Como nadie se anima a publicar su crónica sobre las salidas del fin de semana en Asturias me voy a animar yo a hacer un resumen. Intentaré que sea breve porque ando muy liado, veremos como me queda.
Sábado 9 de Junio - Nos vamos a Proaza.
Habíamos quedado a la puerta de la pensión Mencia a las 08:00. Medio dormidos pillamos las bicis y nos fuimos al bar donde nos esperaban los asturianos. Presentaciones de rigor, comentarios sobre el buen tipo que tenían los madrileños (el churri, Andrés y Abraham son sílfides comparadas con Traper, Raúl y Oscar), cafés para desayunar y a cantar el cumpleaños feliz a Raúl que cumplía nada menos que 52 años (como los suyos los firmaba yo sin dudar).
En el bar estaba un paisano en pantalón de deporte y camiseta de algodón al que yo nunca había visto. Fito. El dueño del ¿mesón los arcos? donde la noche anterior Raúl y Traper habían estado de "fartura". Estatura media europea, los cuarenta ya no los cumple. El caso es que Fito estaba participando en la conversación y, no se muy bien como, cuando me quise dar cuenta Raúl había sacado su bici de reserva y Fito estaba enrolado en la salida ciclista. Es lo que tiene el "no hay huevos".....
Yo de momento me preocupé un tanto porque para alguien que no está acostumbrado a montar en bici la salida iba a ser dura. "No te preocupes, Fito es un torbellino" me dijeron. Pues nada, después de barajar las distintas rutas alternativas, nos pusimos en marcha.
Éramos 10. Fito, Raúl, Jorge, Oscar (mi tío), Traper, Vicente, Abraham, el churri (para distinguirle de mi tío), Andrés y yo. El tener que ir a Proaza nos obliga a atravesar Oviedo si no queremos perder mucho tiempo. A un ritmo no de guerra, pero si alegre llegamos a San Claudio, donde empezarían los primeros repechos. Poco que contar salvo que ya tan temprano el churri había caído en la típica broma del Traper. "A la derecha" (cuando a la derecha hay una cuesta) y el churri que se lo tragó y se tiró a la derecha. La pena es que no pudimos verlo, pero aun así el Traper se encargo de contarlo para que fuese público y notorio. Mira que os lo había advertido.
Nada más llegar el primer repecho digno de mención (una subida de unos 200 metros con una rampa al 20%) va Vicente y pincha. La típica disculpa del que se caga de miedo al ver lo que le viene. Paradita a la española (uno cambiando la rueda y los demás mirando) y a darle al repecho. Primer contacto serio de los madrileños con Asturias. Salvado con notable general.
Después bajada a Trubia y llaneo hasta la cuesta de Perlines. Perlines es un pueblo (tres casas deben ser) subido en un monte. No existe motivo razonable alguno para que fuésemos a ese pueblo y menos en bici.
La subida a Perlines es espectacular. En poquísimo espacio se gana mucha altura (eso significa que las pendientes son altas) y las vistas sobre Trubia están muy bien. Jorge, Andrés y yo nos pusimos en cabeza e hicimos la subida a ritmo de samba. Cuando llegábamos arriba vi el cartel del Perlines y comenté ahí acaba. Cuando nos acercábamos al cartel aceleré un poquito y pase el primero por el cartel. Claro que al instante Jorge y Andrés me adelantaron para continuar con la subida que no acababa en el cartel sino unos metros más allá (empieza a ser legendaria mi capacidad de finalizar los sprints donde a mi me da la gana). Una vez arriba fueron llegando los demás, cada uno a su ritmo. Cuando llegó Fito ya estaba claro que esto estaba siendo demasiado para él y eso que yo creo que llevábamos unos 20Km, asturianos, pero sólo unos 20.
Lo malo que tiene la subida a Perlines si no la conoces es que donde crees que se ha acabado, donde está el pueblo, no es más que un descanso para empezar la siguiente parte de la subida. Se repite más o menos la historia, pero esta vez cuando Fito llega ya se le ve muerto. Llegados a este punto, y en vista de la hora y del ritmo que llevábamos decidimos separarnos. Los asturianos darían la vuelta y los que íbamos a hacer la senda del oso seguiríamos adelante.
Seguir adelante significó meterse por un camino estrecho con ortigas y pinchos a los lados. Con suelo mojado y piedras resbaladizas. Los cuatro nos ortigamos. Al poco nos tuvimos que bajar de la bici por la combinación de barro, piedras húmedas y cuesta empinada. Nos tocó caminar un rato.
