En el kilómetro 7 pinché la rueda delantera y se fue al carajo el plan. Todos los que habían salido a las 6:00 me pasaron mientras yo cambiaba la cámara.
Algo debí hacer mal porque sólo unos 4 km más tarde la cámara explotó. Seguramente no la había encajado bien. Con una tranquilidad que ahora me resulta asombrosa me puse a cambiar la cámara usando la segunda de las dos que siempre llevo.
Cuando cruzaba el puente sobre el Támesis en Henley (25km) otra vez tenía la rueda delantera pinchada. Pues muy bien, eran sobre las 7:30 de la mañana de un Sábado, no tenía más cámaras y me quedaban casi 600km por delante.
Vi un ciclista sacando fotos sobre el puente que acababa de cruzar y me acerqué a preguntarle si me vendia una cámara. Me dijo que no podía que sólo tenía una. Pero la suerte me sonrió, mientras caminaba de vuelta a la bici vi a un grupo de tres ciclistas me acerqué a ellos y les pregunté si me vendían una cámara, uno de ellos sacó inmediatamente su cámara y me la ofreció negándose a aceptar dinero a cambio. Les agradecí todo lo que pude el gesto, reparé la cámara y me puse en marcha.
Cuando llegué al primer control (km50) ya se iba el último ciclista. Sellé y mientras sellaba les pregunte a los del control donde habría una tienda de bicis, me preguntaron y resulta que ellos tenían cámaras por si acaso. Me vendieron dos. Me bebí una taza de leche con una galleta y me puse en marcha con rapidez.
Cuando iba por el kilómetro 80 me pasaron Alex Scutt y Mark Dempster como aviones. Alex y Mark son dos Kingston Wheelers que se están preparando para hacer la PBP en el menor tiempo posible. Habían salido a las 7:30. ¡¡¡En 80 kilómetros me habían sacado una hora y media!!! Recuerdo que en ese momento pensé que me encontraba tan cansado como si hubiese recorrido 200km seguí a mi ritmo, pero con la moral un poco tocada.
En algún punto cercano al kilómetro 100 volví a pinchar. Cuarto pinchazo en 100 kilómetros. Decidí cambiar la cubierta. Y en ello estaba cuando apareció Gavin, otro Kingston Wheeler que había salido a las 7:30. Le aseguré que tenía de todo y le animé a que siguiese camino.
Llegué al control del kilómetro 131 cansado. Pero allí tuve la oportunidad de conocer a Shu Pillinger. Shu va a intentar ser la primera mujer británica que complete la RAAM en solitario en unas semanas. Estaba de voluntaria en el control ayudando en la cocina. Charlar con ella me subió la moral y habría seguido haciéndole preguntas, pero tenía que ponerme en marcha; no me sobraba mucho tiempo.
En el siguiente sector teníamos que atravesar dos riachuelos. En el primero me bajé de la bici y crucé por un estrecho puente para peatones. Al segundo llegué a la vez que cinco ciclistas más, como ellos se animaron a pasar sobre la bici yo hice lo mismo. Pero mi rueda delantera patinó y me caí al riachuelo quedándome tendido cuan largo soy. No me hice nada de daño, pero me empapé.
De los cinco ciclistas con los que había coincidido al cruzar el riachuelo tres de ellos rodaban juntos. Cuando me pasaron uno de ellos bromeó con si seguía mojado y yo aproveché que había roto el hielo para pedirles permiso para unirme a su grupo. Aceptaron encantados. Perfecto. Rodé con ellos los 20km que quedaban hasta el siguiente control (km182). Allí nos sentamos juntos a comer algo y a presentarnos oficialmente. Como vi que su parada iba a ser más larga de lo que me interesaba les dije que yo tiraba que ya me uniría a ellos cuando me alcanzasen.
Y me puse a rodar tranquilamente. Tal vez demasiado tranquilamente. En un momento dado apareció una rotonda que no se mencionaba en la hoja de ruta, me paro consulto el Garmin y veo que estoy fuera de ruta, bastante fuera de ruta (por algún motivo el Garmin no me avisó con el pitido y el mensaje de off route). Sigo asombrado con lo tranquilamente que me lo tomé. Hice zoom out al mapa, miré las opciones que tenía, seleccioné la ruta y me puse en marcha como si nada hubiese pasado. Ni un triste juramento. Al final fueron 10 kilómetros extra. Cuando llegué al siguiente control (km 240) los tres ciclistas ya se iban. Calculé que me sacaban media hora de ventaja.
Se supone que la ruta iba y volvía por el mismo sitio. Ese desvío a la izquierda y la posterior corrección a derechas es donde me perdí. |
La parte donde estaban las colchonetas en el control que dormí |
Me puse en marcha sobre las 3:30 de la mañana tenía 4 horas para recorrer 73km y llegar al siguiente control antes de las 7:28. Tenía un poco de viento de cara, pero nada demasiado serio. Claro que la cosa empeoró cuando volví a pinchar la rueda delantera. El 5 pinchazo en lo que llevaba de ruta. He de confesar que si que bajé algún que otro santo del cielo. Revisé la cubierta con mucho mimo y me aseguré lo mejor que podía de que el pinchazo estaba bien reparado. Otra vez era la última cámara que me quedaba.
