final el lunes por la tarde decidimos que el mismo martes sería el día D. No importaba que la previsiones fuesen de lluvia.
Claro que no importaban, porque el martes amaneció lloviendo de todas maneras. A la hora convenida y con puntualidad británica (influencia del clima supongo) nos pusimos en marcha. Nada más empezar a rodar ya pude notar las diferencias entre mi bici de montaña y la bici de carretera de Raúl. Para empezar la bici me venía grande de talla. La postura era bastante más tirada sobre la bici, en horizontal respecto a la carretera. La bicicleta corría bastante más que la de montaña. A los pocos kilómetros ya pude entender que si adelantamos a alguien que va con bici de carretera con la bici de montaña no es porque seamos unos cracks sino porque ese alguien es un globero. Con una bici de carretera, especialmente en llano y cuesta abajo, se corre muchísimo más que con una de montaña... aunque llueva.
Y llovía. Sea como fuese empezó marcando el ritmo mi tío. Y eso significa que salimos como tiros. Levantándonos en cada cuesta. Con ritmo alegre. A mi me costaba seguirle el ritmo. Menos mal que a la altura de Lieres (¿km 15?) comenta: "me parece que vamos un poco rápido, no se si a este ritmo aguantaremos". ¡¡Pues menos mal que lo comentó!! porque yo ya estaba empezando a dudar de mis propias fuerzas.
Seguía lloviendo y a un ritmo más humano llegamos a Arriondas (¿km 65?). Nos salimos de la carretera para entrar al pueblo y hacer una paradita. Café, pincho y plátano (que no se entere mi médico). La velocidad media en este punto era de 28,8 km/h. Ni se sabe las veces que tuve que parar a mear, pero, ¿he mencionado que llovía?, pues eso influye.
Llegamos a Cangas de Onis y ya llovía menos. Parece que no, pero llegando a Covadonga la carretera ya pica para arriba. La prueba de ello es que en mi empeño de mantener la velocidad que llevábamos hasta entonces tenía que poner más fuerza en cada pedalada. Oscar, más prudente ahora, me dejó tirar e irme. Cuando me di cuenta ya le sacaba una buena distancia, pero yo estaba asfixiado. ¡¡Y apenas habíamos llegado a Covadonga!!
Al llegar a Covadonga desvío la izquierda para subir a los lagos (lo que en el perfil es "cruce a la Basílica"). Unas chicas de uniforme estaban en la carretera para impedir que subiesen coches. En plan machote les hicimos la típica pregunta de: "¿queda mucho para los lagos?". Si es que somos unos cachondos. Aunque yo creo que ellas se rieron más que nosotros.
Aun tuvimos tiempo para hacer una paradita. Nos quitamos los chubasqueros, nos sacamos una foto y empezamos la juerga (esta vez no hubo meadita).
Y digo que empezamos la juerga porque la subida se hace dura desde la primera rampa. Y como siempre pasa empezamos demasiado rápido, demasiado fuerte. Después de los dos primeros kilómetros otra vez Oscar volvió a decir eso de "yo creo que vamos muy rápido" y otra vez volví a agradecerle que pusiese palabras a mis pensamientos. Nos relajamos un poquito aprovechando unos 50 metros llanos que aparecieron en la subida como un regalo y a partir de ese momento encontramos nuestro ritmo.
Todo estaba muy bien planeado, pero a ninguno de los dos se nos había ocurrido mirar el perfil antes de empezar la ruta. Gracias a esta peculiar preparación no teníamos muy claro lo que se nos venía encima cuando en un cartel se nos anunciaba "la huesera". Yo de dije a Oscar: "yo diría que aquí empieza lo duro, esto de la huesera me suena de la vuelta a España", pero el tramo de carretera que veíamos no parecía tan complicado. Eso si, nada más tomar la siguiente curva flipamos en colores. La rampa de la huesera estaba delante de nosotros y a lo lejos, a lo alto, a nuestra derecha se distinguía por donde iba la carretera. Todavía quedaba muuuuucho y muuuuuy empinado.