Al final llegamos de nuevo a la carretera. Paradita para pillar agua en el pilón y rápido a pedalear que ya íbamos tarde. Nos quedaba la última subida del día. No muy larga, no muy empinada, pero lo suficientemente dura para que Abraham empezara a tocar sus reservas de fuerzas. El churri se pilló un ritmo adecuado y con alegría se llevó a si mismo hasta la cima. Andrés y yo acompañamos a Abraham mientras los tres comentábamos el magnifico paisaje que teníamos a nuestra izquierda.
Y una vez arriba..... Pues a bajar. Lo que tiene esta zona es que no hay mucha transición entre valles. Nada más empezar a bajar ya se veía hasta donde teníamos que bajar. Impresionante. Una bajada rápida (el churri se puso a 70km/h) por una carretera de buen asfalto sin coches. Fue un subidón de adrenalina. Cuando llegamos al fondo del valle vimos un cartel que ponía Trubia a 8 Km. (¡8km llanos!). Eso es salir en bici por Asturias. En vez de hacernos los 8km llanos nos habíamos hecho unos 10 de los cuales 5 habían sido subiendo y otros 5 bajando, eso si, en plan bestia.
Poco más queda de esta salida. Pillamos la vía verde y llaneando a buen ritmo llegamos a Proaza donde nos esperaban nuestras mujeres e hijos y una coca-cola fresquita. No sabría yo decir que disfrutamos más.
El resto del día fue la excursión en bici de la senda del oso que por ser prácticamente llana y por haberla hecho a ritmo de paseo no tuvo mayor historia. Si tal resaltar que el amigo Andrés tuvo la ocasión de tirar de un carro cargado con dos niños y una bici.
Domingo 10 de Junio - Master del Naranco.
El sábado no había sido una etapa dura, pero la etapa planificada para el domingo si que era dura de verdad. Volvimos a quedar a las 08:00. Desayunamos en el bar de la estación. Volveríamos a ser 10. Raúl, Jorge, Oscar, Traper, Vicente, Abraham, el churri (para distinguirle de mi tío), Andrés, yo y Víctor que llamó a última hora para decir que se apuntaba. Cambiar a Fito por Víctor eleva varios puntos el nivel ciclista del grupo.
Salimos en dirección a Oviedo, pero en menos de 3 kilómetros ya estábamos subiendo. El Traper, que se conocía el recorrido, optó por un recorrido alternativo más corto y llano. Se le sumaron Oscar y Abraham que prefirieron reservar fuerzas (se tomaron al pie de la letra eso de que la rueda a seguir era la del Traper). Hasta cierto punto acertaron, porque lo cierto es que las rampas de Cuyences sur te despiertan si venías dormido en los primeros kilómetros. Nada más llegar a la cima paramos a quitarnos ropa. Ya nos sobraba todo. ¡¡¡¡Llevábamos menos de 5km!!!!. Víctor, como siempre, hizo la subida quejándose de que si era muy pronto para empezar tan duro, de que si estábamos locos, etc. etc. Pero bueno. ¿no hay que calentar antes de hacer una ruta?, pues nosotros ya estábamos calientes.
Subir Cuyences sur para llanear un poquito a media altura del Naranco en inmediatamente después perder toda la altura ganada. De tontos, pero así son las cosas. Nos dirigíamos al pilón que hay antes de Lladines (¿en Quintana?) donde nos esperarían el Traper, Oscar y Abraham. Mira que habré hecho veces ese recorrido, pues todavía Raúl se buscó una ruta alternativa para enseñarnos algo nuevo.
La subida a Lladines es muy bonita. Una carretera recién asfaltada, sin coches, toda entre árboles y valles preciosos. Tiene con cuatro repechos, nada duros y al final una rampa de hormigón de unos 150 metros que, digamos, te despeja la garganta. A partir de ese momento empieza lo que es el monte y es la parte más entretenida. Tranquilos sube y baja entre los árboles. Precioso.
Cuando pillamos el asfalto de nuevo Víctor se saltó el desvío que nos llevaba al Asturcón. Yo creo que lo hizo con toda la intención de no entrar en el barro y, de paso, ahorrarse kilómetros de ruta. Pero yo insistí y acabamos todos dirigiéndonos al Asturcón. Esta parte del recorrido es en el bosque del fondo del valle. Todo verde, húmedo y a la sombra. Bastante barro, partes con piedras que tuvimos que hacer andando y un riachuelo que recorrimos caminando hundiendo los pies hasta los tobillos (alguien comentó que parecíamos vaqueros intentando hacer que los indios nos perdiesen el rastro). Desde luego si de algún sitio podía salir un indio, un vietnamita o un japonés de esos que se piensa que la guerra sigue es de esa zona.