Cuando me puse en marcha y me puse a hacer cálculos caí en la cuenta de que iba justo de tiempo. Tendría que mantener un ritmo un tanto vivo. A medida que pasaban los kilómetros y el tiempo los cálculos me decían que tenia que apretar un poco más porque iba muy justo de tiempo. Al final era una montaña rusa. Cuando hacia unos cuantos kilómetros llanos me parecía que me sobraría tiempo, cuando aparecía la más mínima subida me daba cuenta de que iba muy justo de tiempo. Apreté el ritmo un poco más alimentando el cuerpo con un gel y sorprendiéndome de lo bien que reaccionaba (relativamente hablando claro). Cuando divisé el pueblo donde estaba el control vi (y recordé en ese momento) que estaba en un alto. Me tocó atacar la cuesta con todo lo que tenía e incluso esprintar hasta la puerta del control. Prácticamente me tiré de la bici en marcha, cogí la brevet y entré en el control como una exhalación; le presenté al voluntario que me tenía que sellar la brevet diciéndole "no me digas que han pasado de las 7:28" a la vez que miraba el tablet que tenía sobre su mesa. El reloj marcaba las 7:28:58. Me habían sobrado 2 segundos. Me senté en la silla agotado mientras el voluntario me felicitaba por el esfuerzo. Mi siguiente frase fue ¿no tendrás por ahí una cámara de sobra? Y tenía una, que me regaló.
Aproveché para comer unos cereales con leche y descansar, había hecho un esfuerzo considerable en las últimas dos horas, pero tenía que ponerme en marcha porque estaba en tiempo prestado; tiempo que tendría que recuperar antes de llegar al siguiente control que estaba "sólo" a 56km.
Cuando subí a la bicicleta cada músculo de mi cuerpo se quejó. No pude más que empezar muy despacio y dejar que el cuerpo se fuese activando de nuevo poco a poco. Cuando llegué al control (km443) me volví a encontrar con los tres ciclistas con los que había rodado brevemente el día anterior, ellos se ponían en marcha. Calculé que me seguían sacando media hora de ventaja. En ese control me ofrecieron un puré de lentejas que estaba delicioso, me tomé dos platos. Me puse en marcha justamente a la hora que me habría cerrado el control, dejaba de vivir de tiempo prestado.
Cuando llegué al siguiente control (km494) tenía 30 minutos de margen al ponerme en marcha. Pare 10 minutos y me puse en marcha. Me preocupaban los últimos 133km porque tenían bastantes subidas y yo ya estaba muy machacado. La cosa iba a estar muy justa.
Al ponerme en marcha coincidí con otros tres ciclistas que también se ponían en marcha. Dos de ellos estaban haciendo la ruta en una fixi. También en ese momento entraba al control una pareja de ciclistas, al cruzarme con ella me dijo "disfruta la subida". Y al poco caí en qué quería decir. Apenas 300 metros después de ponernos en marcha apareció una cuesta matadora. Todo metido y venga pa'rriba como puedas. Curiosamente a medida que subía me iba encontrando mejor. Había empezado el último pero fui adelantando a cada uno de los ciclistas y cuando coroné les sacaba bastante ventaja. No les esperé, asumí que me alcanzarían al poco. Pero no fue así. Las cuestas se sucedían una tras otra, el viento soplaba de culo y yo no me encontraba del todo mal (en términos relativos claro está). Subía con todo metido y bajaba cómodamente (lo cual es en si mismo un logro). No fue hasta 60km más tarde que me alcanzaron. Faltaban unos 15km para el control y yo ya empezaba a notarme fatigado. Cuando llegaron a mi altura pude seguirles el ritmo un tiempo, pero al poco me descolgué y seguí a mi ritmo hasta el control.
En el control nos sentamos juntos y comentamos la posibilidad de acabar sobre las 21:30. A mi me servía, pero tenía que ponerme en marcha. Ellos habían salido a las 7:30 y tenían dos horas de margen, pero yo sólo tenía 30 minutos, tenía 50km por recorrer y recordaba un par de colinas que me quedaban por subir. Por lo que me puse en marcha antes que ellos con la consabida frase de "ya me alcanzaréis".
No subí del todo mal la primera de ellas y luego disfruté de su largo y rápido descenso. La segunda de ellas, la que está a la salida de Henley me costó dios y ayuda. Cuando llegué a la cima llegó también uno de los tres ciclistas que se paró a esperar a los otros dos. Yo seguí a mi ritmo. A partir de ese momento era ya todo favorable y la consciencia de que acabaría me revivió un poco.
Cuando me bajaba de la bici en el control final llegaron los tres ciclistas. Eran las 21:32, me habían sobrado 28 minutos. En el control me encontré con Pete y charlé un rato con él, pero enseguida me di cuenta que estaba agotado y que mi cuerpo empezaba a apagarse. Me despedí e inmediatamente me fui para casa (que está a sólo media hora en coche), me duché, cené un poco de pasta y unos frutos secos y me acosté. Estaba agotado.
¡Prueba superada! |
La ruta en Strava
Un artículo de la revista Cyclist sobre este evento.
A cuidarse
Javier Arias González
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