Otra de las diferencias entre la bici de carretera y la de montaña son los desarrollos. En la de montaña tienes desarrollos de sobra para estas subidas en carretera. En caso de duda metes el plato pequeño, piñón grande y pasito a pasito subes. En la de carretera no funciona así. A la primera rampa ya te quedas sin piñones que meter. A partir de ese momento ya es cuestión de ponerse de pie y de aprovechar que la bici pesa y roza menos. La bici de Raúl es en ese sentido más cómoda que la de Oscar porque su piñón grande es más grande que el piñón grande de la bici de Oscar. Para equilibrar los esfuerzos yo me hice la subida sin meter el piñón grande.
Pasamos la huesera relativamente bien. Y basándome en el profundo estudio que había hecho del perfil le comenté a mi tío "ya sólo nos queda la rampa del mirador de la reina". ¡¡Que cachondo!!
La rampa del mirador de la reina también tuvo su gracia porque nos adelantó un autobús y lo pudimos seguir con la vista. En un momento dado la pendiente era tan grande que el autobús se veía extraño sobre el asfalto, como si fuera a volcarse hacia atrás. Estaba claro que ese repecho sería duro.
El caso es que después del mirador de la reina tienes un descanso y luego aunque sigues subiendo ya te parece que no es para tanto. Al poco incluso tienes una cuesta abajo y a partir de este momento y cada poco decía "ya estamos, ya llegamos, lo hemos conseguido".
Llegamos al lago Enol y nos sacamos las fotos de rigor. Habíamos tenido suerte, apenas habían caído unas gotas en toda la subida, eso si, arriba, un frío que hacía, un viento. A poco nos quedamos helados.
Todavía nos quedaba la bajada. Y lo extraño es que los lagos de Covadonga se empiezan a bajar subiendo. Son unas buenas rampas, no muy largas pero duras, y después de haberte quedado mínimamente frío se hacen bastante incomodas. Después vienen otras diferencias con la bici de montaña. Bajar en la postura de la bici de montaña es cómodo, en la postura de la bici de carretera es cansado. Se cansa el cuello, los brazos, la espalda, todo. Las ruedas son muy finas y con el asfalto mojado (como podéis imaginar ese era nuestro caso) da miedo pensar que vas a patinar en una curva, y la carretera de los lagos tiene muuuuchas curvas. Por otro lado los frenos de las bicis de carretera no son hidráulicos. En los hidráulicos con dos dedos y sin apenas fuerzas frenas totalmente la bici. En la de carretera (por lo menos en la de Raúl) tienes que hacer fuerza para frenar. ¿He mencionado que las bicis de carretera corren más que las de montaña?, pues imaginad cuesta abajo. Total que la bajada fue de todo menos divertida. Mucho frío, mucho miedo, mucha incomodidad, brazos atenazados, manos doloridas. Menos mal que el ánimo estaba alegre después de la gesta.
Llegamos abajo y Carmen ya había pillado mesa en un merendero en Covadonga. Fue llegar, subir las bicis, ponernos ropa seca y sentarnos a comer. Ya os podéis imaginar a que me supieron los huevos fritos con patatas que me zampé.
A los pocos días comentando la subida a los lagos con Jose Manuel (el colega de Asturias que me introdujo en la bici de montaña) me comentó que él, en sus tiempos buenos, se hacía la subida en 1h 5'. Yo no tenía muy claro cuanto habíamos tardado, pero luego, en casa, mirando las horas de las fotos, he visto que habíamos tardado en subir 1h 16' lo que no está mal para ser la primera vez, pero que me obliga a repetir la subida pero con objetivo de tiempo. Competitivo que es uno mecachis.
Los datos de la ruta fueron:
Distancia: 106,32 km
Tiempo: 4:49:36
Velocidad media: 22,03 km/h
Velocidad máxima: 49,60 km/h
Pulsaciones medias: 130 ppm
Calorías gastadas: 3.207,6
a cuidarse
Javier Arias González
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