Justo antes de llegar al Asturcón, en el paseo a la vera del río, se me rompió la cadena de la bici. No cundió el pánico. Raúl llevaba eslabones de sobra y yo tenía la herramienta y la experiencia necesaria para solucionar el problema. Con la ayuda de Jorge (los demás, a la española, mirando y criticando) reparé la cadena. Cuando le dimos la vuelta a la bici el Traper se dio cuenta de que no la habíamos pasado por el desviador. Venga, a abrir la cadena, pasarla por el desviador y volver a cerrarla. Ya se encargo el Traper de que se enterasen todos (Víctor y Raúl en particular) de lo buen mecánico que yo era. Algún comentario jocoso hubo, para que voy a negarlo.
En el Asturcón volvimos a pillar asfalto en una zona de transición. Nos dirigíamos a Brañes para iniciar la subida al Violeo. Yo conocía la subida por la carretera (alguna vez he enviado el perfil), pero hoy íbamos a subir por pista....
Hicimos una parada estratégica en el pilón de Brañes para aprovisionarnos de agua y comer unos orejones y nos metimos por un camino con unas subidas curiosas que hicieron que cuando llegamos a la pista donde empieza la subida ya llegásemos "calientes". Encima la pista que apareció ante nuestros ojos acojonaba....
Como buen anfitrión expliqué las opciones que teníamos. Opción 1 subir la rampa que tendría..... 3km, dijo Víctor (coño!!! pensé yo). Opción 2 girar a la derecha y dejarse guiar por el Traper camino a casa. Mientras explicaba las opciones Raúl empezó a subir, quería sacarnos fotos subiendo.
Como siempre pasa en estos casos todo el mundo optó por la opción 1. A subir tocan. Pues nada, Andrés, Jorge y yo empezamos a subir. La rampa se las tenía. Todo metido y con calma que esto sería largo. Raúl estaba en el primer descanso sacándonos fotos mientras subíamos. Cuando llegamos a su altura aprovechamos para parar a recuperar un poco. En esto que vimos llegar a Víctor que subía a un ritmo envidiable. Viéndole parecía fácil. Cuando llegó a nuestra altura apenas nos miró y siguió pedaleando. Coño pues si el sigue nosotros también. Jorge, Andrés y yo arrancamos dejando a Raúl sacando fotos y esperando por los últimos.
Mientras nosotros subíamos esto es lo que me contaron que les pasó a los demás mientras subían:
- Traper. Sin moverse del sitio, venga, id subiendo, aquí os espero.
- Abraham. Empiezo a subir. Después de 50m opto por darme la vuelta.
- Vicente. "Subía yo con todo metido y me fui contra una sebe. Ya no podía más, preferí dar la vuelta."
- El Churri. "Empecé a subir pero me dio por mirar el velocímetro. Iba a 4 km/h. Hice el cálculo mental. A 4km/h 3km voy a tardar más de media hora. Media hora en este plan. Paso, me doy la vuelta."
Camino a Oviedo vimos las rampas que llevaban hasta el chus. Por esta vez nos las perdíamos, pero yo, la próxima vez, me las haré fijo.
Mientras bajábamos del Violeo Víctor, que no puede evitar estudiar y analizar los comportamientos de todos los ciclistas con los que sale, me estuvo comentando lo mucho que le había gustado Andrés (como ciclista). Que si no se había cebado, que si supo regular, que si inteligente, que si prudente. Definitivamente el Andrés había sido reconocido por Víctor, y eso no le pasa a cualquiera.
Circulábamos por una calle en Oviedo cuando a lo lejos vimos a unos ciclistas que cruzaban nuestra calle en dirección a Lugones. ¡¡¡¡Era el resto del grupo!!!!!. Se nos puso un semáforo en rojo y esperábamos ansiosos a que se pusiese en verde. Cuando se puso en verde nos lanzamos como balas para alcanzarlos.
De nuevo agrupados, y camino a Lugones, decidimos parar a lavar las bicis. Momentos que aprovechamos para contarnos los unos a los otros como nos había ido mientras estuvimos separados. Todos menos Raúl que se dedicó a lavar las bicis y el Traper que en cuanto le dieron la manguera se dedico a "chiscar" a todo el grupo.
Aun tuvimos tiempo para el sprint del semáforo en Lugones. Un sprint largo, con ligero viento de cara en un, también ligero, falso llano. Después nos reagrupamos y nos despedimos hasta la hora de la comida. Habíamos hecho suficiente ejercicio como para que a la hora de la comida todos tuviésemos un hambre y una sed digna de los platos a los que nos íbamos a enfrentar.
Poco más se puede contar. Se echó de menos al resto de los biciorejones, pero habrá más ocasiones. Eso si, si no quieres morir, a Asturias no se puede ir en baja forma, Oscar, Abraham y Andrés os lo pueden confirmar.
Intenté que me fuese breve, pero no se porque no fue posible. Otra vez será :-)
A cuidarse
Javier Arias González
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